«La Ciudad Comprometida»
Como ya explicamos en el primer artículo de esta serie, el Ciclo Integral del Agua es el conjunto de procesos por los que pasa el agua que consumimos, desde que es recogida en la naturaleza hasta que es devuelto el excedente a la naturaleza con la calidad adecuada para ser asimilada por el Medio Ambiente. En el primer artículo definimos globalmente todo el proceso y el segundo nos centramos en la primera parte del ciclo, el abastecimiento, desde que el agua es captada hasta que llega a nuestros hogares para ser consumida.
Ahora abordamos la segunda parte del ciclo integral, que trata de la red de saneamiento y los sistemas de depuración. Es decir, los procesos a los que es sometida el agua que sale de nuestros desagües hasta que es vertida a la naturaleza. En el siguiente esquema indicamos la parte del ciclo del agua que vamos a tratar.
El agua que sale por nuestros desagües, ya contaminada, contiene sólidos en suspensión, materia orgánica, detergentes y microorganismos, todo ello constituye el agua residual urbana que es recogida y canalizada por la red de saneamiento. A esta agua se une el agua de la lluvia proveniente de los tejados de los edificios y de la escorrentía de las calles. Este tipo de red, denominada unitaria, es la habitual en nuestras ciudades, en la que son conducidas conjuntamente el agua fecal y el agua de lluvia. Pero en las nuevas urbanizaciones se están proyectando redes separativas, en las que se diseñan dos conducciones independientes una para agua residuales y otra para las aguas de lluvia.
En ambos casos las tuberías de saneamiento conducen el agua residual hasta las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (E.D.A.R.), ya que, antes de restituir el agua a un cauce público o el mar, el agua debe ser tratada para que le quede una contaminación residual que pueda ser aceptada y autodepurada por el medio natural. Y en el caso, de las redes separativas el agua de lluvia es conducida por la red de pluviales hasta un punto de vertido en un cauce público o en el mar.
Existen distintos sistemas de depuración, y la elección del mismo depende principalmente del tamaño de la población y de la carga contaminante que tenga el agua residual, es decir de lo contaminada que esté y del tipo de contaminante que contenga.
Los sistemas de depuración se dividen en dos grandes grupos en tratamientos extensivos e intensivos. Los tratamientos extensivos están basados en la imitación de los procesos de depuración que ocurren de forma natural en los suelos y en las masas de agua, requieren una gran superficie de implantación pero, generalmente, no necesitan un aporte externo de energía. Entre ellos se encuentran:
- Filtros verdes y las zanjas filtrantes, que utilizan el suelo como elemento depurador.
- Humedales superficiales, que simulan las condiciones de los humedales naturales.
- Lagunaje, que imitan los procesos naturales de depuración de los ríos y los lagos.
- Los filtros de arena, filtros de turba y los sistemas de infiltración-percolación, que se basan en la filtración de las aguas.
Los sistemas intensivos, se caracterizan por acelerar el proceso de depuración natural empleando un suministro externo de energía, por lo que requieren menor superficie. En ellos se incluyen:
- Aireación prolongada y reactores secuenciales, que son sistemas de cultivos en suspensión.
- Los lechos bacterianos, contactores biológicos rotativos (CBR), y los sistemas biopelículas sobre lecho móvil (MBBR)
Podemos resumir que los tratamientos extensivo no son operativos para grandes poblaciones por la gran superficie que ocupan, y además el agua depuradora resultante de algunos de estos sistemas no reúne los requisitos exigidos por normativa, como son los filtros de turbas o los lagunajes, por lo que en estos casos se está optando por combinarlos con otras tecnologías. En cambio los costes de construcción y de explotación de las técnicas extensivas son menores que en el caso de las intensivas. Y los residuos resultantes de la depuración, los llamados fangos, son generalmente menores en las tecnologías extensivas.
Pero podemos decir que esta es la teoría, pero la realidad es que no toda el agua residual es depurada, sino que es vertida directamente al medio ambiente sin depuración previa. A pesar de que La Directiva 91/271/ CEE, del 21 de Mayo de 1991, fijó unas fechas topes para depurar las aguas residuales, en el caso de las aglomeraciones mayores de 15.000 habitantes era el 31 de Diciembre del 2000, y para las poblaciones que tengan entre 2.000 y 15.000 habitantes era el 31 de Diciembre de 2005. Y la Directiva Marco del Agua del año 2000 exige que todas las aguas residuales tienen que ser depuradas antes del año 2015, incluso las procedentes de poblaciones con menos de 2.000 habitantes, y fija los parámetros que deben cumplir las aguas ya depuradas. Hay que indicar que si no se cumplen los requisitos exigidos por ambas normativas la UE pondrá las sanciones pertinentes que serán asumidas por los Estados Miembros no cumplidores.
El Colegio de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos de la Demarcación de Andalucía, Ceuta y Melilla el año pasado realizó “un informe sobre la situación de depuración de las aguas residuales en la provincia de Granada”, basándose en la información publicada por la Consejería de Medio Ambiente de la JJAA y la Diputación de Granada y de datos recopilados por el grupo de trabajo que redactó el informe.
El informe resalta que el agua residual del 46% de la población de la provincia no es depurada, y de los 168 municipios que forman la provincia, sólo 57 de ellos disponen de EDAR. Y en el caso de los municipios con más de 15.000 habitantes entre los que disponen de sistemas de depuración en sus núcleos principales están: Granada, Motril, Almuñécar, Baza, Loja y Guadix.
En el siguiente mapa de la Diputación de Granada se puede ver el estado en el que están estas infraestructuras en la provincia. El informe lo expresa en cifras, concluyendo que el 54% de la población depura sus aguas residuales, el 40% de la población tienen la EDAR en estudio o proyecto, 1% tienen su depuradora en construcción (algunas de ellas reprogramadas), el 1% está pendiente de su puesta en marcha y el 4% de la población no tiene prevista ninguna actuación.
Por lo tanto, podemos concluir que tenemos mucho que mejorar, porque está situación no es exclusiva de Granada sino que es generalizada en toda España.
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Ciclo Integral del Agua I
Ciclo Integral del Agua II
Mª Angeles Romero Manchado. Ingeniera de Camino, Canales y Puertos de GRarquitectos