Ni el que el Rey pronunciara sus palabras ante la Asamblea General de la Naciones Unidas, en Nueva York, en las que alentaba a las fuerzas políticas a que «superaran la compleja coyuntura» que se vive en España, ha sido suficiente para que se dieran por aludidos quienes tienen en su mano forzar el diálogo y el entendimiento y evitar el descalabro de acudir a unas terceras elecciones. La situación se complica todavía más en la jaula de grillos en la que estamos instalados.
Podemos ha evidenciado las distintas almas que conviven en su seno. No sabemos si su estrategia es crear temor, como propone Pablo Iglesias, o seducir, como defiende Íñigo Errejón. El PSOE de Pedro Sánchez debería responder antes con qué Podemos quiere aliarse, aunque ya ha empezado a mostrar alguna de sus cartas. Se apunta que su intención es convocar un congreso exprés, revalidar su cargo como secretario general e impedir que los llamados críticos frenen sus aspiraciones. Toda una extravagancia, cuando esa posibilidad se rechazó tras los comicios de diciembre al anteponer los intereses de España a los del partido, porque lo imperativo era y sigue siendo la gobernabilidad de este país. Como no existe confirmación oficial de esa estrategia, es muy posible que se trate de un globo sonda para que los demás enseñen sus cartas. Sánchez se ha enredado en un solitario en el que parece dispuesto a hacer las trampas necesarias. No tiene el respaldo de muchos de los barones que gobiernan territorialmente en lo que queda de su partido. Ningún secretario general anterior ha contado con tan mínimo apoyo, pero él tampoco ha sido capaz de buscar complicidades.
El PSOE, con sus más de cien años de historia, no es patrimonio exclusivo de unos centenares de militantes, sino de los casi cinco millones y medio de votos que obtuvo en las últimas elecciones. Sus dirigentes tienen la misión de contribuir a que España salga adelante y ocupe una centralidad como fuerza imprescindible que ha demostrado ser en las cuatro últimas décadas. Por eso me parece más sensato el otro disparo de fogueo que circula, tendente a que sea una gestora la que se forme y dirija los avatares y próximas actuaciones con el fin de evitar otra cita ante las urnas. Muchos socialistas no superaron en su momento el susto y ahora están muy cerca de la muerte. ¿No les parece?