Los alcaldes que hacen ciudad

El lunes publicaba este periódico una entrevista con Mariano Rajoy en la que señalaba, entre otras cosas, que la limitación de mandatos es propia de sistemas presidencialistas y no de los representativos. El líder del Gobierno y del PP recordaba que Angela Merkel opta este año a un cuarto mandato, Blair gobernó diez años y Kohl hasta dieciocho, sin que nadie pusiera en duda el carácter democrático de las instituciones alemanas o británicas. Añado por mi parte que Felipe González ocupó la Moncloa durante 14 años.


Mucho se ha hablado sobre el tema y alguna formación política lo lleva en su programa electoral, como es el caso de Ciudadanos, que lo incluyó en su pacto con el PP en la investidura. Como ese acuerdo no puede ser retroactivo, no tendrá impedimento Rajoy en presentarse a un tercer mandato llegado el caso, después de considerarlo consigo mismo. Pero queda mucho tiempo para eso.
Sin entrar en el fondo del asunto quería referirme a la política más cercana, en la que se vota a unas siglas. Conocemos alcaldes, de un partido o de otro, agotados en ellos mismos. Alguno acaba detenido por la Policía por orden judicial, investigado por presunta corrupción, otros sobreviven gracias al clientelismo político y saben muy bien evadirse de la Justicia y los hay que permanecen legítimamente hasta la extenuación gracias al peso de la marca de su partido o por carecer de una oposición que les haga frente. Los hay que no saben irse y otros saben hacerlo en el momento preciso. Hay quien lleva más de tres lustros al frente de una ciudad y ha sido capaz de transformarla de cabo a rabo. Francisco de la Torre está a punto de cumplir 16 años al frente de la alcaldía de Málaga. Ha anunciado que no se presentará de nuevo. A lo largo de este tiempo es innegable que ha consolidado un modelo de ciudad antes inexistente, al situarla como un referente turístico y cultural. Los espacios museísticos, que arrancaron con el de Picasso, han sabido abrirse paso como un gran atractivo, aunque el modelo sea cuestionado por algunos.

La recuperación y remodelación del casco histórico, la apertura de la ciudad hacia el puerto comercial y el tráfico de cruceros han logrado un profundo cambio durante su mandato, con un objetivo perfectamente definido. Al mismo tiempo ha sabido colaborar en el desarrollo de infraestructuras de primera magnitud, como la reciente puesta en marcha del metro y años atrás la mejora de accesos metropolitanos por carretera, el AVE, un gran aeropuerto internacional y una preocupación permanente por la aplicación de nuevas tecnologías y las inversiones empresariales. Conozco de primera mano la dedicación extremada del alcalde malagueño, su saber estar como anfitrión y su excelente forma de relacionarse, con el conocimiento y la preparación suficiente para abordar cualquier tema. Últimamente le hemos oído reivindicar el soterramiento del ferrocarril, su ampliación por la costa o que la alta velocidad se conecte con aeropuerto. Impecable. Hay alcaldes que dejan su ciudad como unos zorros, arruinada y otros las sacan adelante. Uno de estos últimos es Paco de la Torre. Nada que reprocharle, ni tan siquiera que la Sociedad General de Autores traslade a Málaga su sede de Andalucía Oriental. Me consta que no ha movido un dedo por ello. La pena es que desde Granada, que quiere ser capital cultural, tampoco se haga nada para evitarlo. ¿No les parece?