«La Ciudad Comprometida»
Empecemos por lo más sencillo, el estacionamiento no debe ser un negocio ni tiene por qué tener un afán recaudatorio sino que más bien tiene que ser una regulación en el uso de un bien escaso. Esta manera de enfocar el problema, nos lleva a pensar en el estacionamiento como un tema de movilidad y desarrollo urbano. Es aquí donde el arquitecto y el urbanista definen las reglas y las claves del estacionamiento en espacios públicos.
Está claro, a nadie nos gusta pagar por algo que siempre ha sigo gratuito, ¿Pero realmente no tiene costo? ¿Acaso la ocupación del suelo en espacios públicos para estacionamientos no es un precio muy alto a pagar? Parémonos a pensar en la cantidad de metros cuadrados ‘perdidos’, en todas esas oportunidades desaprovechadas para dotar a nuestras ciudades de mayor calidad ambiental y paisajística, añadiendo a estos factores el impacto en nuestra salud que la concentración de vehículos conlleva.
La densidad urbana en los centros de las metrópolis puede llegar a ser altísima, por tanto es fácil imaginar que el costo de ese suelo es igualmente altísimo. Siguiendo esta lógica, se justifica el cobro a quien hace uso de este bien escaso. Además cobrar por estacionar consigue que se haga un uso más racional del automóvil, por tanto no deja de ser un incentivo más para el uso de la red de transportes públicos, con el consecuente beneficio para la ciudad y sus ciudadanos. Parece de sentido común que aquellos que congestionen y contaminen más, aporten más, para mejorar las condiciones medioambientales
Ahora bien, el problema no está en el pago (creo que queda clara su justificación), sino en el aprovechamiento que genera esta inyección de recursos. Los ciudadanos deben alzar la voz y exigir unas políticas públicas enfocadas a redirigir estos recursos obtenidos, a la mejora de la calidad en el transporte público, a facilitar el uso de bicicletas o simplemente a la mejora social y ambiental de nuestras ciudades. Puestos a criticar, hagámoslo constructivamente, enfadémonos por la mala calidad de nuestros transportes o escasez de proyectos de movilidad en nuestras ciudades, y no nos llevemos las manos a la cabeza por el pago por acceder a un privilegio.
Se trata de atacar el problema de raíz, y ‘repensar’ la ciudad orientada al transporte público, mejorando su calidad y estableciendo un sistema de asociaciones con el transporte privado. Estas asociaciones encajan con la idea de definir centros de estacionamiento, con unas tarifas inteligentes adaptadas al comportamiento de la demanda. Y desde ‘La Ciudad Comprometida’ apostamos por realizar una labor pedagógica, exponiendo a la sociedad que el estacionamiento gratis es una mentira, siempre tiene un costo y lo acaban pagando nuestras ciudades.