Periodismo, posverdad y Twitter

IDEAL ha organizado y protagonizado esta semana por quinto año consecutivo el evento Talking About Twitter (TAT), que consolida a Granada como capital y referente mundial a la hora de abordar esta red social, con 400 millones de usuarios. Abrimos una gran ventana sobre lo que significa una nueva forma de relación a través de mensajes cortos que pueden vincularse a internet. Especialistas y usuarios de diversos ámbitos han aportado sus experiencias y conocimientos, pero voy a centrarme en otros dos términos relacionados e importantes hoy por hoy y en el futuro más próximo, también analizados en otro foro convocado por Vocento este jueves: Periodismo y posverdad, aunque opuestos y hasta contrarios.

El periodismo es la búsqueda de la verdad con un relato profesional, ético y con una estructura empresarial imprescindible sobre la base de la rentabilidad, que es la que permite la necesaria independencia. En el periodismo de calidad, el clásico, que es lo que pervive, se trabaja con procedimientos imprescindibles, como son contrastar la información, valorarla y jerarquizarla, sin dar pábulo a la mentira. La posverdad es un neologismo que entrará en el Diccionario de la Real Academia Española, según se ha anunciado esta semana, aunque todavía no está fijada su definición. Acepto su utilización, tan de moda en estos tiempos, pero me parece que estamos ante un eufemismo de lo que ha sido siempre la manipulación, muy relacionada con movimientos populistas, demagógicos y regímenes autoritarios. Rechazo que estén por encima de la verdad misma las emociones o sensaciones subjetivas promovidas por intereses de cualquier condición: políticos, religiosos, empresariales o personales.

No podemos negar que la maldad es algo consustancial con el ser humano. Es lo que le pasa a Twitter, una herramienta poderosa, capaz de transmitir al instante noticias y opiniones de una eficaz forma, pero también desde el cobarde anonimato o aprovechándose de las tecnologías que permiten robotizar y repetir mensajes, sin que por ello se conviertan en realidad. También hay quien se dedica a vejar, insultar, promover el odio y amenazar. El periodismo, que no es sólo información, está amparado por el derecho a la libertad de expresión, fundamental en un estado de derecho, pero no permite todo. Tiene sus límites y barreras, como el honor y la intimidad de las personas, marcado por las leyes, sea en el ámbito de la responsabilidad penal o civil. El ejercicio de la crítica y control sobre los distintos poderes establecidos es imprescindible para sustentar la democracia. El sensato debate y la confrontación de ideas se enriquece a través de Twitter y del buen periodismo. Es lo que pretenden TAT Granada e IDEAL. Espero que sigamos gozando de la confianza de nuestros lectores, a quienes nos debemos y a quienes intentamos ofrecer lo que necesitan, aunque a veces no les guste. ¿No les parece?