La semana ha estado marcada por la celebración del Día Internacional de la Mujer, cuestión ineludible en la que nadie puede estar en desacuerdo en pos de la igualdad en todos los campos. La ‘revolución’ que vivimos es ya imparable hasta conseguir de hecho los mismos derechos y libertades que los hombres, pero nos hace falta todavía más concienciación y que quienes nos representan en el orden político cumplan con la obligación de acabar con las brechas que existen. Este 8 de marzo fue también histórico y deberá serlo siempre mientras no acabemos con las discriminaciones.
Las manifestaciones tuvieron ciertos tintes partidistas para intentar patrimonializar este movimiento en beneficio propio o al tratar de ser excluyentes con otras fuerzas adversarias. El texto del manifiesto que se leyó al finalizar las concentraciones creo que hizo un flaco favor para conseguir las justas reivindicaciones de las mujeres, al poner en el foco en cuestiones que poco tienen que ver con ellas. Utilizarlas como arma política y en busca de rentabilidad electoral es tan deleznable como cualquier otra explotación de las mujeres. La campaña se vistió así de femenino y se convirtió en una confrontación que no debería ni haberse planteado, pero allá cada cual con sus planteamientos, formas de captar votos o si prefirieron ponerse de perfil.
En esta carrera hacia las urnas el PSOE cuenta con la ventaja de llegar desde el poder, lo que siempre significa un plus de ventaja, pero es que además está convirtiendo los ‘viernes sociales’ con decretazos en una forma de conquistar al electorado. Incluso hasta última hora ha intentado la ‘contrarreforma laboral’. No parece que sea el mejor medio para gobernar con unos comicios en ciernes y las cámaras disueltas. Mañana se pronunciará la Junta Electoral sobre la petición del PP para evitar que la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros sea un elemento de propaganda.
Las listas se están terminando de cocer en procesos no exentos de tensión en los partidos, sobre todo por aquello del «quítate tú para ponerme yo». Entre los socialistas queda por ver cómo aterrizan los ministros de Pedro Sánchez en una Andalucía en la que Susana Díaz ejerce. Ambos escenificaron otra nueva reconciliación, la enésima, este lunes en Granada, tras haber firmado por la mañana el presidente la convocatoria de elecciones y por la tarde dar juntos un mitin, el primero y precisamente en Andalucía. Por algo será.
Lo bueno para el PSOE es que el panorama se le pone fácil por su izquierda. El anunciado regreso de Pablo Iglesias no ha podido ser más deplorable con ese cartel caudillista. Después de lo del chalet, persiste en los errores. Menos mal que según Irene Montero, la próxima secretaria general de Podemos será una mujer, algo que ocurrirá «pronto». Faltó preguntar si será ella la que ocupe ese lugar, como segunda que es de la formación morada. Podría ser el comienzo de una dinastía ‘kirnechrista’ en estos tiempos de nueva política.
Lo que me deja preocupado es la actuación del Banco Central Europeo para intentar frenar la recesión, que parece vislumbrarse tras los malos datos económicos que ofrecen países como Alemania o Italia. Una nueva crisis, con el paro que avanza ya en los últimos meses, sería un escenario demoledor para cualquier gobierno que salga de las urnas. ¿No les parece?