Pues efectivamente, como les adelantaba en el artículo anterior (1-O, la marca perdida) lo que vivimos y sufrimos resultó ser la marca de la pérdida. No la pérdida de un resultado que enarbolar con una nueva estrategia de posicionamiento, sino la pérdida general de conceptos como honestidad, coherencia, compromiso, convivencia, generosidad, estabilidad…, verdad.
Decía A. Muñoz Molina: “cada tiempo tiene sus metáforas, que surgen sin que se sepa de dónde y se vuelven familiares y diarias y luego desaparecen y ya nadie las recuerda. Pertenecen al ruido de fondo de una época, y los sonidos dejan tan pocos rastros tangibles como las impresiones visuales y los olores. Quién recuerda ahora que una de las metáforas de aquellos años fue el ‘ruido de sables’: el rumor continuo de la amenaza de un golpe”.
En el problema catalán (y español), las metáforas han sido muchas y, cada día, surgen nuevas alimentadas desde las filas de los sediciosos. Ya ni siquiera se merecen el nombre de independentistas, porque en este apelativo reside la virtud de aspirar al fortalecimiento del grupo social que pretende gobernar su futuro, sin minar la convivencia ni poner en riesgo la seguridad y estabilidad de todos los ciudadanos, los que comparten ese sentimiento y los que no. Pero también son expresadas, con la misma cuidadosa manipulación, por todos los partidos políticos llamados constitucionalistas.
En las técnicas de marketing, en cualquiera de sus áreas pero sobre todo en el marketing político, las metáforas son el recurso principal del denominado storytelling, o arte de contar una historia usando un lenguaje emocional presentado de tal forma que trasmite a los oyentes la capacidad de interiorizar, comprender y crear un significado personal de ello (K. Fabella). Por tanto, los consumidores (los seguidores de una ideología) no compran un producto o un servicio (la ideología) sino la emoción que les hace sentir y el significado que tiene para ellos esa adquisición (pertenecer a un grupo con el que comparten el mismo sentimiento).
En un reciente estudio publicado por la City University London (titulado “Hackeando el cerebro humano con el marketing social”), los investigadores, usando técnicas de electroencefalografía, han revelado que el storytelling es la mejor manera de involucrar a los consumidores en propuestas que provocarán una influencia duradera mediante la creación de contenidos que:
- Activan poderosamente la atención, generan una mayor pregnancia en la memoria de trabajo e invocan fuertes respuestas emocionales.
- Reflejan la estructura típica de la historia, con un principio, trama y desenlace y dejan espacios para la imaginación.
- Permiten que la audiencia se identifique con los protagonistas de la historia o les hacen sentir que, en la realidad, son los protagonistas.
- Provocan una elevada preocupación por el tema narrado.
Una de las conclusiones de la investigación (T. van Laer) es que si se trasladan convenientemente la historia y sus metáforas, se influirá positivamente en el comportamiento de los espectadores, ya que las personas necesitan perderse en la historia que se le está contando para que sus actitudes e intenciones cambien para ser un reflejo de esa historia.
Entre los que cuentan la historia y los que la escuchan se produce una complicidad que, en el caso de los políticos que han movilizado la sedición, es humillante ya que han conseguido trasladar su responsabilidad imponiéndosela a quienes la han aceptado. Con una salvedad: los oradores mantienen sus trajes impolutos y su integridad física intacta mientras que los oyentes se echan a la calle a defender y pelear por la ilegalidad, sufriendo en algunos casos y en su propia piel las dentelladas, legales, de quienes han de defender el estado de derecho.
Recordando también a A. Muñoz Molina respecto de la transición, “habría sido necesario construir una nueva legalidad democrática ya que lo que hicieron fue sustituir la antigua por la potestad de ejercer incontroladamente el albedrío político. Cambiaron las leyes no para hacerlas mejores sino para asegurarse de que podrían actuar al margen de ellas”.
Y en este escenario nos encontramos, por un lado con los adalides de la mentira y las falsas promesas, faltando a la legislación vigente y desobedeciendo las órdenes de los tribunales sin ser detenidos ni procesados y, por otro, a los teóricos defensores de la constitución y de las leyes del estado jugando la partida electoralista de turno, en diferentes tableros y usando el lenguaje de los besugos, con metáforas que apelan al patriotismo trasnochado y a la grandilocuencia de los silencios cómplices.
Lo curioso es observar como el conjunto de la población española y de la catalana admite las historias volcadas por unos y otros, de ambos bandos y en diferentes medios, sin advertir que, en el fondo, se trata del reflejo de la conjura de unos miserables irresponsables que nos están llevando a un nuevo precipicio social, mediante el enfrentamiento ciudadano, y económico como hemos visto en la reacción de los índices bursátiles esta semana. Pero claro, a ninguno de ellos les peligra el sueldo en los pedestales desde donde lanzan las proclamas y los discursos que alimentan las historias que incendian las calles.
José Manuel Navarro Llena
@jmnllena