«La Arquitectura Comprometida»
Por Rafael Heredia Moreno. Arquitecto Técnico
Muy a menudo los técnicos nos vemos abocados a combatir en una batalla interna a la hora de diseñar las soluciones constructivas de los que se componen nuestros edificios cuando están situados en enclaves de valor: La batalla la libran por un lado las situaciones más románticas abocadas a un conservadurismo de la estética y de los técnicos tradicionales de construcción.
Por otro lado, tenemos la intención de aplicar las nuevas técnicas y materiales para mejorar las condiciones económicas, energéticas, de sostenibilidad, además de ceñirse a un cumplimiento estricto de la normativa existente.
Este conflicto carece de importancia cuando se produce en fueros y foros internos, pero se magnifica en sobremanera cuando los técnicos nos erigimos en firmes defensores de una de las dos posturas, especialmente cuando las funciones de éstos es velar por la protección de núcleos urbanos de valor o protegidos. Ni que decir tiene que parte de riqueza cultural de nuestros pueblos (que no hay que confundir con el potencial turístico) reside en su “caracterización” arquitectónica.
Pero, ¿no es cierto que dicha caracterización proviene de una evolución anterior? ¿No sería igualmente interesante dejar que la modernización de los sistemas constructivos se inyectara en las venas del medio rural? Lo que no tiene sentido es una obsesión por la estética rural que lleva a la adulteración de la arquitectura tradicional en la realización de esqueletos modernos “siliconadas” con porches de piedra, madera y cal.
En un intento de combinar sistemas estructurales y cerramientos primarios y secundarios modernos con acabados tradicionales terminamos generando construcciones cuya energía contenida no es proporcional, ni a su eficacia energética, ni a la sostenibilidad que corresponde entorno de éstas características. Tarde o temprano las autoridades y los técnicos que los asesoran tendrán que reunirse y unirse a los diseñadores y redactores de normativas para pormenorizar soluciones totalmente adoptadas a éstos entornos y crear así una nueva arquitectura respetable con el ambiente, la economía, la tradición y el progreso.
Una nueva arquitectura a proteger que enriqueciera nuestros pueblos en sus facetas vitales y artísticas.
En la ciudad histórica como en las pequeñas poblaciones rurales de interés cultural, rehabilitación de ser la actuación preferente a llevar a cabo, y la que mejor garantizara su autenticidad cultural. Por tanto, en estos ámbitos, la sustitución de los edificios o las nuevas edificaciones serán hechos singulares en los que debe primar su integración urbana. Para ello, deben establecerse con responsabilid que invariantes arquitectonicos de los modelos locales han de incorporarse en la nueva actuación para desde ahí, a partir de ahí, dotar de toda la funcionalidad, confort y garantías al nuevo edificio, sea para vivienda o para otro uso…
Comparto contigo en que ambas cosas son necesarias, y que en general las actuaciones que generalmente se llevan a cabo son insatisfactorias por pecar por exceso o por defecto en los aspectos comentados.
Es importante valorar si el modelo a conservar es de verdad relevante o no, ya que, a veces, caemos en la replica de modelos poco funcionales y que no solucionan el problema existente, simplemente por el echo de la mera conservación.
Ya, claro, pero el marco idóneo para decidir eso debe ser el del planeamiento urbanístico (siempre que entre sus objetivos principales este la protección y puesta en valor del patrimonio cultural existente). Por tanto en ese contexto la clectividad podrá pronunciarse sobre que elementos patrimoniales deberán tener una protección especifica -así como que diferentes grados de protección- y que otra protección genérica o que condicionantes se establecerán para las nuevas actuaciones…
El tema es tan serio y tan delicado que en el reside una parte importante (no la única, claro) de las soluciones para la conservación del patrimonio cultural urbano y periurbano.