«Ciudadanos Comprometidos»
Queremos compartir con nuestros lectores una reflexión muy especial en estos días de descanso para unos y de sentimiento y devoción religiosa para otros. Seguro que recordareis a nuestro estimado amigo el ingeniero Rafael Fernández Rubio. No hace mucho publicamos un precioso artículo suyo titulado “sembrar y cosechar aguas”, así como una reseña del reconocimiento recibido por el, junto con Andrés Lara Sáenz, a través del galardón “Magna dedicatio recognita est”. Este post ha batido records de visitas y comentarios en nuestro blog, con casi 250, muestra del cariño y admiración que despierta.
Rafael nos ha enviado este relato de su experiencia vital, que esperamos que os haga reflexionar como a nosotros nos lo ha hecho. Desde la ciudad comprometida te deseamos mucha fuerza y ánimo para que te recuperes pronto, estimado amigo.
Operación minera de alto riesgo con final feliz…
Rafael Fernández Rubio
Vocación minera
Algunos amigos saben del desarrollo de este relato, total o parcialmente, a otros les llegará ahora este episodio, un tanto singular, del quehacer minero que me ha tocado vivir, ahora en primera persona.
Para los que conocen secuencias de la ya larga vida por la que he caminado, saben cómo la actividad minera ha sido la compañera de viaje; saben cómo ese vivir minero ha forjado huellas indelebles, que pudieran hoy marcar lo que haya sido, lo que soy y hasta lo que aun pudiera alcanzar a ser en este sprint final.
Y, al intentar hilvanar este relato, no encuentro, de entrada, la madeja para tejerlo, ni el cañamazo en el que urdirlo,… Falta aun perspectiva, frialdad y orientación;… falta, con seguridad, serenidad para contemplarlo, y raciocinio para dejar fuera emociones personales, aún incomprensibles.
Pero voy a empezar el relato por una puesta en situación que es pura minería: primero subterránea, luego a cielo abierto (aunque el orden suele ser el contrario), para llegar finalmente los trabajos de restauración del espacio afectado.
Mirando esa luenga vida he recorrido con seguridad centenas de kilómetros de galerías subterráneas, a veces rectas y bien trazadas, y otras sinuosas, divagantes, ramificadas, llegando a encrucijadas sin saber por dónde avanzar. He buscado muchas veces ese final, donde se producía la irrupción del fluido elemento, que no se conseguía atajar, y allí ha sido necesario inyectar trazadores para marcar los caminos del fluido, y allí se han realizado trabajos de impermeabilización, para tratar de cortar esa “hemorragia” intravenosa…
Pero también he vivido, de cerca, muchas operaciones mineras a cielo abierto, precedidas de todos esos pasos previos de exploración y reconocimiento; de análisis, diagnóstico y propuestas de apertura de esa “corta” (que en Iberoamérica llaman “tajo“ o “rajo” ¡lagarto! ¡lagarto!). Y los que de esto saben han proyectado primero retirar el recubrimiento (overburden en la literatura anglosajona), y avanzar decididamente la excavación, hasta alcanzar la profundidad prevista. Incluso, con una minería a cielo abierto en dos etapas, seguidas de un periodo de reajustes.
Finalmente empiezo a vivir, bien de cerca, los “trabajos de restauración”, que tantas veces he querido denominar de rehabilitación, porque es lo posible en minería, tratando de dejar el contexto ahora afectado lo más parecido a su estatus original, quitando cicatrices, descarnaduras e “impactos paisajísticos”.
Etapa de investigación y prospección
Los que ya llevamos años en el oficio sabemos de la necesidad de una adecuada analítica, en la etapa inicial, para poder hacer valoraciones adecuadas, pero en este caso se decidió incluir, también, una tomografía axial computerizada (TAC), que permite la obtención de imágenes de cortes o secciones, y hasta una resonancia magnética nuclear. Es decir, una “prospección geofísica” en toda regla.
A continuación los especialistas realizaron la interpretación computarizada, de estas imágenes de diagnóstico, no convencionales, en forma de rodajas del cuerpo a investigar (en este caso mi propia cabeza). La conclusión era de que tenía una adenopatía retrofaríngea izquierda, en lugar de difícil acceso, en el centro de la cabeza (fosa nasal izquierda, que llega a la rinofaringe), sobre la que era conveniente actuar con rapidez. En el decir de los informes no había ocultación: el tamaño de la lesión de 2,5 cm, y se señalaba la posibilidad de origen neoplásico (adenocancerígeno), no descartando la posibilidad de tumor agresivo.
Minería subterránea
Se inició esta etapa el pasado 28 de marzo, a las 15 horas, como una incursión subterránea, entrando por la ingle, para subir por la femoral, y llegar hasta el centro de la cabeza, donde se aloja este tumor de aspecto vascular, que lleva sangrando dos meses (¡tantas veces habré cortado las irrupciones de agua en las minas…!).
Alcanzado el punto neurálgico, a base de reconducir el catéter, procedieron a realizar inyecciones de trazador opaco (yodo-131), para visualizar radiológicamente los conductos venosos y arteriales, que discurren por todo el entorno. La sensación era de oleadas de calor, que se expandían por la cabeza. El quehacer galénico previsto lo definían como “un estudio angiográfico y una embolización del tumor rinofaríngeo con epistaxis esporádica” (¡lagarto!
¡lagarto!).
Estaba en manos del equipo del Servicio de Neuroradiología Vascular e Intervencionista, integrado por los Dres. Castro, Fortea y Villoria, de Hospital de Madrid Montepríncipe.
El informe final reza así “Se ha realizado el estudio tras acceso vía femoral derecha, caracterizando las carótidas comunes y externas de ambos lados. Las bifurcaciones carótideas son normales. Se demuestra un mínimo aumento de la vascularización sobre el área lesional demostrada en el estudio de Resonancia Magnética procediendo posteriormente a microcateterismo supraselectivo de las arterias maxilar interna proximal y distal y tronco faringooccipital izdos., sin que se demuestren datos de vascularización tumoral significativa, que sean susceptibles de devascularización prequirúrgica por lo que se desestima la vascularización.
La conclusión del equipo médico, en plena intervención, es que no era necesaria la embolización, por ser mayores los riesgos que podría ofrecer a las ventajas quirúrgicas que podría presentar (había firmado previamente una hoja de esas que te dice que el riesgo de parálisis facial. con la embolización, era del 5 %, o sea uno cada 20, y no sabía si los anteriores 19 no la habían tenido…). Esta circunstancia, sin duda favorable, dio muchos ánimos para enfrentarme a la faena definitiva.
Minería a cielo abierto
El 1 de abril ha sido la operación de alto riesgo, consistente en abrir toda una apertura entre el labio superior y la dentadura; dilatarla (¿con fórceps?); levantar la cara (como quien se quita un calcetín, o como esos filetes de los cuadros de Dalí), y acceder hasta el tumor, para extirparlo.
La ha realizado el equipo integrado por tres cirujanos del Hospital de Madrid Sanchinarro, al mando del Dr. Jorge Antolí-Candenas, incluyendo al Dr. Miguel Ángel Muñoz Díaz y a la Dra. María Mercedes Ontañón Martín, con su equipo auxiliar y sin olvidar, por supuesto al anestesista cuyo nombre olvidé cuando dulcemente me durmió. El tiempo de ejecución ha sido de tres horas y media (con anestesia total). Equipo médico que ha demostrado no sólo una excelente profesionalidad y saber hacer, sino un afecto y calor humano que dan la vida al paciente.
Lo primero fue pedir al anestesista que colocase cerca de la cabeza, en la mesa de operaciones, dos estampas que llevaba (para sentir su compañía y fuerza), de Juan Pablo II (que el 1 de mayo será beatificado) y de la Virgen del Milagro (patrona en esos Montes de Toledo, de Sagrario). Tuvo la amabilidad de fijarlas al costado de mi cuerpo, con cinta adhesiva, con lo que ahí han estado durante la intervención y el postoperatorio, junto a las plegarias de muchos amigos, de muchos rincones del mundo.
En teoría, de acuerdo por lo expresado por los médicos y lo leído en Internet, el postoperatorio debería ser muy doloroso, pero he de confesar que no lo ha sido en absoluto, y no he necesitado calmantes. Internamente llego a creer que ha sido milagroso.
El 5 de abril abrieron la herida, con anestesia total, esta vez creo que por la nariz, pararevisión, sustituir drenajes y volver a colocar la “fachada” en su sitio, buscando una adecuada “restauración” ambiental.
Y el 6 de abril, a las tres de la tarde, ya estaba en casa, gozando del afecto de Sagrario, hijos, nietos y hermanos, sufridores de esta operación minera de riesgo, frente a la que han sabido hacer una cadena humana de tantos afectos, que definitiva ha sido en la secuencia del proceso.
En realidad yo, que hubiese querido ser torero (aunque no tenía las cualidades para ello), me he visto, en esta tesitura de ajustarme la taleguilla, calarme la montera hasta el fondo, ajustarme el capote al corazón, sentir los clarines mientras se abría la puerta de los miedos, y salir a la “plaza”, para dar un “paseíllo”, que podría ser el último… y todo ello por haberme identificado tan plenamente con la minería…
Ahora ya, casi con una careta de “los tres cerditos”, no tengo desde luego valor para cantar aquello de ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo!, porque cuando se le van las orejas tan cerca…
La gran satisfacción final ha sido la de conocer el día 7, en llamada telefónica del Dr. Jorge Antolí-Candela, que la descripción microscópica indica que no hay signos histológicos de malignidad, al tiempo que para la biopsia se indica “sin evidencia de malignidad en el área muestreada”. Como podéis suponer el hecho de que no sea cancerígeno, supone un subidón en la moral, no se requiere ni quimio, ni radiación ni ninguna de esas mandangas, y el panorama se abre esperanzador, para seguir caminando por los senderos que se abran por delante, seguir disfrutando del afecto de los amigos, seguir viviendo ilusiones,…
Finalmente el lunes, día 11, he pasado por la consulta, donde he recibido todas las atenciones de la Dra. Mercedes Ontañón, quien ha retirado los tapones de las narices; con uno de ellos creo que han debido de salir los cuatro pelos de la coronilla Y menos mal que ha estado decidida en dar el tirón, porque si lo duda os aseguro que no lo saca.
He quedado como nuevo; el descanso es total; el alivio que supone respirar por la nariz, sin esos tarugos metidos dentro es impagable. Ahora me quedará una bigotera, durante unos días, para que no se deforme el labio superior o se abran los puntos interiores.., y he empezado los ejercicios de “calentamiento” en la banda, para así, en el momento en el que se descuide la “entrenadora (Sagrario), saltar al campo del juego; no voy a dejar que Messi me birle el balón de oro. Tan prontico pueda salgo para Brasil, donde debería haber ya estado, y donde tengo tres semanas de trabajo.
Todo mi agradecimiento, a cuantos os habéis interesado, y a cuantos seguro que lo haréis ahora, al tiempo que os pido disculpas, anticipadas, porque no podré responder individualmente a vuestros correos.
A todos un abrazo muy fuerte, siendo hoy más sentido que nunca ese ¡Amigos para Siempre! de este amigo que ha renacido.