Distancia y teatro en Sevilla

El Consejo de Ministros ha pasado este viernes por Sevilla con más pena que gloria. Las expectativas generadas se han quedado en poco, una medida para prohibir las lanchas rápidas que se dediquen al tráfico de drogas y una ayuda de 25 millones de euros para la atención de los menores inmigrantes que llegan a esta comunidad. Además, con las elecciones ya convocadas, legalmente el Gobierno no puede hacer nada que se interprete como campaña en favor de los socialistas andaluces. En cambio, gestos sobraron en el encuentro que Pedro Sánchez y Susana Díaz escenificaron por los jardines y el interior del palacio de San Telmo para que de nuevo se visualice la cordialidad de sus relaciones, en las que no creo que tengan más punto de interés común que seguir cada uno en el poder.


Andalucía es casi todo para el PSOE. Ambos lo saben, incluso Sánchez se juega mucho este 2 de diciembre, aunque no se inmiscuya ni lo más mínimo en este proceso. Ni siquiera ha intentado que alguno de sus ‘sanchistas’ se incluyera en las listas como candidato y su presencia en la campaña se limitará a lo imprescindible. Será sumamente cuidadoso de no trasladar mensajes que puedan mermar eso que sus seguidores llaman ‘efecto Sánchez’ y que en el caso de Andalucía puede ser un pronunciamiento sobre el conflicto catalán que se interprete como una debilidad ante los independentistas o un trato de favor para que se contenten. Por ello es posible que el Gobierno, en contra del informe preceptivo del Consejo de Estado, recurra al Constitucional la moción del parlamento catalán que reprobó al Rey y reclamó la abolición de la Monarquía, aunque deje al pie de los caballos al Alto Tribunal ante una cuestión que es una mera declaración política y merece una respuesta política. Es lo que siempre ha preconizado Sánchez en contra de la judicialización, que hay que respetar y sobre la que un gobierno debiera ser más cauto en sus declaraciones.

A pesar de que a ambos socialistas les une ahora el poder, la distancia entre ellos es enorme. Él se apoya en Podemos como gran aliado e interlocutor de quienes quieren cargarse el sistema y vulneran las leyes, mientras ella ha cerrado una legislatura sumamente estable gracias al apoyo de Ciudadanos, con la perspectiva de renovar su segundo mandato. Son caminos distintos, con la primera etapa que significan estos comicios, una prueba de fuego que marcará también el nuevo liderazgo de Pablo Casado. El popular, en cambio, sí ha metido la cuchara en las candidaturas. Hay nervios en muchos dirigentes andaluces, con su cúpula a la cabeza, que están pagando el apoyo en las primarias a Soraya Sáenz de Santamaría. La cohesión brilla por su ausencia y ante una cita electoral es imprescindible cerrar filas. También hay distancia entre Casado y Juanma Moreno y les ha sobrado cierto teatro en su ‘interparlamentaria’ este fin de semana en Sevilla, qué casualidad. Todavía me temo que nos quedan por ver más actos hasta la bajada del telón. ¿No les parece?