«La Arquitectura Comprometida»
La arquitectura de la Alpujarra-Sierra Nevada responde a una relación estrecha con el medio natural en el que se sitúa y en esto influye, decisivamente, la elección de los materiales obtenidos directamente del entorno más próximo.
La respuesta a las necesidades constructivas elementales en un medio ,económicamente pobre conlleva al uso de los materiales que se tenían al alcance de la mano, materiales abundantes y de fácil disponibilidad.
Los materiales constructivos fundamentales empleados son la piedra y la madera, mediante los cuales se consigue resolver todo el sistema constructivo tradicional. Estos materiales son utilizados para los tipos de construcciones que se realizan en la zona: casas, cortijos, eras, albercas, acequias, puentes, muros de contención en calles y aterrazamientos, apriscos, pavimentado, etc…
El sistema constructivo se basa en la agregación de los materiales, resolviéndose los encuentros sin encastres complejos. De esta manera, mediante la superposición de pequeños elementos, se consiguen construcciones de gran flexibilidad estructural, que se van “acomodando” en el terreno respondiendo eficazmente a los movimientos del mismo.
Los sistemas constructivos tradicionales son de fácil ejecución y suelen ponerse en práctica por personas no expertas, no siendo necesario el empleo de maquinaria especializada.
La naturaleza de los materiales empleados y el tipo de construcciones hace necesaria la realización de trabajos de mantenimiento esporádicos para posibilitar la correcta conservación de las casas. Esto hace que las construcciones abandonadas se degraden rápidamente.
El elemento más utilizado es la piedra que se encuentra en la superficie de la tierra. Se trata de esquistos de pizarra, que presentan una notable ventaja frente a otros materiales al dividirse fácilmente en piezas menores. Al ser un material exfoliable permite obtener también una variada gama de espesores lo que es fundamental para la organización de las fábricas y para la resolución de problemas delicados, como los aleros y remates de todo tipo.
En los muros, esta piedra se une con una argamasa muy pobre que consiste en arcilla y agua a la que se añade cal ocasionalmente. Los mampuestos de piedra se colocan en hiladas irregulares, echando a continuación la argamasa, que rellena los huecos y recibe la hilada siguiente, consiguiendo una estanqueidad mayor que en los muros de los bancales.
La cimentación se resuelve con escasas zanjas superficiales, con una base suficiente para hacer trabajar al terreno.
El muro tiene dos funciones elementales: la estructural y la de cerramiento. Su gran inercia térmica y las escasas dimensiones de los huecos hace que su comportamiento frente a los elementos climáticos sea bastante bueno. La ausencia de grandes huecos (incluso las puertas son de tamaño muy reducido) simplifica también la construcción al resolverse los mismos mediante adintelamientos muy sencillos.
Los aleros se resuelven mediante lajas de pizarra también. Una hilera de piedra en el borde, llamada castigadera comprime o sujeta una laja de mayor tamaño que es la que actúa como alero.
El otro material básico es la madera de castaño, abundante en la zona, cuyas propiedades la hacen especialmente útil para la construcción de vigas, forjados e incluso para la carpintería de exteriores. Se trata de una madera fácil de trabajar; dura, aunque menos que la de roble; estable si el proceso de curado ha sido lento; y de un envejecimiento lento aún en condiciones adversas.
La construcción del forjado es otro proceso de agregación. Los rollizos de castaño se apoyan simplemente en los muros y perpendicularmente a aquellos se colocan las alfanjías que son trozos irregulares de ramaje de castaño a modo de una red tupida sobre los rollizos. Sobre este entramado se disponen lajas de piedra que se ceban superficialmente con el malhecho, que no es sino barro apisonado.
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