El nuevo gobierno de la Junta comenzó ayer su andadura con su primer consejo en Antequera, ciudad de gran simbología por lo que supuso para el desarrollo autonómico de Andalucía, con la firma de aquel pacto en 1978. Se contrapesa así el poco ‘andalucismo’ que hemos tenido desde la campaña electoral, el proceso negociador, tutelado por Madrid, e incluso las sesiones para la investidura como presidente de Juanma Moreno.
El modelo andaluz se abre paso con este «gobierno del cambio», un bipartito configurado de una manera muy diferente entre integrantes del PP y Ciudadanos. El primero aporta mayoritariamente a políticos profesionales, con experiencia y cuajados en cargos de responsabilidad institucional en la mayoría de los casos, con el ex presidente de la Diputación de Málaga Elías Bendodo como hombre fuerte encargado de dar el impulso y la coordinación imprescindible con sus socios. El presidente Moreno se ha apoyado en personas próximas, de su entorno, ‘sorayistas’ como él mismo. No podía ser de otra manera, aunque eso haya levantado suspicacias entre los que eran de Cospedal o del ahora líder Casado, pero estar en el poder y firmar en el BOJA impone carisma, en un partido que tiene que definirse por la izquierda o por la derecha si quiere mejorar posiciones de cara a las próximas elecciones municipales.
Cs se ha apoyado mucho en independientes y personas con perfiles aparentemente mucho más técnicos. No digo que unos sean mejor que otros, pero la simbiosis que deben lograr como equipo no parece fácil. En cualquier caso estos consejeros serán juzgados por su gestión y esa imagen de renovación que se han impuesto. Tras los nombramientos de primera línea, incluidos los viceconsejeros conocidos ayer, entre ellos Antonio Sanz como segundo del citado número dos Bendodo, queda la ‘pedrea’ de niveles inferiores, ya sea entre funcionarios o personal de libre designación, en la que se supone que habrá recortes. A los populares les sobran ofrecimientos (algunos los mendigan con descaro) mientras la formación naranja carece de suficiente personal en el banquillo dispuesto para saltar al campo, ya que presenta riesgos y la oferta es poco competitiva en cuanto a retribuciones para muchos profesionales. Estaba en las quinielas y escrito en estas líneas que Granada y Almería tendrían consejeras, Marifrán Carazo y Carmen Crespo, pero Jaén, tierra fértil en altos cargos durante la finalizada época socialista se queda sólo con la viceconsejería de Salud, en manos de Catalina García. La nueva estructura del gobierno, algo alambicada y con dos consejerías menos y el obligado reparto entre socios, necesitará tiempo para aliviar inercias y desajustes.
Susana Díaz mientras tanto ha empezado a ejercer como líder de la oposición y no se ha ocultado esta semana en Fitur, certamen empañado por un conflicto, el de taxistas y VTC, en el que las distintas administraciones se pasan la pelota. La socialista fue recibida con cariño ante un sector agradecido por los eficaces impulsos que ha recibido desde la Junta en los últimos años. La andaluza sabe que en los comicios del 26 de mayo será medida por Ferraz con severidad si se pierde poder socialista en ayuntamientos y diputaciones, aunque ella establecerá la comparativa sobre si los resultados en esta comunidad son mejores para el PSOE que en el resto de España.
En Moncloa hay preocupación ante la descomposición de Podemos, donde tras la espantada de Ramón Espinar ya no queda ninguno de sus fundadores en cargo directivo, por lo que de inestabilidad puede suponer para Pedro Sánchez, que ha afrontado con tardía el reconocimiento de Guaidó en Venezuela. Hay semejanzas lamentables entre el caudillismo bolivariano y de Pablo Iglesias. ¿No les parece?
P.D. Descanse en paz Julen. Mi cariño a la familia y mi reconocimiento a todos los que han participado en esa «ingeniería de solidaridad» que ha sido un ejemplo para todos.