Conmoción por el ciberataque global que han sufrido decenas de empresas e instituciones este viernes, que evidencia la vulnerabilidad de las nuevas tecnologías. Estamos ante un problema que debe afrontarse desde la cooperación internacional para evitar consecuencias desastrosas y daños irreparables en importantes sectores. La sombra del caos planea sobre las grandes empresas y en política no sabemos de qué manera han podido incidir en recientes procesos electorales, como Estados Unidos o Francia.
En la política española los que padecen ataques por tierra, mar y aire son los socialistas entre ellos mismos. El partido que más tiempo ha gobernado desde la Democracia y ha sido un referente como pilar del Estado de Derecho se desangra ante unas primarias para elegir a su líder. El comité federal del pasado 1 de octubre evidenció una fractura jamás vivida en el PSOE. Pedro Sánchez, tras dos derrotas y los peores resultados electorales a sus espaldas, intentó entonces su jugada de celebrar unas primarias y un congreso exprés para mantenerse, pero perdió cuando lo que se cuestionaba era realmente la abstención o no en la investidura de Rajoy, algo que colea y le diferencia de Susana Díaz. Cualquier otra interpretación, como ser víctima de un golpe de estado por parte de los barones o baronesas de su partido, sin el respaldo de la militancia, no deja de ser una maniobra interpretativa. Pero asirse a ella en estos tiempos de posverdad le puede servir a Sánchez de argumento hasta para ganar el próximo domingo. El resultado será inapelable y marcará el devenir del PSOE. La socialdemocracia europea se ha visto desplazada de la primera línea de la escena política. Esta semana, Manuel Valls, quien fuera primer ministro socialista francés, ha sentenciado: «Este partido está muerto». ¿Pasará lo mismo en España? Lo veremos a partir del domingo que viene, aunque el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) conocido el pasado martes les da cierto respiro al señalar que vuelven a ser la segunda fuerza y superar a Podemos. Esa es la principal clave para los socialistas, diferenciarse del conglomerado liderado por Pablo Iglesias.
Imagino que hoy tanto Díaz como Sánchez y Patxi López estarán ocupados y preocupados por el debate que mantendrán mañana lunes.
Seguro que su seguimiento no será masivo, que la mayoría de los militantes, muy movilizados a la vista de los avales que han conseguido los tres, tendrán mayoritariamente su candidato decidido. Los que optaron por el exlehendakari pueden reconsiderar su opción ante lo que significa un voto inútil, pero creo que sólo puede haber una cierta influencia si alguno de ellos se equivoca, fracasa en su exposición y ofrece una mala imagen. Posiblemente tenga más relevancia la forma que el fondo, sobre el que se habla bastante poco aunque haya cambios de opinión, como el caso de Sánchez sobre su concepto de Cataluña y su relación con Podemos. Vaticino que los afiliados socialistas votarán más con las tripas que con el corazón y tendrán difícil cerrar las costuras cuando se han abierto llagas. ¿No les parece?