Rajoy estaba tomando cañas

El pasado domingo, sobre las diez de la noche, los líderes de los principales partidos ya tenían claro el resultado electoral. Superados los espejismos que producen las encuestas y más aún las que se realizaron a la salida de los colegios, todos menos uno quedaron descontentos. Ya saben mi criterio y desconfianza sobre los sondeos, un entretenimiento político-periodístico que lo único que genera son expectativas y lo peor es que se combate contra ellas, pero al final lo que cuentan son los votos. Y si no que se lo digan a Pedro Sánchez, que ciertamente podía estar contento de que no se produjera el ‘sorpasso’ y que su partido siguiera siendo la primera fuerza de la izquierda, pero en su haber tiene de nuevo el peor resultado para los socialistas en la historia, con 85 diputados. Pablo Iglesias no se explicaba cómo la estrategia de absorción de Izquierda Unida no había sumado un mayor respaldo sino que había perdido más de un millón de votos. Y Albert Rivera achacaba el descenso de 40 a 32 escaños a la ley electoral.


Los tres estaban desolados mientras Mariano Rajoy creo que estaba tomando cañas. No estaba muerto, no, no, estaba de parranda, como dice la letra de aquella canción de Peret, el famoso intérprete de rumbas catalanas. Hasta este domingo todo el mundo daba por amortizado al líder del PP, casi nadie apostaba por su continuidad y algún rival era capaz de vetarle como presidente de gobierno. Craso error, Rajoy ha mejorado su resultado y queda demostrado que la repetición de comicios sólo le ha beneficiado a él. Ahora ya ni siquiera la unión de las fuerzas de izquierda tiene posibilidades para poner a otro inquilino en la Moncloa.
A pesar de eso, hay quien está empeñado en correr hacia un callejón sin salida, pero todos conocemos la perseverancia del gallego. El de Pontevedra es capaz de volver a sacar la silla y esperar. Llegar a unas terceras elecciones sería un signo más propio de la anarquía o de quienes quieren estar fuera del sistema, con una imagen hacia el exterior propia de políticos bananeros. No cabe entender que PSOE, Ciudadanos, incluso Podemos, con su voto en contra prefieran volver a las urnas por Navidad que permitir que Rajoy gobierne. Creo que ni los propios votantes de esas formaciones lo entenderían. Y menos cuando no existe posibilidad alguna de que haya otro candidato alternativo.
Lo dicho, Mariano Rajoy el pasado domingo por la noche estaba de cañas o se había tomado un buen Alvariño para celebrarlo, antes de salir al balcón de su sede en Madrid, mientras otros tragaban ricino.
¿No les parece?