«La Arquitectura Comprometida»
Los mercados de abastos viven una época de cambio e incertidumbre. Durante años la sociedad los ha ido abandonando paulatinamente. Varios son los factores que han influido en dicho declive:
– Económico: El capital manda. El libre mercado genera una guerra de precios en la que el pez pequeño acaba siendo devorado por el grande.
– Localización: Dichos mercados, generalmente se sitúan en los centros urbanos de las ciudades. Centros urbanos cada vez más faltos de vecinos y de una identidad de barrio.
– Turismo: Esa pérdida de identidad se potencia, en gran medida, por el turismo. La ciudad ha pasado a ser un parque temático en el que, en nuestro caso, los mercados se convierten en una atracción más.
– Nuestro modo de vida actual: El estrés, la falta de tiempo, la inmediatez y un largo etcétera.
Sin embargo, la crisis vivida está propiciando una segunda oportunidad para estos edificios mediante su reinvención, siguiendo ésta una serie de pautas generales. Ahora no sólo se vende un producto, sino que el usuario puede degustar aquello que después podrá adquirir. Esta hibridación actúa de reclamo sobre el consumidor. El tipo de comercio está cambiando. adaptándose al turismo, en mayor o menor medida, y ofreciendo productos que jamás imaginarías ver en un mercado de abastos. Todo esto acompañado de una reforma, generalmente estética y superficial.
Uno de estos ejemplos es el madrileño mercado de San Miguel, con su incansable y frenética actividad. El interior está repleto de gente y todos los locales abiertos ofreciendo su producto.
La mayoría de gente es extranjera y está de paso. Muchos de ellos tan de paso, que procesionan las calles del mercado sin más. A pesar de este ir y venir de personas sin rumbo, uno puede disfrutar, no sin difilcutades, de las mesas dispuestas en los pasillos en las que tomar algo. Otro dato destacable es la oferta tan variada de productos. Desde jabones a helados, pasando por bodegas. Ya casi no quedaban locales tradicionales con productos frescos.
En Granada pasa algo parecido tras el intento del ayuntamiento de actualizar nuestro mercado de San Agustín a la versión 2.0…
Salvando las distancias, el centro de Granada también recibe a diario una gran cantidad de visitantes. Sin embargo la ubicación del mercado lo protege de una masificación turística. Cercano a la Catedral y a Gran Vía aún se resiste a perder su identidad ligada al barrio.
Tras la reactivación el modelo de negocio cambió y como en Madrid también hibridó. Aunque, afortunadamente, se conservan muchos locales tradicionales como pueden ser fruterías, pescaderías o charcuterías. Se dispusieron mesas en los pasillos y en la plaza exterior. Mención especial merecería la cualidad y calidad arquitectónica de la intervención que se llevó a cabo.
En definitiva, San Agustín no es San Miguel pero ambos esperan un milagro ligado, en mayor o menor medida, al turismo. El mercado granadino aún está a tiempo de pasar directamente a la versión 3.0… Una versión pensada por y para los vecinos sin abandonar la hibridación comercial, vinculándose ésta a atraer consumidores locales y olvidándose de seguir explotando la gallina de los huevos de oro que supone el turismo.