Como todo el mundo sabe, la planificación de las actuaciones en las ciudades constituye un instrumento esencial para garantizar su sostenibilidad y la mejora general de la calidad de vida de las personas en todos los sentidos. Pero de la misma manera también existe una convicción muy extendida de que la complejidad de los planes y la amalgama de decisiones que encierran, constituyen un fatídico caldo de cultivo en el que los abusos, los privilegios y los desmanes podrían campar a sus anchas… como lamentablemente ha ocurrido en numerosos lugares y en numerosas ocasiones.
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