Era la primera vez que pisaba un lugar tan emblemático como la casa de Federico García Lorca. Llevaba apenas un año en esta maravillosa ciudad y tenía todo por explorar, y ya te digo si la exploré, descubrí la tapa de los bares granadinos y en apenas un año cogí 15 kilos, menos mal que me plante en los 70 que peso ahora. Descubrí en esos primeros años una ciudad que se estaba quitando el corsé y se expandía por los cuatro costados al mismo tiempo que se construía la barrera que salvó la Vega.
En todo este apogeo se construyó el parque García Lorca en la Huerta de San Vicente. Aquel día un grupo de chiquillos ayudados por jardineros profesionales, colocaron los primeros árboles de los que hoy podemos disfrutar su sombra. Uno de esos árboles lo plantó mi paisano, el entonces alcalde Antonio Jara, pero antes remangarse para salir bonico en la foto se dio un paseo por la casa de Federico.
Para mi fue toda una experiencia recorrer los pasillos y las habitaciones que ya fueron pisadas por el poeta. Al subir a unas de las estancias me encontré a Antonio mirando por la ventana, instintivamente disparé para capturar este instante. años después me topé con este momento y me hice esta reflexión, que sentiría Federico si años después se asomase por esa ventana y viera como su Granada cambiaba, como la huerta que rodeaba su casa se convertía en parque, como una muralla de hormigón cortaba la visión hacia su Vega.








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