La aglomeración metropolitana de Granada y el espacio de la Vega: dos realidades territoriales obligadas a coexistir (II)

 «El Territorio Comprometido»

Por Miguel Ángel Sánchez del Árbol. Geógrafo 

En la sumaria relación de hechos anteriormente expuesta, cabe enmarcar el caso de la aglomeración metropolitana granadina, aunque sea parcialmente, no sólo en cuanto a su situación socio-económica, sino en cuanto a su raigambre: sin ser ajena a la cultura europeo-occidental, mantiene rasgos netamente mediterráneos. En esa hibridación se presenta, por un lado, la participación democrática en las decisiones sobre el territorio que afectan a la colectividad, a través de diversos procedimientos y/o instrumentos, como los de planificación urbanística y territorial, así como intervención decisiva de los poderes públicos en asuntos relativos a dotación de equipamientos e infraestructuras,  servicios diversos (sanidad, educación,  transporte colectivo), medio ambiente, etc.; por otro lado, su poso cultural orientado al buen vivir de resabios dionisíacos, donde a menudo prevalece el culto a la privacidad junto a la dejación de responsabilidades en la construcción del espacio vivido, que el ciudadano pone en manos de representantes políticos y de técnicos en la materia sin ejercer apenas el derecho de participación, a la vez que se digiere con poco criterio todo tipo de influencia externa o ajena a la cultura vernácula, que se traduce en un innumerable elenco de despropósitos urbanísticos y constructivos, que han desvirtuado profundamente el paisaje urbano y periurbano. A todo ello habría que añadir la frecuente relativa escasez de recursos económicos, cuando no su ineficaz gestión, que afecta a muchos de los agentes territoriales, tanto privados como públicos, lo que supone con frecuencia improvisación en las decisiones, postergación sine die de problemas, excesiva perentoriedad en las soluciones y, en el caso específico de la intervención pública, desajuste entre demandas y ofertas sociales, siendo frecuente el déficit de infraestructuras y equipamientos. Continuar leyendo →

La aglomeración metropolitana de Granada y el espacio de la Vega: dos realidades territoriales obligadas a coexistir (I)

 «El Territorio Comprometido»

Por Miguel Ángel Sánchez del Árbol. Geógrafo 

En el espacio de la Vega de Granada –que no es, o no debe ser, un mero espacio físico– el volumen poblacional alcanzado por su sistema de asentamientos y los nuevos modelos de vida no son las únicas variables determinantes de los recientes problemas de configuración, funcionalidad, productividad, sostenibilidad ambiental, imagen paisajística y otros aspectos sensibles del territorio, sino sobre todo el hecho de superponerse, coexistiendo con desiguales oportunidades de implantación y expansión, diversos sistemas de ocupación con sus respectivas necesidades de espacio físico, sus divergentes requerimientos en recursos humanos y naturales, sus distintos mecanismos de funcionamiento y unos procesos productivos que llegan a ser, en casos, incluso antagónicos. El más dinámico de tales sistemas es, sin duda, el urbano-industrial, que ha adquirido carácter metropolitano y que se expande en gran parte por la Vega; de ahí la obligada coexistencia, en  el mejor de los casos, puesto que hasta ahora todos los síntomas son los de un espacio agrario notablemente sometido a las necesidades del espacio urbano. Continuar leyendo →

Las acequias

«El Territorio Comprometido» 

El agua corriente de las acequias crea su propio eco-sistema lineal con unas condiciones especiales para la supervivencia de la flora y la fauna de las inmediaciones del cauce. Por lo tanto, al valor intrínseco que poseen para la actividad agrícola hay que añadir el valor ecológico debido a las filtraciones que generan vegetación natural a su paso.

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Donde la cubierta toma protagonismo

«La Arquitectura Comprometida»

Por Daniel R. Gómez González. Arquitecto
Capileira. Alpujarra granadina./ Dani Gómez
Capileirilla. Alpujarra granadina./ Dani Gómez

En contadas ocasiones una solución  constructiva para la “quinta fachada” de nuestras arquitecturas ha sabido conjugar el valor estético y el funcional como hacen los terraos. Su lenguaje sencillo junto con la complejidad de las tramas urbanas que encontramos en los núcleos de la Alpujarra define un paisaje único de cualidades excepcionales.

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