Pactar es ceder

Cumplimos dos semanas desde las elecciones y el panorama no se presenta claro ante la necesaria investidura, aunque es prácticamente unánime entre la ciudadanía que no puede ser otro candidato que quien ganó en las urnas, el único que mejoró posiciones, el Partido Popular y su líder ahora ni cuestionado, Mariano Rajoy. No hay otro alternativo con posibilidades.


Las negociaciones se inician esta semana y todo dependerá de los acuerdos que sean capaces de alcanzar, o no. La iniciativa le corresponde a Rajoy y ser él quien ponga encima de la mesa lo que está dispuesto a ceder para conseguir que el PSOE se abstenga, aunque no le vendría nada mal empezar por conquistar a los más próximos y afines, como prueba de actitud dialogante. Los populares gozan de crédito pero pueden dilapidarlo si cabalgan a lomos de la prepotencia e intransigencia y nos llevan a una vergonzosa tercera convocatoria de elecciones, un fracaso colectivo que podría arrastrar al propio Rajoy.
Pero también los socialistas, que son la llave, deben saber algo de Perogrullo, para estar en la oposición antes hay que tener gobierno. Los de Pedro Sánchez pueden, igualmente, ser los culpables de acabar de nuevo ante las urnas. No es cuestión de obligarles a una rendición, con armas y bagajes, ante un Partido Popular incapaz de ceder, ni que el PSOE se vaya al monte y pida la luna, pero sí que plantee objetivos sensatos para recuperar un proyecto y un espacio político que se visualice con claridad. El sistema parlamentario obliga a lo que significa esa palabra, hablar y entenderse en un mismo idioma, en el que el interés general está por encima de todo.
El PP tendrá que gobernar pero también mantener una legislatura lo más larga y estable posible. Tiene que pensar cómo sacar adelante los próximos presupuestos y una gestión que favorezca el crecimiento económico que ha impulsado. La encrucijada no es fácil para los dos grandes partidos. En estas negociaciones se juegan mucho ambos. No hay precedentes. Un partido ganador con estrecho margen y otro que se debate por sobrevivir, cuando tiene a su izquierda una fuerza relevante cuyo objetivo es ser hegemónica. La luz y los taquígrafos no vendrían nada mal para que los ciudadanos conozcan directamente exigencias y cesiones de cada uno. Hay mucho que parlamentar hasta llegar a puntos de encuentro en cuestiones trascendentales como la creación de empleo estable, el futuro de las pensiones, reforma fiscal, sistema de financiación autonómico, en general, y el problema de Cataluña en particular, Europa, educación. No será fácil, pero tampoco debería ser imposible. ¿No les parece?