EN ESTOS DÍAS SE NOS OLVIDÓ SER CIUDADANOS

Algunas veces a los que trabajamos en la ciudad, seamos técnicos, asesores, funcionarios, representantes vecinales o incluso políticos locales, nos obsesionan tanto los resultados formales y físicos de las cosas, o cómo se gestionan, quien los paga o en qué plazos se construye esa porción de la ciudad (una calle, una plaza, una rotonda, un edificio o una barriada), que se nos olvida que tan importante es construir “ciudad” como “ciudadanía”…

¿Pero qué es eso de ciudadanía? ¿Y qué puede ser construir ciudadanía? ¿Y a quién correspondería? ¿Y habría alguna manera de medir los éxitos conseguidos? ¿Y es fácil tirarlo todo por la borda?

Aunque pareciera obvio, pero como no solemos hablar tanto de cosas como la ciudadanía quizás cueste algo más definirlas… pero seguramente una manera de hacerlo sería señalando a esos ciudadanos cuya actitud heroica salvó vidas o fue ejemplarizante:
– Todos recordamos la ejemplaridad de Adolfo Suarez y del General Gutiérrez Mellado, cuando no se doblegaron ante los golpistas en el Congreso de los diputados… Fueron ejemplares y heroicos.
– Esos miles de voluntarios que se han dejado la piel en los desastres naturales de Puerto rico o de Ciudad de México.
– O a aquel abnegado ciudadano, cuyo nombre ya todos olvidamos, que murió ahogado tras salvar a otras personas…

O a ese/os ciudadano/s ejemplar/es, que en todas las comunidades existe/n, cuya entrega hace más fácil la vida a los demás:
– Hoy por ejemplo, en la radio, hablaban de un grupo de jóvenes voluntarios que ayer limpiaron la suciedad de las playas en Almería haciendo una llamada a la concienciación de la sociedad.
– Recuerdo que en Arequipa (Perú) había un señor mayor que regulaba el tráfico en el entorno del Convento de Santa Catalina y que era de una amabilidad exquisita… y todos lo querían y valoraban su voluntaria contribución.
– Conozco a una chica que se llama Pilar, cajera de supermercado, cuya amabilidad es tan exquisita y cuya sonrisa es tan amplia que todos quieren que ella les atienda en sus compras…

¿Y cuantos centenares o miles o millones de personas nos hacen bien… incluso más

Barcelona. Fuente: jotdown.es
Barcelona. Fuente: jotdown.es

que bien su trabajo diario? Cada uno de nosotros conocemos a muchos de ellos… buenos maestros, excelentes personas que atienden al público, sacrificados policías, militares en misiones internacionales, personas que nos tratan bien y con amabilidad, un taxista comprensivo, el panadero el barrio que mima sus productos…

Recuerdo que hace un par de meses me perdí en la montaña a varios kilómetros de Villa de Leyva (Colombia) y estaba tan desorientado que no era capaz de deducir donde estaba la casa de mis anfitriones, y un joven desconocido se ofreció a llevarme en su moto durante bastante tiempo hasta que pudimos encontrarla…

También en estas páginas de La Ciudad Comprometida de manera periódica vamos ampliando nuestra nómina de “ciudadanos comprometidos”: un diputado que hablaba como la gente llana, alguien que por las noches enseñaba a leer y a escribir a sus paisanos analfabetos, alguna autoridad verdaderamente implicada en algún proyecto ejemplar, un ciudadano anónimo que hizo algo hermoso, o aquel que con su ejemplo diario irradiaba luz en su comunidad, siendo un verdadero ejemplo de vida….

Por eso, sin negar la importancia de que una ciudad, un barrio o un territorio sean armónicos, tengan buenos servicios o sean sostenibles… es decir, que siendo importantísimo construir “ciudad”, para nada servirá si al tiempo no construimos ciudadanía… para nada… ¿Una bella ciudad con la fealdad de sus gentes?

Y traigo esto al hilo de las terribles muestras, tremendos actos de falta de civismo, de falta de solidaridad, de insensibilidad, de negación del otro o de desbordamientos personales y colectivos que en estos días se están dando sobretodo en Cataluña aunque también en el resto de España a cuenta de ese ortopédico proceso tan lesivo para la convivencia a que nos abocan sus autoridades… Y es que viendo todo este espectáculo de odio, de exclusión, de agresividad e insultos, de mala educación y de mentiras, de chabacanería y de brutalidad, de negación del otro y de abusos colectivos… seguramente a vosotros como a mí os invadirán sentimientos deprimentes…. Porque… ¿De qué serviría, por ejemplo, que Barcelona sea una ciudad preciosa y bella, reconocida por todos, si ahora da una imagen tan deprimente a través de las acciones de sus gentes?

Yo en estos días, sobretodo me he alineado con ese ciudadano, verdaderamente comprometido y a quien todos queremos tanto que se llama Rafa… Rafa Nadal, que en estos días decía que “le entraban ganas de llorar al ver que en un país en el que hemos sabido convivir y ser un buen ejemplo alrededor del mundo llegamos a esta situación… y ver a la sociedad en general, no solo la catalana, tan radicalizada…”