Ojalá esta breve reseña sobre Otíñar te haya abierto las ganas de ponerte unas zapatillas y regalarte una mañana de paseos, perspectivas, aromas y belleza en estos parajes…
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Ayer viví un día muy especial en Guadix, la hermosa ciudad andaluza que me vio nacer, ya que fue uno de esos días en los que la tradición y la cultura en su máxima expresividad se manifiestan con esa grandiosidad que solo está reservada para los días más señalados… Y es que ayer, como cada segundo domingo de noviembre, sus gentes, mis paisanos, celebraban con gran solemnidad la festividad de su patrona, la Virgen de la Angustias, y yo tuve la fortuna de asistir al acto más relevante de cuantos se programaron: La misa pontifical que se celebró en la Catedral…
Era en efecto un acto religioso, pero en realidad también constituyó una maravillosa experiencia cultural, espiritual y para los sentidos, en la que en la que cada uno de los allí presentes fuimos al tiempo actores y espectadores de una liturgia cargada de simbolismo y de un innegable valor antropológico, que seguía un patrón depurado a través de los siglos, y en la que cada uno de sus detalles contribuyeron a la creación de un aura que le daba trascendencia a todo cuanto allí pasó…
Y no cabe la menor duda de que la grandiosidad de la arquitectura de la Catedral de Guadix jugó un papel estelar, ya que la simple contemplación de sus espacios, la luz filtrada, las columnas y filigranas, o las bóvedas de esta joya del renacimiento andaluz ayudaban a trasponerte abriendo todos los poros de tu ser, e incluso te invitaban de alaguna manera a reconciliarte con el ser humano, cuya mano fue capaz de diseñar primero y a construir después algo tan sublime… pero fue mucho, muchísimo más, por supuesto, lo que allí ocurría.
¿Sería entonces por la devoción de las gentes? ¿O por la solemnidad con la que las autoridades civiles y religiosas representaban su papel? ¿Quizás por la escenografía de un ritual en el que cada acto estaba cargado de sutilezas y de significado? ¿O por los ropajes barrocos del séquito de sacerdotes que procesionaban tras del Sr. Obispo? ¿Sería el incienso? ¿Cuánto no dependería lo que allí ocurría de la música del órgano y de las voces corales que cantaban un “Benedictus” maravilloso? ¿O por el brillo de los retablos y de la imaginería religiosa que ayer lucían su mayor esplendor? ¿Y la Luz? ¿No sería acaso por la luz de los centenares de cirios que destellaban dando calor y color a esa otra luz que la arquitectura primero y la tecnología después supieron aportar? ¿Y los recuerdos, qué papel jugarían en todo aquello? Porque yo no podía abstraerme de tantas vivencias relacionadas de una u otra forma con aquel edificio, evocando recuerdos de seres entrañables para mí con los que había compartido momentos similares muchos años atrás…
Por tanto, ayer viví, como os decía, una extraordinaria experiencia cultural difícilmente separable de la experiencia espiritual que también viví… de modo que aún hoy, muchas horas después, aún disfruto erizado de aquella emoción tan intensa.
Y es que no hay nada comparable con la riqueza que atesoran las catedrales, con todo lo que representan histórica y culturalmente, para comprender que el patrimonio trasciende de lo meramente arquitectónico y va mucho más allá… Es decir, de lo meramente artístico del edificio contenedor y de los bienes muebles en él contenidos… Porque las catedrales, como los grandes conjuntos conventuales o monumentales, son verdaderos archivos de nuestra historia colectiva.
Por eso no hay ningún sitio como las catedrales para entender que los aspectos antropológicos y simbólicos son consustanciales a los físicos, y que no podría bastar con restaurar el inmueble si ello no se realiza en el contexto de un verdadero entendimiento de lo que ese monumento significa en todos sus aspectos, incluyendo obviamente el religioso, que constituye su esencia, su sentido y su origen.
Y mi mente, caprichosa en esta mañana otoñal, mientras os escribo me lleva a recordar los quince años durante los que asesoré al Obispado de Guadix como arquitecto diocesano, en los que fui testigo de excepción del impulso que a finales de los ’80 tuvo el Plan Nacional de Catedrales, primero desde el Ministerio de Cultura español y después ppor los diferentes gobiernos regionales, y que supuso un salto cualitativo en los modos de proyectar las intervenciones sobre el patrimonio cultural. Y dio lugar a la formulación de numerosos Planes Directores (yo tuve el honor de dirigir el correspondiente a la Concatedral de Baza) a través de los cuales fue tomando forma una manera diferente de intervenir en el patrimonio al considerar que las labores de conservación o de restauración del edificio o de sus bienes muebles más destacados (un retablo, por ejemplo) debían inscribirse dentro de un verdadero plan organizado en el que pudieran identificarse actuaciones mucho más diversas. De ahí que tuviesen cabida aspectos relacionados con la investigación histórica y documental; con el uso cultural del edificio; con la actividad turística; con la conservación de toda clase de bienes muebles tales como vestuarios, misales y libros corales; con la imaginería, las pinturas murales y los programas decorativos; con su uso museístico; o con la mejora del entorno del monumento, por ejemplo, y todo ello con el concurso de numerosos especialistas y desde el convencimiento de que se hacía imprescindible una visión holística de la intervención sobre el patrimonio cultural.
Años después, tuve la oportunidad de replicar esta metodología para la intervención en otros conjuntos monumentales o incluso para abordar trabajos complejos de planificación…
Pero el caso es que ayer viví cosas grandes, muy grandes, en la Catedral de Guadix.
Hoy queremos compartir con vosotros un video que nos ha parecido muy interesante. Se trata de un corto explicativo del del Plan Director Estratégico de Sao Paulo, Brasil, que fue aprobado en 2014.
Una de las 10 metrópolis más grandes del mundo, con 20 millones de habitantes, que pretende con este plan hacerse una ciudad más amable, sostenible, accesible, equitativa y eficiente. Cómo bien dice el video, cómo devolverles a los ciudadanos la posibilidad de VIVIR su ciudad.
Por ello la participación ciudadana en la redacción del plan fue una parte esencial, mediante foros, organizaciones públicas y participación vía internet para poder abarcar el deseo de los ciudadanos en todos los ámbitos de urbano (social, ambiental, económico, inmobiliario…). Todo ello con el fin de mejorar la movilidad y la accesibilidad urbana, así como redistribuir la riqueza, aumentar los espacios verdes, y localizar las zonas socialmente más débiles, para mejorarlas.
Desde la Ciudad Comprometida hemos querido compartir este corto ya que nos parece una iniciativa muy buena, ya que cómo podréis comprobar, en el video se explica de forma clara, concisa y esquemática los objetivos y estrategias del Plan Director. Mediante la utilización de la tecnología 3D, han conseguido poner al alcance de todos los ciudadanos algo esencial para su ciudad. El urbanismo tiene que partir de la base de la participación ciudadana y su información, pero no sólo en fases preliminares, sino en todo el proceso, y esto es un gran ejemplo de cómo hacer verdaderamente un Plan una herramienta por y para todas las personas.
Hace unos días tuvimos nuestros habituales foros de los jueves, donde recibimos la visita de los compañeros arqueólogos que están colaborando con GRarquitectos en las obras derivadas del Plan Director del Conjunto Conventual de San Antón de Granada. Compartimos la reflexión que nos han enviado acerca de dicho foro y la relación entre arquitectura y arqueología.
Son pocos los profesionales de la arquitectura que, a día de hoy, no asumen con naturalidad que en ciertas actuaciones arquitectónicas es necesaria la intervención del arqueólogo, sobre todo, en aquellos casos en que se actúa directamente sobre un bien patrimonial. Muchos de ellos, asumiéndolo como un “mal necesario”; no tantos, como una oportunidad de enriquecimiento científico tanto del proyecto de actuación como del desarrollo y resultado final de la intervención arquitectónica.
Afortunadamente, comienzan a ser incontables las experiencias de colaboración entre arquitectos y arqueólogos, que han demostrado que las aportaciones de estos últimos al proceso constructivo es fundamental, y no sólo en fase de intervención, sino también, en la de elaboración del proyecto arquitectónico. Esta evidencia, cuando se interviene sobre bienes integrantes del patrimonio histórico construido, es especialmente importante, pues no debemos olvidar que toda actuación patrimonial supone un proceso de conocimiento, una oportunidad única de desentrañar el complejo proceso histórico que desemboca en el estado actual del edificio analizado.
El conocimiento que posee el arqueólogo del desarrollo histórico de un territorio, así como de sus registros subterráneos, permite evaluar de un modo más preciso su potencial arqueológico, ajustando de este modo, los plazos de ejecución y los costes que tendrá el mismo en las fases iniciales. Es decir, contribuye de manera muy notable a la mejor gestión del presupuesto de la obra, disminuyendo considerablemente los frecuentes incrementos de costes, no sólo materiales sino también derivados de los retrasos en los plazos de ejecución, que devienen de inexactas evaluaciones del potencial histórico-arqueológico del área a intervenir.
Por tanto, el arqueólogo que se integra en el equipo técnico del proyecto como una pieza más del engranaje del proceso arquitectónico (como geólogos, urbanistas, delineantes o documentalistas), bajo las órdenes de la Dirección Facultativa, colabora eficazmente en la mejora de la calidad, la gestión y la eficiencia del diseño de dicho proyecto.
Posteriormente, ya en fase de ejecución, la intervención arqueológica aporta valiosa información del edificio objeto de actuación, así como de su interacción con fases históricas precedentes, enriqueciendo de este modo el proyecto de rehabilitación, ya que se obtiene una visión más completa y precisa del desarrollo y la evolución histórica del mismo, sirviendo de base, por ejemplo, para la elección de soluciones y acabados. Incluso, informando de patologías del edificio, lo cual permite solucionarlas en su origen. Es decir, nuevamente, contribuye de manera esencial a la calidad del resultado final de la actuación de rehabilitación ejecutada.
Experiencias de este tipo, como las que se están desarrollando en el Convento de San Antón de Granada, al amparo del Plan Director de dicho conjunto monumental, dirigido por el Estudio de Arquitectura García de los Reyes, vuelven a demostrar la idoneidad de conformar equipos multidisciplinares, entre cuyos integrantes se cuenta el arqueólogo, para el correcto análisis y actuación sobre bienes integrantes del patrimonio histórico arquitectónico, contribuyendo de esta manera a su mejor conservación, protección y puesta en valor, y basadas en una actuación arquitectónica cuyos criterios de intervención están regidos por el rigor científico, y la obtención de la eficacia y la calidad constructivas.
María Isabel Mancilla Cabello
Julio M. Román Punzón
Queremos agradecer a estos dos grandes profesionales la impartición del foro sobre las intervenciones arqueológicas en el Convento de San Antón que tanto nos ilustró.
Con motivo de la festividad de San Antón, el dia 17 de enero volvemos a recordar el Christmas de felicitación que GRarquitectos ha realizado para la pasada Navidad. Como recordareis, el motivo de éste ha sido la Iglesia y conjunto conventual de San Antón, de los cuales GRarquitectos ha desarrollado su Plan Director.
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