El cantante granadino vivía, junto a su familia y amigos, los días de Semana Santa en la ciudad. Con él hablé, repasando vivencias y recuerdos del mundo de las cofradías y los días de la Semana Santa.
Cada fin de semana su rostro aparece en la pequeña pantalla. Micrófono en mano pone voz, y música, al programa televisivo de María Teresa Campos ‘¡Que tiempo tan feliz¡’, en Tele5, el canal donde hace ocho años se daba a conocer al concursar en el exitoso ‘Operación Triunfo’. Desde entonces, este granadino que no olvida su tierra es una cara y una voz muy familiar en la televisión. Este es su cuarto año en el programa ‘de la Campos’, un trabajo que intenta compaginar con sus conciertos, tanto como Fran Dieli como con el proyecto internacional ‘Minor Dux’, un grupo fusión de pop electrónico y funky con el que lleva trabajando estos últimos meses.
El cantante granadino no podrá acercarse este año a Granada durante la Semana Santa, ya que “voy a estar trabajando, grabando el segundo de disco del programa ‘¡Que tiempo tan feliz!’ y nos coinciden las fechas». En lugar del olor a incienso y el vivir el ambiente tan especial que tiene la ciudad en estos días, Fran pasará muchas horas encerrado en un estudio de grabación, “desde la mañana a la noche, con lo cual no podré disfrutar de la Semana Santa como quisiera, aunque espero que me dejen al menos unos días libres para descansar y disfrutar algo”. Si esto sucediera, tal vez podría escaparse a Granada para pasar unos días con sus familiares y amigos, ya que “desde hace algunos años no paso la Semana Santa en Granada. Para los artistas estos días son una oportunidad muy buena de trabajo, pero si que me acuerdo mucho de mi ciudad, y es que es una gozada ver Granada en Semana Santa. La ciudad esos se pone preciosa en esta época”.
En estos últimos ocho años, desde que comenzara a ser un rostro familiar de la televisión, Fran Dieli ha estado viviendo entre Madrid y Barcelona, pero asegura que “siempre he tenido claro que como en Granada no se vive en ningún otro sitio. Soy un total enamorado de mi ciudad, y no pasa ni un mes sin acercarme a ver a mi familia y mis amigos. A pesar de mi pasión por viajar y moverme, me siento tranquilo sabiendo que volveré siempre a Granada”, señala. No extraña pues que en sus deseos se encuentre siempre volver a casa, y más si es coincidiendo con fechas como ésta de la Semana Santa, cuando siempre vuelven a su mente multitud de recuerdos y vivencias. “Recuerdo esos paseos por el centro de Granada cuando yo era pequeño e iba con mi familia a ver las procesiones. Me parecía sorprendente ese ambiente que había en la ciudad y ese movimiento de los pasos de Semana Santa al compás de la música”.
Desde niño
Su contacto con el mundo cofrade le viene desde la época escolar. “Yo estudié en el colegio de los Salesianos, en el Zaidín, y allí teníamos nuestro propio paso, además de contar con una cofradía vinculada al colegio. Aunque yo nunca fui costalero, si que tenía entre mis mejores amigos a algunos que salían debajo de los pasos y siempre me enorgullecía verles cuando llegaba el día de la salida de sus cofradías, o encontrármelos luego cuando veía las procesiones”. En los recuerdos de su niñez también aparecen imágenes tan comunes como “el ir a pedir cera a los nazarenos, que era un clásico cada año”, aunque su afición al mundo de la música ya se dejaba intuir y “recuerdo como me quedaba embobado escuchando a los músicos de las bandas que iban en las procesiones, sobre todo al sentir los tambores como retumbaban en mi barriga”.
De niño, Fran acudía a ver las procesiones acompañado de sus padres, y más adelante empezó ya a salir solo junto a compañeros del colegio. “Siempre pedía ir a ver la procesión del Silencio, que ha sido una de mis favoritas”, afirma, a la vez que sonríe recordando otra tradición de estas fechas muy presente en su casa: “mi madre ha sido siempre una excelente cocinera y las torrijas son una de sus especialidades, por lo que nunca han faltado en casa estos días. Y yo soy un experto en comerlas”.
En su mente se arremolinan múltiples recuerdos de los días de Semana Santa. “El paseo habitual siempre era ir desde el colegio hasta Gran Vía, comer un helado en Los Italianos y subir hasta Plaza Nueva para ver pasar las cofradías y esperar al Silencio por la zona de la iglesia de Santa Ana, una de mis zonas favoritas de la ciudad”. Además, se acuerda de los días en los que acompañaba a amigos que salían en procesiones, como costaleros, penitentes, camareras o músicos en alguna banda. “Además, recuerdo una amiga de la adolescencia que cantaba saetas, y lo hacía como los ángeles. Era emocionante ver como paraban el paso y oírla cantar”. Todas estas son cosas de las que se acuerda bastante, así como del ambiente de la ciudad en estos días. “La Semana Santa es un todo: el ambiente, la gente, el olor a incienso, el poder tomarte algo y disfrutar de una cuidad con tanto encanto. Yo siempre se lo recomiendo a todos mis amigos, que al menos tienen que venir a verlo una vez en la vida. No hace falta llevarlo en las venas, es muy bonito de ver y rápidamente te metes en el clima que se crea. No he conocido a nadie que no le haya gustado la experiencia”. Él mismo se considera “de buscar rinconcitos con encanto y Granada esta plagada de ellos”. De hecho, en cualquier época del año “lo que mas me gusta es coger un día bueno de sol y subir con la moto al Albaicin. Creo que esa vista hacia los tejados de las casitas blancas y la Alhambra de fondo es un momentazo regalado. Y si además lo acompañas de unas buenas tapitas, como migas, arroz, morcilla (ya sabéis, algo ligero), entonces es inolvidable”, dice con una amplia sonrisa.
Por eso, este granadino afincado actualmente en Madrid no duda en “invitar a todo el mundo a que venga a Granada, porque no solo tenemos la Alhambra, sino también tesoros de calles, placitas y sitios donde comer o beber”. A todos esos atractivos, durante estos días, se suman los de las procesiones de las distintas cofradías.