SEMBRAR Y COSECHAR AGUAS. 2º Aniversario de La Ciudad Comprometida (III)

“El Territorio Comprometido”

Continuamos con el recopilatorio de artículos de los últimos dos años de vida de esta aventura en el blog. Cada día estamos publicando un post de cada una de las diez categorías en las que se va a estructurar a partir de ahora este espacio. La categoría que hoy os presentamos es “El Territorio Comprometido”, y el listado completo de todas es el siguiente:

01- La Arquitectura Comprometida

02- La Ciudad Comprometida

03- El Territorio Comprometido

04-  La Sociedad Comprometida

05- Ciudadanos Comprometidos

06-  Mis proyectos favoritos

07- Crónicas desde Iberoamérica

08- Foros Profesionales de GR

09- Noticias y Actualidad

10- Miscelánea

En el “Territorio Comprometido” encontrareis aquellos temas que trascienden la escala local para abordar el paisaje desde una visión integradora. Tienen cabida todas aquellos artículos de nuestras series de paisajes agrarios y culturales, sin dejar de lado el ámbito rural, la ecología…Los entornos más cercanos tiene aquí su lugar, como la Granada metropolitana, su vega, la Alpujarra y muchos otros enclaves que merecen ser recorridos por su compromiso medioambiental y sostenibilidad.

El articulo elegido de esta categoría es “SEMBRAR  Y COSECHAR AGUAS”, de nuestro ciudadano comprometido Rafael Fernández Rubio.

 

SEMBRAR  Y COSECHAR AGUAS

Hemos recibido en nuestro Blog un interesante comentario a uno de nuestros artículos sobre La Alpujarra, escrito por nuestro paisano y amigo Rafael Fernández RubioPremio Rey Jaime I a la Preservación del Medio Ambiente, y que posee además otra humilde distinción muy querida por nosotros: haber sido nombrado  Ciudadano Comprometido por este Blog… por ambas cuestiones, me ha parecido del máximo interés reproducirlo como hoy, para que no pase desapercibido y que podáis disfrutarlo adecuadamente. Ahí lo lleváis… y una vez más: ¡Gracias Rafael por ser como eres!

 Hoy, “paseándome” por la Alpujarra, a muchos kilómetros de distancia, encontré esta blog del buen amigo y excelente arquitecto Juan Carlos García de los Reyes, y me interesó porque abordaba estas acequias tan queridas. Por ello, y aunque es largo, me permito copiar la Editorial que he escrito para el número de Marzo, de la Revista Tecnoambiente (ya en la imprenta), es otro modo de ver el papel de estas acequias. 

Acequia de careo de Capileira.
Acequia de careo de Capileira.

 

Y animar quiero también, a los interesados en esta temática, a su adscripción en el Grupo de Trabajo que, a escala internacional, estoy montando a propósito de “sembrar y cosechar aguas”. Esta es la editorial: 

SEMBRAR AGUAS

 

Lo hacían mis antecesores árabes en las Alpujarras, y lo hace quechuas y aymaras en los Andes, y lo hicieron sus ascendientes… y lo hacen himalayos y timorenses… y ahora, que vemos cómo se produce la recesión de los glaciares, tal vez se pueda pensar en retomar lo que la sabia cultura popular nos legó. 

Los árabes, hace 1000 años (día más, día menos), derivaban las aguas de los barrancos y ríos alpujarreños, principalmente las de deshielo; y lo hacían por acequias, talladas en la roca y labradas en esa mínima franja de alteración, siguiendo curvas de nivel, y llegando con ellas hasta muy lejos… Debajo de estas acequias construían paratas para riego, con muros de piedra, para sujetar apenas unas estrechas lenguas de tierra, donde sembrar algo de huerta y algo de fruta. El riego se hacía (y se hace) por turnos, abriendo pequeñas compuertas para dar paso al agua, que fluía y fluye fugaz por surcos cavados entre caballones… y pasaba a la siguiente parcela, y a la otra… y donde no había tierra, para esa parata de primor, se plantaban castaños, que allí los debe haber de mil años (día más, día menos). Alguno de estos castaños me dijo que, a su regazo, se había sentado Abén Humeya, con alguna bellísima hurí (vaya usted a saber lo que hacían, mejor no preguntar…). 

Paratas de cultivo en la Alpujarra.
Paratas de cultivo en la Alpujarra.

 

Y así fueron roturando aquellos bancales, en escalinata que sube ladera arriba, hasta las puertas del cielo. En la distancia el verdor marca esas líneas, que precursoras fueron de las curvas de nivel… son los denominados “careos” del agua. 

Y derivando agua por ellos, y regando sus mini-huertos, y gracias a las muchas pérdidas, “sembraban aguas”, que nacerían, meses más tarde, en parto sin dolor, en manantiales estratégicamente ubicados en las partes bajas de las laderas, como aguas oligometálicas, prístinas, cristalinas, despertadoras de apetito para saborear un buen jamón, curado en Trevélez, con crujiente pan de hogaza, y un trago de vino, de la bota, que no desmerece al agua… 

Manantial de aguas ferruginosas tributario de la cuenca del río Trevélez.
Manantial de aguas ferruginosas tributario de la cuenca del río Trevélez.

 

Pero llegaron ingenieros sabihondos, y aplicaron fórmulas (que es lo que saben hacer), y no miraron al suelo ni al cielo, sino al pliego. Y mandaron traer sacos de cemento, por las pinas veredas, y cuando se les acabaron trajeron más y más; y se tomaron un vaso de vino “costa”, criado en aquel terruño, y se fueron a sus despachos y despacharon presupuestos. Y hubo comisiones y oficios y hasta aquello de “cúmplase”… 

Y aquellas acequias, ahora llevaban su néctar divino más lejos, y más regantes pagaban sus cuotas… pero aquellas acequias ya no filtraban, ya no recargaban, ya no daban savia a los castaños,… y los chorritos de agua ya no cantaba en sus manantiales; ni los jilgueros tenían umbría; ni los zapateros danzaban en los charcos de agua… Ya el bocadillo no se acompañaba del refresco del agua nacida en la nieve… Ya no se sembraban aguas, ya se secaban los suelos,… y los hidrogeólogos nos tragábamos las lágrimas con desconsuelo… mientras que los del cemento compadreaban satisfechos del entuerto hecho, y de que por las arcas pasaba el oro azul… 

Y os contaría de las “amunas”, que es otro facer semejante de los indios peruanos o bolivianos, en su mejor aprovechar las aguas de deshielo, y os diría que, con la recesión glaciar, estamos volviendo a sembrar aguas en aquellas laderas andinas, por encima de los 4.000 m de altitud. Y os contaría que en los Himalayas se están “sembrando glaciares”, que es lo mismo pero aprovechando el permafrost,…  

"sembrando" amunas, Fuente: ricardomarapi.blogspot.com.
"sembrando" amunas, Fuente: ricardomarapi.blogspot.com.

 

Y eso es lo que hoy este viejo maestro quiere alzar como bandera: ¡sembrar aguas! ¡Sembrar ilusiones!, mientras que en lo profundo rumio: Haz de la ciencia poesía, / de los sueños creaciones, / de los deseos ilusiones, / y de las aguas alegrías… 

 Rafael Fernández Rubio
Premio Rey Jaime I a la Preservación del Medio Ambiente
 

 

Pinchado en el siguiente enlace: SEMBRAR Y COSECHAR AGUAS podréis acceder al post original y sus comentarios, publicado el 12 de Abril de 2011.Por ultimo, os recordamos que, si deseáis localizar algún artículo que actualmente se haya reubicado en otra categoría, podéis acceder a ellos a través del buscador o de los tags.

UNA OPERACIÓN MINERA DE ALTO RIESGO CON FINAL FELIZ

«Ciudadanos Comprometidos»

Queremos compartir con nuestros lectores una reflexión muy especial en estos días de descanso para unos y de sentimiento y devoción religiosa para otros. Seguro que recordareis a nuestro estimado amigo el ingeniero Rafael Fernández Rubio. No hace mucho publicamos un precioso artículo suyo titulado “sembrar y cosechar aguas”, así como una reseña del reconocimiento recibido por el, junto con Andrés Lara Sáenz, a través del galardón “Magna dedicatio recognita est”. Este post ha batido records de visitas y comentarios en nuestro blog, con casi 250, muestra del cariño y admiración que despierta.

Rafael nos ha enviado este relato de su experiencia vital, que esperamos que os haga reflexionar como a nosotros nos lo ha hecho. Desde la ciudad comprometida te deseamos mucha fuerza y ánimo para que te recuperes pronto, estimado amigo.

Operación minera de alto riesgo con final feliz…

Rafael Fernández Rubio

Vocación minera

Algunos amigos saben del desarrollo de este relato, total o parcialmente, a otros les llegará ahora este episodio, un tanto singular, del quehacer minero que me ha tocado vivir, ahora en primera persona.

Para los que conocen secuencias de la ya larga vida por la que he caminado, saben cómo la actividad minera ha sido la compañera de viaje; saben cómo ese vivir minero ha forjado huellas indelebles, que pudieran hoy marcar lo que haya sido, lo que soy y hasta lo que aun pudiera alcanzar a ser en este sprint final.

Y, al intentar hilvanar este relato, no encuentro, de entrada, la madeja para tejerlo, ni el cañamazo en el que urdirlo,… Falta aun perspectiva, frialdad y orientación;… falta, con seguridad, serenidad para contemplarlo, y raciocinio para dejar fuera emociones personales, aún incomprensibles.

Pero voy a empezar el relato por una puesta en situación que es pura minería: primero subterránea, luego a cielo abierto (aunque el orden suele ser el contrario), para llegar finalmente los trabajos de restauración del espacio afectado.

Mirando esa luenga vida he recorrido con seguridad centenas de kilómetros de galerías subterráneas, a veces rectas y bien trazadas, y otras sinuosas, divagantes, ramificadas, llegando a encrucijadas sin saber por dónde avanzar. He buscado muchas veces ese final, donde se producía la irrupción del fluido elemento, que no se conseguía atajar, y allí ha sido necesario inyectar trazadores para marcar los caminos del fluido, y allí se han realizado trabajos de impermeabilización, para tratar de cortar esa “hemorragia” intravenosa…

Pero también he vivido, de cerca, muchas operaciones mineras a cielo abierto, precedidas de todos esos pasos previos de exploración y reconocimiento; de análisis, diagnóstico y propuestas de apertura de esa “corta” (que en Iberoamérica llaman “tajo“ o “rajo” ¡lagarto! ¡lagarto!). Y los que de esto saben han proyectado primero retirar el recubrimiento (overburden en la literatura anglosajona), y avanzar decididamente la excavación, hasta alcanzar la profundidad prevista. Incluso, con una minería a cielo abierto en dos etapas, seguidas de un periodo de reajustes.

Finalmente empiezo a vivir, bien de cerca, los “trabajos de restauración”, que tantas veces he querido denominar de rehabilitación, porque es lo posible en minería, tratando de dejar el contexto ahora afectado lo más parecido a su estatus original, quitando cicatrices, descarnaduras e “impactos paisajísticos”.

Etapa de investigación y prospección

Los que ya llevamos años en el oficio sabemos de la necesidad de una adecuada analítica, en la etapa inicial, para poder hacer valoraciones adecuadas, pero en este caso se decidió incluir, también, una tomografía axial computerizada (TAC), que permite la obtención de  imágenes de cortes o secciones, y hasta una resonancia magnética nuclear. Es decir, una “prospección geofísica” en toda regla.

A continuación los especialistas realizaron la interpretación computarizada, de estas imágenes de diagnóstico, no convencionales, en forma de rodajas del cuerpo a investigar (en este caso mi propia cabeza). La conclusión era de que tenía una adenopatía retrofaríngea izquierda, en lugar de difícil acceso, en el centro de la cabeza (fosa nasal izquierda, que llega a la rinofaringe), sobre la que era conveniente actuar con rapidez. En el decir de los informes no había ocultación: el tamaño de la lesión de 2,5 cm, y se señalaba la posibilidad de origen neoplásico (adenocancerígeno), no descartando la posibilidad de tumor agresivo.

Minería subterránea

Se inició esta etapa el pasado 28 de marzo, a las 15 horas, como una incursión subterránea, entrando por la ingle, para subir por la femoral, y llegar hasta el centro de la cabeza, donde se aloja este tumor de aspecto vascular, que lleva sangrando dos meses (¡tantas veces habré cortado las irrupciones de agua en las minas…!).

Alcanzado el punto neurálgico, a base de reconducir el catéter, procedieron a realizar inyecciones de trazador opaco (yodo-131), para visualizar radiológicamente los conductos venosos y arteriales, que discurren por todo el entorno. La sensación era de oleadas de calor, que se expandían por la cabeza. El quehacer galénico previsto lo definían como “un estudio angiográfico y una embolización del tumor rinofaríngeo con epistaxis esporádica” (¡lagarto!

¡lagarto!).

Estaba en manos del equipo del Servicio de Neuroradiología Vascular e Intervencionista, integrado por los Dres. Castro, Fortea y Villoria, de Hospital de Madrid Montepríncipe.

El informe final reza así “Se ha realizado el estudio tras acceso vía femoral derecha, caracterizando las carótidas comunes y externas de ambos lados. Las bifurcaciones carótideas son normales. Se demuestra un mínimo aumento de la vascularización sobre el área lesional demostrada en el estudio de Resonancia Magnética procediendo posteriormente a microcateterismo supraselectivo de las arterias maxilar interna proximal y distal y tronco faringooccipital izdos., sin que se demuestren datos de vascularización tumoral significativa, que sean susceptibles de devascularización prequirúrgica por lo que se desestima la vascularización.

La conclusión del equipo médico, en plena intervención, es que no era necesaria la embolización, por ser mayores los riesgos que podría ofrecer a las ventajas quirúrgicas que podría presentar (había firmado previamente una hoja de esas que te dice que el riesgo de parálisis facial. con la embolización, era del 5 %, o sea uno cada 20, y no sabía si los anteriores 19 no la habían tenido…). Esta circunstancia, sin duda favorable, dio muchos ánimos para enfrentarme a la faena definitiva.


Minería a cielo abierto

El 1 de abril ha sido la operación de alto riesgo, consistente en abrir toda una apertura entre el labio superior y la dentadura; dilatarla (¿con fórceps?); levantar la cara (como quien se quita un calcetín, o como esos filetes de los cuadros de Dalí), y acceder hasta el tumor, para extirparlo.

La ha realizado el equipo integrado por tres cirujanos del Hospital de Madrid Sanchinarro, al mando del Dr. Jorge Antolí-Candenas, incluyendo al Dr. Miguel Ángel Muñoz Díaz y a la Dra. María Mercedes Ontañón Martín, con su equipo auxiliar y sin olvidar, por supuesto al anestesista cuyo nombre olvidé cuando dulcemente me durmió. El tiempo de ejecución ha sido de tres horas y media (con anestesia total). Equipo médico que ha demostrado no sólo una excelente profesionalidad y saber hacer, sino un afecto y calor humano que dan la vida al paciente.

Lo primero fue pedir al anestesista que colocase cerca de la cabeza, en la mesa de operaciones, dos estampas que llevaba (para sentir su compañía y fuerza), de Juan Pablo II (que el 1 de mayo será beatificado) y de la Virgen del Milagro (patrona en esos Montes de Toledo, de Sagrario). Tuvo la amabilidad de fijarlas al costado de mi cuerpo, con cinta adhesiva, con lo que ahí han estado durante la intervención y el postoperatorio, junto a las plegarias de muchos amigos, de muchos rincones del mundo.

En teoría, de acuerdo por lo expresado por los médicos y lo leído en Internet, el postoperatorio debería ser muy doloroso, pero he de confesar que no lo ha sido en absoluto, y no he necesitado calmantes. Internamente llego a creer que ha sido milagroso.

El 5 de abril abrieron la herida, con anestesia total, esta vez creo que por la nariz, pararevisión, sustituir drenajes y volver a colocar la “fachada” en su sitio, buscando una adecuada “restauración” ambiental.

Y el 6 de abril, a las tres de la tarde, ya estaba en casa, gozando del afecto de Sagrario, hijos, nietos y hermanos, sufridores de esta operación minera de riesgo, frente a la que han sabido hacer una cadena humana de tantos afectos, que definitiva ha sido en la secuencia del proceso.

En realidad yo, que hubiese querido ser torero (aunque no tenía las cualidades para ello), me he visto, en esta tesitura de ajustarme la taleguilla, calarme la montera hasta el fondo, ajustarme el capote al corazón, sentir los clarines mientras se abría la puerta de los miedos, y salir a la “plaza”, para dar un “paseíllo”, que podría ser el último… y todo ello por haberme identificado tan plenamente con la minería…

Ahora ya, casi con una careta de “los tres cerditos”, no tengo desde luego valor para cantar aquello de ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo!, porque cuando se le van las orejas tan cerca…

La gran satisfacción final ha sido la de conocer el día 7, en llamada telefónica del Dr. Jorge Antolí-Candela, que la descripción microscópica indica que no hay signos histológicos de malignidad, al tiempo que para la biopsia se indica “sin evidencia de malignidad en el área muestreada”. Como podéis suponer el hecho de que no sea cancerígeno, supone un subidón en la moral, no se requiere ni quimio, ni radiación ni ninguna de esas mandangas, y el panorama se abre esperanzador, para seguir caminando por los senderos que se abran por delante, seguir disfrutando del afecto de los amigos, seguir viviendo ilusiones,…

Finalmente el lunes, día 11, he pasado por la consulta, donde he recibido todas las atenciones de la Dra. Mercedes Ontañón, quien ha retirado los tapones de las narices; con uno de ellos creo que han debido de salir los cuatro pelos de la coronilla Y menos mal que ha estado decidida en dar el tirón, porque si lo duda os aseguro que no lo saca.


He quedado como nuevo; el descanso es total; el alivio que supone respirar por la nariz, sin esos tarugos metidos dentro es impagable. Ahora me quedará una bigotera, durante unos días, para que no se deforme el labio superior o se abran los puntos interiores.., y he empezado los ejercicios de “calentamiento” en la banda, para así, en el momento en el que se descuide la “entrenadora (Sagrario), saltar al campo del juego; no voy a dejar que Messi me birle el balón de oro. Tan prontico pueda salgo para Brasil, donde debería haber ya estado, y donde tengo tres semanas de trabajo.

Todo mi agradecimiento, a cuantos os habéis interesado, y a cuantos seguro que lo haréis ahora, al tiempo que os pido disculpas, anticipadas, porque no podré responder individualmente a vuestros correos.

A todos un abrazo muy fuerte, siendo hoy más sentido que nunca ese ¡Amigos para Siempre! de este amigo que ha renacido.

SEMBRAR Y COSECHAR AGUAS

 «El Territorio Comprometido»

Hemos recibido en nuestro Blog un interesante comentario a uno de nuestros artículos sobre La Alpujarra, escrito por nuestro paisano y amigo Rafael Fernández RubioPremio Rey Jaime I a la Preservación del Medio Ambiente, y que posee además otra humilde distinción muy querida por nosotros: haber sido nombrado  Ciudadano Comprometido por este Blog… por ambas cuestiones, me ha parecido del máximo interés reproducirlo como hoy, para que no pase desapercibido y que podáis disfrutarlo adecuadamente. Ahí lo lleváis… y una vez más: ¡Gracias Rafael por ser como eres!

Hoy, “paseándome” por la Alpujarra, a muchos kilómetros de distancia, encontré esta blog del buen amigo y excelente arquitecto Juan Carlos García de los Reyes, y me interesó porque abordaba estas acequias tan queridas. Por ello, y aunque es largo, me permito copiar la Editorial que he escrito para el número de Marzo, de la Revista Tecnoambiente (ya en la imprenta), es otro modo de ver el papel de estas acequias.

Acequia de careo de Capileira
Acequia de careo de Capileira

Y animar quiero también, a los interesados en esta temática, a su adscripción en el Grupo de Trabajo que, a escala internacional, estoy montando a propósito de “sembrar y cosechar aguas”. Esta es la editorial:

SEMBRAR AGUAS

Lo hacían mis antecesores árabes en las Alpujarras, y lo hace quechuas y aymaras en los Andes, y lo hicieron sus ascendientes… y lo hacen himalayos y timorenses… y ahora, que vemos cómo se produce la recesión de los glaciares, tal vez se pueda pensar en retomar lo que la sabia cultura popular nos legó.

Los árabes, hace 1000 años (día más, día menos), derivaban las aguas de los barrancos y ríos alpujarreños, principalmente las de deshielo; y lo hacían por acequias, talladas en la roca y labradas en esa mínima franja de alteración, siguiendo curvas de nivel, y llegando con ellas hasta muy lejos… Debajo de estas acequias construían paratas para riego, con muros de piedra, para sujetar apenas unas estrechas lenguas de tierra, donde sembrar algo de huerta y algo de fruta. El riego se hacía (y se hace) por turnos, abriendo pequeñas compuertas para dar paso al agua, que fluía y fluye fugaz por surcos cavados entre caballones… y pasaba a la siguiente parcela, y a la otra… y donde no había tierra, para esa parata de primor, se plantaban castaños, que allí los debe haber de mil años (día más, día menos). Alguno de estos castaños me dijo que, a su regazo, se había sentado Abén Humeya, con alguna bellísima hurí (vaya usted a saber lo que hacían, mejor no preguntar…).

Paratas de cultivo en la Alpujarra
Paratas de cultivo en la Alpujarra

Y así fueron roturando aquellos bancales, en escalinata que sube ladera arriba, hasta las puertas del cielo. En la distancia el verdor marca esas líneas, que precursoras fueron de las curvas de nivel… son los denominados “careos” del agua.

Y derivando agua por ellos, y regando sus mini-huertos, y gracias a las muchas pérdidas, “sembraban aguas”, que nacerían, meses más tarde, en parto sin dolor, en manantiales estratégicamente ubicados en las partes bajas de las laderas, como aguas oligometálicas, prístinas, cristalinas, despertadoras de apetito para saborear un buen jamón, curado en Trevélez, con crujiente pan de hogaza, y un trago de vino, de la bota, que no desmerece al agua…

Manantial de aguas ferruginosas tributario de la cuenca del río Trevélez
Manantial de aguas ferruginosas tributario de la cuenca del río Trevélez

Pero llegaron ingenieros sabihondos, y aplicaron fórmulas (que es lo que saben hacer), y no miraron al suelo ni al cielo, sino al pliego. Y mandaron traer sacos de cemento, por las pinas veredas, y cuando se les acabaron trajeron más y más; y se tomaron un vaso de vino “costa”, criado en aquel terruño, y se fueron a sus despachos y despacharon presupuestos. Y hubo comisiones y oficios y hasta aquello de “cúmplase”…

Y aquellas acequias, ahora llevaban su néctar divino más lejos, y más regantes pagaban sus cuotas… pero aquellas acequias ya no filtraban, ya no recargaban, ya no daban savia a los castaños,… y los chorritos de agua ya no cantaba en sus manantiales; ni los jilgueros tenían umbría; ni los zapateros danzaban en los charcos de agua… Ya el bocadillo no se acompañaba del refresco del agua nacida en la nieve… Ya no se sembraban aguas, ya se secaban los suelos,… y los hidrogeólogos nos tragábamos las lágrimas con desconsuelo… mientras que los del cemento compadreaban satisfechos del entuerto hecho, y de que por las arcas pasaba el oro azul…

Y os contaría de las “amunas”, que es otro facer semejante de los indios peruanos o bolivianos, en su mejor aprovechar las aguas de deshielo, y os diría que, con la recesión glaciar, estamos volviendo a sembrar aguas en aquellas laderas andinas, por encima de los 4.000 m de altitud. Y os contaría que en los Himalayas se están “sembrando glaciares”, que es lo mismo pero aprovechando el permafrost,…

"sembrando" amunas, Fuente: ricardomarapi.blogspot.com
"sembrando" amunas, Fuente: ricardomarapi.blogspot.com

Y eso es lo que hoy este viejo maestro quiere alzar como bandera: ¡sembrar aguas! ¡Sembrar ilusiones!, mientras que en lo profundo rumio: Haz de la ciencia poesía, / de los sueños creaciones, / de los deseos ilusiones, / y de las aguas alegrías…

 Rafael Fernández Rubio
Premio Rey Jaime I a la Preservación del Medio Ambiente

DOS INGENIEROS COMPROMETIDOS

«Ciudadanos Comprometidos»

Hoy queremos ampliar la nómina de ciudadanos comprometidos con la inclusión de dos insignes ingenieros, Andrés Lara Sáenz y Rafael Fernández Rubio, que acaban de recibir una merecida y maravillosa distinción: El Instituto de la Ingeniería de España ha instituido el galardón “Magna dedicatio recognita est”, que en su primera edición ha entregado las menciones honoríficas a ellos. Son dos ingenieros comprometidos con su profesión y con la sociedad, que han conseguido a través de su ejercicio profesional dar respuesta a problemas actuales con sus conocimientos técnicos, cada uno en su campo.

El Instituto de la Ingeniería de España a través de diez asociaciones de ingenieros que agrupan diferentes ramas de la ingeniería española, integra a más de 100.000 ingenieros que ejercen su profesión tanto en el ámbito público como privado.

El Instituto fue creado en 1905 por las cinco primeras asociaciones de ingenieros: Agrónomo, Caminos Canales y Puertos, Minas, Montes e Industriales, y posteriormente se unieron otras asociaciones de otras ramas de la ingeniería. Está oficialmente declarado Entidad de Utilidad Pública y desde 1975 ostenta la Presidencia de Honor S.M. el Rey Juan Carlos I.

Entre sus fines están la adecuación de las enseñanzas a las necesidades de la empresa y la implantación de soluciones técnicas para los problemas económicos e sociales. En conclusión  pretenden aumentar los lazos de unión entre la sociedad y los ingenieros.

El IIE es la voz de la ingeniería española en las principales instituciones mundiales de la ingeniería aportando la visión de los ingenieros españoles en el diseño de las estrategias de ingeniería que se elaboran a nivel mundial, por ejemplo participa en la Federación Mundial de Organizaciones de Ingenieros (WFEO) que fue fundada bajo los auspicios de la UNESCO en 1968.

Este año el Instituto ha reconocido con esta mención a dos profesionales con una dilatada carrera y que ha sido reconocida en innumerables ocasiones tanto dentro como fuera de nuestra fronteras.

Andrés Lara Sáenz, nació en 1919, formó parte de la primera promoción de ICAI en Madrid en 1939, recién acabada la Guerra Civil y en la que obtuvieron el título 7 ingenieros. Su carrera profesional, que desarrolló en el ámbito en Física Aplicada, en particular en la Acústica, donde ha obtenido numerosos reconocimientos a lo largo del mundo.  Respecto a su relación con IIE destaca que ha participado en Comités Técnicos de la misma principalmente en los relacionados con la enseñanza.

Resumir la dilatada carrera de Rafael Fernández Rubio en unos párrafos es una tarea difícil y solo podemos destacar algunas pinceladas. Nació en 1932, es Doctor Ingeniero de Minas por la Universidad Politécnica de Madrid. Diplomado en Hidrogeología, por el Instituto de Hidrología.

Durante la primera etapa de su carrera trabaja con equipos multinacionales, en diferentes países. En 1971 ocupó la primera Cátedra de Hidrología creada en España en la Universidad de Granada. En 2006 recibió el prestigioso Premio Rey Jaime I a la Protección del Medio Ambiente por sus aportes científicos y técnicos de ingeniería Ambiental para la protección de la naturaleza.

Su trayectoria investigadora y profesional se ha centrado en la recuperación de espacios afectados por explotaciones mineras. Ha desarrollado una técnica de protección medioambiental que permite aprovechar las contaminadas aguas subterráneas de minas, canteras y graveras transformándolas en agua de buena calidad, y haciendo posible su reutilización.

Al frente de un equipo internacional de expertos independientes investiga y propone soluciones para hacer frente a los problemas producidos por la rotura del dique de la Mina de Aznalcóllar (Sevilla).

Es el Presidente de la empresa FRASA Ingenieros Consultores con la que GRarquitectos ha tenido el honor de colaborar en la elaboración del Plan General de Ordenación Urbanística de Lanjarón (Granada). Esta empresa fue constituida en 1986 a partir de un núcleo de profesionales con amplia experiencia internacional, orienta su actividad a solucionar problemas en el ámbito del agua y del medioambiente, con una  fuerte componente minera.

Mª Ángeles Romero Manchado, Ingeniera de GRarquitectos