“La Ciudad Comprometida”
La luz que nos impide ver las estrellas… eso es la contaminación lumínica. Es la luz desperdiciada que se pierde iluminando el cielo en lugar del suelo o los objetos. O dicho de otra manera mucho más técnica: “el resplandor nocturno producido por la difusión y reflexión de la luz en los gases y las partículas en suspensión de la atmósfera, produce una luminosidad envolvente provocada fundamentalmente por el alumbrado público y de escaparates, por los anuncios luminosos, la iluminación de monumentos, estadios deportivos, etc.”
Y este tema lo hemos elegido en La Ciudad Comprometida, porque constituye un síntoma más de ese despilfarro de recursos al que tan acostumbrado nos tiene el ser humano, sin importarle casi nunca los efectos secundarios que ello trae consigo… bien en cuanto a consumo desaforado de energía, lo cual está estrechamente relacionado con la emisión de CO2, o bien por sus efectos perniciosos sobre la atmósfera nocturna.
“El citado resplandor nocturno causa deslumbramientos en las personas, origina desorientación en las emigraciones de las aves, altera el comportamiento de los animales y los insectos, dificulta las observaciones astrofísicas e impide la contemplación estelar y la visión nocturna de las ciudades con sus paisajes y monumentos no iluminados.”
Por eso, insisto, hemos elegido esta temática, de gran relevancia simbólica por cuanto se concreta en la imposibilidad de ver las estrellas desde las ciudades y desde sus entornos inmediatos. Valga el ejemplo de la provincia de Granada, por ser “muy sensible a este problema debido a que en Sierra Nevada se encuentra el Observatorio Astronómico del Instituto de Astrofísica de Andalucía al que perjudica notablemente el resplandor luminoso”.
Desde La Ciudad Comprometida queremos hacer un llamamiento a la racionalidad en el diseño de las instalaciones de iluminación, tanto urbanas como monumentales, y para ello hemos invitado al investigador Juan Carlos Suárez Yanes, astrofísico del CSIC, para que prepare un artículo específico para este blog en el que exponga las limitaciones que esta mala práctica de las ciudades está suponiendo, entre otras cosas, para la investigación del universo desde los observatorios… y nos ha prometido que en unas semanas estará listo para su publicación.
Entre tanto, os invitamos a leer un Comunicado sobre la Contaminación Lumínica, publicado en su web por la Real Academia de Bellas Artes de Granada, cuyas ideas esenciales, no obstante os resumimos:
…La contaminación lumínica es luz desperdiciada y por tanto es energía que se pierde iluminando el cielo en lugar del suelo o los objetos. El grado de resplandor luminoso nocturno es proporcional al nivel del alumbrado público de la población. Por esta razón se deben de utilizar niveles razonables de iluminación, con lo que se lograría un gasto razonable de energía eléctrica y una emisión menor de gases de efecto invernadero, ya que por cada kilowatio hora que producen las centrales térmicas se emiten a la atmósfera entre 0,65 y 0,8 kilogramos de anhídrido carbónico…
…Aunque la preocupación por la contaminación lumínica ha surgido hace relativamente poco tiempo, las administraciones públicas, tanto internacionales como nacionales, han tomado conciencia del problema. En España, el Instituto para la Diversificación y Ahorro Energético I.D.A.E. y el Comité Español de Iluminación han redactado una propuesta de modelo de ordenanza municipal de alumbrado exterior para la protección del Medio Ambiente, mediante la mejora de la eficiencia energética. En Granada existe un “Foro sobre la contaminación lumínica” que tiene como objetivo difundir y concienciar sobre los problemas que dicha contaminación lumínica conlleva, así como plantear soluciones de ahorro energético y de conservación ambiental.
…La naturaleza de los pavimentos y de las fachadas de los edificios condiciona el resplandor luminoso nocturno, ya que superficies claras y pulidas tienen un elevado índice de reflexión, por lo que es necesario tener en cuenta esta circunstancia a la hora de diseñar las instalaciones de alumbrado público. En la propuesta de ordenanza antes indicada se establecen directrices y parámetros para el diseño de las instalaciones de alumbrado público e instrucciones para que las luminarias tengan un diseño adecuado de modo que su flujo luminoso proyectado por encima del horizonte sea nulo.
Pese a ello, y como muchos ciudadanos exigen para las calles niveles de iluminación cada vez más elevados, nos encontramos que, por falta de un adecuado planteamiento de los distintos aspectos del problema, las ciudades españolas son las más iluminadas de Europa y, por tanto, con más niveles de contaminación lumínica. Y ante lo que algunos pueden considerar un acierto, hemos de llamar la atención sobre los problemas que esto acarrea. Así, mientras que en ciudades como Florencia se adoptó hace algún tiempo un nivel de iluminación de 15 lux, en Granada nos encontramos con calles y zonas que llegan a triplicar este valor.
Si bien es cierto que el ojo humano tiene una sorprendente capacidad de adaptación a muy distintos niveles lumínicos, también lo es su dificultad para una acomodación rápida desde unos niveles a otros. Es decir, si estamos observando una zona muy iluminada, somos incapaces de percibir con detalle las zonas de sombra o de menor iluminación al producirse un efecto de deslumbramiento. De ahí que lo importante de una buena iluminación no es que alcance unos elevados niveles lumínicos, sino que estos sean homogéneos. Este aspecto tiene especial incidencia en la iluminación de edificios históricos, a los que muchas veces se aplican excesivos niveles de iluminación en una búsqueda de efectos dramáticos, generalmente irreales, olvidándose que con ello se imposibilita la adecuada visión de su entorno y se produce un derroche de energía. Y lo que es peor, se desfigura el concepto artístico que impulsó al creador a dar forma a su proyecto.
Aprovecho para invitar al «Foro sobre la contaminación lumínica» para que nos aporte ese borrador de ordenanzas así como otras experiencias que vea oportuno
Granada. febrero de 2008.
La noche ya no es oscura
Andalucía es la quinta comunidad que regulará la contaminación lumínica
El País, 22-03-2009
A los presos de Guantánamo se les torturaba con una luz permanentemente encendida. Es un ejemplo radicalizado de los que supone vivir 24 horas iluminado. Pero cada año está más cerca la noche sin oscuridad. La contaminación lumínica o alteración de la oscuridad natural del medio nocturno se incrementa y tiene efectos negativos en las investigaciones astronómicas, cambios en los hábitos de animales y vegetales y consecuencias para la salud de las personas.
Se puede comprobar desde casa, dejando las ventanas abiertas en la noche y viendo la luminosidad que entra en la habitación. A esto se le llama intrusión lumínica. “No se puede conciliar el sueño, crea ansiedad, estrés, y lo más importante, la luz en la noche nos puede trastornar el funcionamiento de la melatonina. Es una hormona que se segrega de noche, reguladora del ciclo circadiano, que controla el sistema inmunológico, el control del envejecimiento y la prevención del cáncer”, cuenta Carlos Herranz, presidente de la asociación Cel Fosc (Cielo Oscuro) que lucha contra la contaminación lumínica. Los perjuicios en la flora se observan paseando por la calle, comenta Herranz; “si miras los árboles de hoja caduca que están próximos a las luces se ve como la hoja dura más tiempo verde y tarda más en caer”. Daniel López, responsable de residuos de la ONG Ecologistas en Acción, que estudia la contaminación lumínica, añade el efecto que produce en las algas: “pierden también el ciclo circadiano, porque suben a la superficie o bajan según la luz, en el litoral gaditano están muy afectadas”. La playa de la Victoria en Cádiz está catalogada por esta ONG como uno de los puntos negros de Andalucía en contaminación lumínica junto con urbes como Sevilla o la costa de Málaga. “Los focos que iluminan la playa de noche suponen un derroche energético, desorientan a los animales. Los pájaros no pueden pernoctar, se deslumbran, se pierden, chocan”. También afecta a los insectos. “Hay algunos que viven atraídos por la luz, como las polillas. Sólo se concentran en los focos y dejan lugares totalmente vacíos, lo que interfiere en la cadena trófica de los animales”, asegura.
Y más allá de perder la oscuridad en el ámbito urbano afecta a los que estudian de noche, los noctámbulos por naturaleza, los astrónomos. David Galadí, astrónomo del observatorio de Calar Alto en Almería se lamenta de perder la posibilidad de descubrir el origen del universo. “Cada vez hay más brillo de cielo y se pierden los astros más débiles y lejanos, lo que impide muchos tipos de estudios, sobre todo los de vanguardia”. “La contaminación lumínica nos roba la posibilidad de saber dónde estamos y quiénes somos”. Pero Galadí no sólo reivindica el cielo oscuro para trabajar, habla en nombre de los amantes del cielo. “Es importante que defendamos ver las estrellas como patrimonio cultural y natural”.
Según cálculos de Cel Fosc, el 99% de la población española vive bajo un cielo contaminado, el 67% ha perdido la visibilidad de la vía láctea, el aumento del consumo eléctrico crece hasta un 10% por año y España tiene el récord europeo de potencia media por farola. Pero no hay ninguna ley sobre la contaminación lumínica. “Sólo un apartado en el real decreto de Eficiencia Energética del Ministerio de Industria”, dice Herranz.
Andalucía es la quinta comunidad española que aprobará una normativa para regularla dentro de la Ley de Gestión Integral de Calidad Ambiental. “Si se desarrolla bien el decreto, será el proyecto que mejor cumpla nuestras expectativas de todo el país”, afirma Herranz. Para Jesús Nieto, director general de Prevención y Calidad Ambiental de la Consejería de Medio Ambiente, “este avance permitirá reducir el consumo de luz en la noche para favorecer la actividad profesional de los astrónomos y garantizar calidad en los entornos naturales y en los núcleos urbanos”. Nieto estima que para después de verano estará aprobado el borrador. “Las directrices que deberán cumplir los ayuntamientos serán cuatro: ajustar los horarios de iluminación, equilibrar la intensidad, utilizar las iluminarias óptimas y prestar atención al alumbrado ornamental y de fiestas”. Nieto se apresura a señalar que estas medidas también tienen una ventaja obvia, “a menos consumo, menos gasto”.
Es un mensaje que comparte el ecologista David López, feroz luchador contra el despilfarro energético, “no hay que olvidar que todo esto está exclusivamente propiciado por las personas”. La tortura y condena de muchos seres vivos se puede acabar con un simple gesto humano, acercarse al interruptor y apagar la luz.
podrian poner como ver las estrallas con mayor o menor claridad