LA MEDIATECA DE SENDAI: CIUDADANÍA EN EL PROCESO DE DISEÑO/GESTIÓN

«Mis proyectos Favoritos»

Tras los recientes acontecimientos ocurridos en Japón, “La Ciudad Comprometida” se une al pesar del pueblo Japonés. Es por ello que publicamos este artículo que hace referencia a uno de los edificios más representativos hoy en día de la cultura del país nipón. La estabilidad de la Mediateca de Sendai es únicamente «una mínima victoria» que pone el contrapunto a las noticias de muerte y destrucción que recorren los medios.

El interés del proyecto original era básicamente estético, pero él entendió que era necesario modificar su enfoque cuando tuvo en cuenta cómo vería la gente el edificio. Como consecuencia, enfatizó los aspectos constructivos en detrimento de los formales. Ahora a Toyo Ito le interesa el individuo como ser social, disfruta de la vida y siente predilección por los edificios que proporcionan bienestar a quienes los usan o los habitan.”

 (Koji Taki)

Mediateca de Sendai
Mediateca de Sendai

 ¿Qué implicación tienen los ciudadanos en el proceso de creación de las ciudades y los edificios públicos? La Mediateca de Sendai, del arquitecto japonés Toyo Ito es un ejemplo arquitectónico de reconocida calidad disciplinar, aunque, en este caso, no nos fijaremos en  los valores constructivos o estéticos sino que pondremos en valor el proceso de diseño y creación por tener un alto nivel participativo incluso durante el proceso de su construcción.

Todo el desarrollo se produjo de una manera intencionada como proceso y creación capaz de conformar las condiciones apropiadas que permiten prácticas de autonomías individuales y colectivas de los ciudadanos que lo utilizan (en un proceso inverso que lucha contra la pérdida de espacio público).

 Comenta el propio Toyo Ito en su texto “Escritos”: “En la elaboración tanto de la estructura física como del contenido ha participado un número increíble de personas y ha sido objeto de numerosas discusiones. Este proceso contrasta con el convencional que se sigue en el caso de los edificios públicos del Japón en que se evitan al máximo las discusiones, se decide todo sin exponer nada al público, y termina la obra a una enorme velocidad”.

 La obra de la Mediateca de Sendai, a diferencia de muchas otras obras, no se puede entender sin la idea de lo público en el sentido cívico más amplio del término: lo público como la condición de la polis. Es decir, lo público es lo que hace surgir una colectividad autónoma. Una colectividad autónoma es aquella que no recibe normas externas a ella, sino únicamente de la propia colectividad. Sin el concepto de colectividad autónoma no es posible comprender esta obra de arquitectura tan especial.

Es obligación de las administraciones y/o gobernantes el proporcionar las herramientas y procesos necesarios para que los ciudadanos participen de forma activa en el desarrollo de las ciudades, implicándolos de esta forma y vinculándolos estrechamente con los proyectos que se realizan. Al fin y al cabo son ellos (o deberían ser) los receptores de estas actuaciones y los que harán uso de ellas.

En abril de 1999 se crea el Comité de Preparación de la Mediateca que publica sobre sus trabajos un folleto llamado “La Mediateca de Sendai en proceso de construcción” (sale a la luz cada mes editando 19 números hasta la inauguración de la obra), facilitando información a los ciudadanos sobre las personas relacionadas con el hard y soft del edificio. La importancia de este proceso es resaltado por el propio arquitecto: “es palpable la voluntad de pedir al público en general cuál es su opinión acerca de cómo debe ser el nuevo edificio, con el fin de obtener la mayor cantidad de información posible.”

Paralelamente al proceso de construcción se hablaba y discutía públicamente sobre las actividades que se realizarían en la Mediateca ya construida. Desde el inicio del diseño y durante todo el proceso, se han mantenido unas relaciones singulares entre los especialistas, los diseñadores y los funcionarios a través de reuniones sobre qué tipo de organización y qué actividades se debían desarrollar. Personas externas han podido intervenir en el proceso trabajando voluntariamente. Es un sistema de funcionamiento casi autogestionado, con un grado alto de verdadera autonomía colectiva (por lo menos entre aquellos que se animan a participar), y por tanto, de indeterminación e inestabilidad, que produce – cuando es bien llevado – un nivel alto de creatividad social. Provoca, además, obras inacabadas. Y más que obras, lo que convoca son acontecimientos colectivos.

Este proceso es bien entendido por el arquitecto, que conscientemente dice: “… se ha podido construir un lugar de opinión libre, sin restricciones, pero también sin garantías de que sus opiniones sean tomadas en consideración».

Naturalmente esta situación no es nada estable, ya que se configura por las actividades de numerosos voluntarios, y se instaura sobre una relación de tensión muy inestable. Sin embargo, si se logra sistematizar esta costumbre, a lo mejor se puede mantener este sistema incluso después de la inauguración del centro. Y si se establece y se mantiene el taller así, no va a ser un sueño dar el primer paso hacia la consecución de una instalación pública que no tenga un carácter acabado y que se modifique constantemente. Pero, ¿por qué ha sido posible tal proceso sólo en el caso de la Mediateca de Sendai?”

Ito es seguramente el primer arquitecto mediático que ha actuado entendiendo el verdadero potencial de lo público del edificio público consiguiendo explicarlo de una manera consciente y clara.

Lo que mejor ha expuesto es la idea que ha movido todo el proceso y la construcción de la Mediateca, que consiste en crear las condiciones apropiadas que permitan las prácticas de las autonomías individuales y colectivas de los ciudadanos que la usen. Que en definitiva se entiende como la auténtica potencia de ser, y la posibilidad de creación de nuevas subjetividades y colectividades libres, que son las que interesan de verdad que se invente la arquitectura en el presente.

 Trabajar y proyectar con una colectividad y no para una colectividad.

 Ito no olvida que para producir un edificio que posibilite prácticas de autonomía es necesario que el proceso mismo sea una práctica de la autonomía en sí. Que quiere decir que un grupo numeroso de ciudadanos se sienta libre y participe en el proceso; con poder de decisión, es decir, de poder producir cambio. Esto implica que se anulen las jerarquías entre gobernantes y gobernados, entre servidores y servidos, entre especialistas o expertos y los ciudadanos de la calle o el voluntariado…

José Miguel De la Torre Sarmiento, Arquitecto