«La Sociedad Comprometida»
Ayer nos dejó José Saramago, que ha sido muchísimo más que un escritor que recibió el premio Nobel de Literatura… sobretodo fue una de las personas más sabias y más comprometidas que he conocido, y a las que nunca deberíamos olvidar… por su ejemplo de vida, y por lo que nos ha enseñado y nos debería seguir enseñando a través de su palabra escrita, que siempre seguirá entre nosotros…
En 1999, en un día lluvioso del mes de mayo, pronunció en Granada el pregón inaugural de su Feria del Libro, al que denominó: “Nuestro libro de cada día”. Y nos contó cómo la lectura es una devoción que, como el propio amor, acepta mal los verbos conjugados en imperativo. Una actividad que, si bien no resulta imprescindible –“mi abuelo, el hombre más sabio que he conocido, era analfabeto” decía-, pone a nuestro alcance lo mejor de la Humanidad. Por eso me ha parecido que la mejor manera de empezar a no olvidar a esta entrañable persona y a este entrañable maestro debe ser recordando algunas de sus palabras en aquel día lluvioso del mes de mayo en Granada:
“… Por supuesto que no quiero idealizar el acto de leer, pero la verdad es que es la vida la que nos empuja a leer, leemos porque vivimos, de alguna manera vivimos porque leemos. En el fondo, igual que el mundo necesita que lo vivamos en todos sus acontecimientos, la lectura requiere ser vivida. Es decir, vivirse uno mismo, vivir con la plena consciencia de lo que uno tiene, que no es, claro, la riqueza o fortuna personal. Me refiero, si, al mundo, a la tierra, a todo lo que nos pertenece y sin embargo es nuestro porque participamos de la vida. Entiéndanme: vivir no es sobrevivir como quien sufre un daño. Y esa participación puede y debe ser un acto de amor, como la lectura. Por eso digo que lo primero que hay que hacer es despertar el amor por el libro, el amor por la lectura, el amor por esa cosa sencilla que es tener un libro entre las manos. Pero no se puede imponer a la gente la lectura como si fuera una obligación. No lo es…”
Me gusta mucho esa frase de Saramago, «la lectura no es una obligación»… a pesar de que, para mi sea un placer y una necesidad vital, nunca debería imponerse a nadie. Cada cual «bebe de sus fuentes»… y todas valen si te hacen crecer. El abuelo de Saramago, ese que se abrazó a los árboles de su huerto, para despedirse antes de partir… era sabio y analfabeto.
Un saludo!
Me encanta seguir este blog… LA CIUDAD COMPROMETIDA, es una nueva almenara de nuestro tiempo, pero lleváis un ritmo tan frenético con los posts, que es materialmente imposible. Y sin reflexión, no hay comentarios, ni feed-back que valga.
Tienes razón en lo del ritmo frenético… Quizás deberíamos reposar algo mas las cosas? O espaciar los artículos? Seguramente llevas razón. Lo reflexionaremos.
Y muchísimas gracias por tus lindas palabras de aliento. Un beso