“La Ciudad Comprometida”
Se dice que en los momentos de crisis es cuando se agudiza el ingenio y surgen las mejores ideas…y también deben ser ocasión para tomar conciencia de hábitos cotidianos que tenemos tan interiorizados como es el uso del vehiculo privado. Y como no hay mal que por bien no venga, deberíamos aprovechar el aumento del uso de la bicicleta que se esta produciendo, que obviamente no se corresponde por una apuesta decidida de la sociedad por el uso de un transporte sostenible si no por pura necesidad vital, para fomentar este saludable hábito para cuando lleguen mejores tiempos. De esta manera, nosotros mismos, y las nuevas generaciones, adaptaremos estas conductas de una forma más natural y racionalizada.
“La bici gana terreno en la ciudad como solución anticrisis” es el titulo del articulo que hemos rescatado de la prensa digital que ahonda en esta tendencia que ya no es solo una moda:
Por cada golpe de pedal, un céntimo de ahorro. Por cada nuevo ciclista, un mordisco al déficit y un empujón a la economía nacional. El uso de la bicicleta, cada vez más extendido en España —tres millones la usan a diario— se ha convertido, en una carrera más de fondo que de velocidad, en un probado elemento de ahorro que algunas administraciones y empresas, aunque tímidamente, comienzan a tener en cuenta. Si la motorización que empezó en los 60 en España fue un símbolo del progreso económico, el uso de la bicicleta ayudará a salir de la crisis.
«Ir en bici no es solo una cuestión de comodidad, de hacer deporte, de llegar antes a los sitios; también es un asunto económico, una manera de contener el gasto, privado y público, que hay que tener en cuenta, mucho más en los tiempos que corren». Así se explica Joan Valls, presidente del Bicicleta Club de Cataluña, una de las entidades más activas en España de lo que se conoce como el «lobby» ciclista, colectivo que ve en la crisis, y apelando al pragmatismo, una oportunidad para reivindicar las bondades del pedaleo. «Habrá quien, en el momento actual, vea frívolo gastar en promoción de la bici. Es lo contrario, es una inversión de futuro», añade Esther Anaya, consultora independendiente en temas de Movilidad.
Aunque no existe en España un estudio específico sobre el impacto económico de la bicicleta, otros países sí lo han hecho. Es el caso de un amplio trabajo de la London School of Economics, que en 2010 estimó en 3.557 millones la aportación de la bici a la economía del Reino Unido. Su aproximación es transversal, y trata de sumar tanto lo que aporta la industria de las dos ruedas, como el alivio que supone para el transporte público y la congestión viaria, el ahorro en el sistema sanitario, la contribución al medio ambiente o, de manera más concreta, lo que dejan de gastar las empresas en absentismo laboral. Puede parecer anecdótico, pero ayuda a comprender el impacto directo de la bici: los trabajadores que pedalean están más sanos y enferman menos. Consecuencia: menos bajas. Solo en Reino Unido representa un ahorro de 156 millones al año.
Menos muertes al año
Otro estudio, en este caso del Centro de Investigación de Epidemiología Ambiental de Barcelona, calibra el impacto del «Bicing», el sistema de bici pública en Barcelona que, con mayor o menor ambición, tienen otras 185 ciudades y pueblos españoles. La investigación estimó en doce el número de muertes que el Bicing evita al año por la actividad física que implica, un ahorro global para el sistema de salud de 21 millones, por encima de los 15,4 que cuesta el sistema en Barcelona. Es probable que los ciclistas que circulan por nuestras ciudades no sean conscientes de estas cifras, sí en cambio que hayan calculado el ahorro directo que supone comenzar a pedalear. La escalada del precio de la gasolina y del transporte —notable en Madrid y Barcelona— lleva a muchos a ver en la bici una alternativa para la movilidad cotidiana.
Impulso municipal
Las estadísticas así lo señalan. Según el IV Barómetro de la bici de la DGT (2011), el porcentaje de usuarios sigue estable, lo que crece es la intensidad de uso. Es decir, el ciclista ocasional pasa a ser diario; del uso lúdico al transporte para ir al trabajo. Según la DGT, la utilización de la bicicleta para acudir a trabajar pasa del 6,8% de 2008 al 11,9% de 2011, o del 17,4% al 30,3% en desplazamientos cotidianos. Los porcentajes de mayor crecimiento, en ciudades de más de 500.000 habitantes.
La administración parece asumir las virtudes de la bici: la DGT impulsa una reforma del Reglamento de Circulación para dar mayor cobertura al ciclista, sobre todo urbano, y los ayuntamientos, con mayor o menor vigor, fomentan su uso. Antonio de Guindos, concejal de Movilidad de Madrid, señala a ABC el ejemplo del carril bici Mayor-Alcalá, el proyecto M10 y el sistema público de alquiler de bicis para 2014, aunque este último «sin ser tan extenso como el de Barcelona». En la capital catalana, su homólogo Eduard Freixedes añade a este diario que «si se cree en la bici hay que empezar por pacificar el tráfico». Por calidad de vida, pero también por economía, añaden los ciclistas.
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