Ponte la ropa del revés como símbolo de que el cambio es posible. Es el lema del “DIA SOMOS”, acto que pone fin a la campaña “SOMOS”, una iniciativa de 35 ONG españolas, pequeñas y grandes, englobadas en la Asociación Española de Fundraising (AEFr).
Hoy día 24 se invita a la sociedad a que muestre su compromiso con las ONG saliendo a la calle con una prenda del revés y a que demuestren que merece la pena apostar por la solidaridad, y de este modo hacer visible el agradecimiento a los 7,5 millones de personas que colaboran habitualmente en España con las entidades no lucrativas.
Así que ya sabes, hoy haz un pequeño gesto y dale la vuelta a alguna prenda para mostrar que juntos podemos cambiar las injusticias.
Transcribimos a continuación una entrevista (enlace) realizada a Gisela Genebat, responsable de Captación de Fondos de Intermón Oxfam y miembro de la Asociación Española de Fundraising: ¿Por qué la campaña Somos?
Para reconocer y agradecer la colaboración y el compromiso de la ciudadanía con las ONG, y para reivindicar la importancia de esta colaboración en unos momentos de crisis como los actuales.
¿La ciudadanía es la principal fuente de financiación de las ONG?
Sí. Hoy en España una de cada cinco personas adultas colabora económicamente con entidades sin ánimo de lucro. De éstas, 4 millones lo hacen de manera puntual y 3,5 millones como socias con aportaciones periódicas. Esta contribución estable fue en 2012 la principal fuente de financiación de las ONG, que han partido importantes recortes de las administraciones públicas. La Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) se ha reducido en un 60%, lo que pone en peligro muchos de los proyectos que se llevan a cabo tanto aquí como fuera. Hay que remarcar que cada euro invertido en solidaridad genera un impacto económico de nueve euros.
¿La inversión solidaria tiene un efecto multiplicador?
Sí, cada euro se convierte en alimentación para personas que no tienen, en educación, salud, mejoras sociales … que benefician a muchas más personas. Por ejemplo, con un euro de semillas se logra generar alimentos para una familia y excedentes para vender que generan un pequeño beneficio que se convierte en educación para los hijos. El impacto económico a largo plazo supera con creces el importe de la donación.
Además de ponernos una prenda del revés, ¿qué más podemos hacer para colaborar con la campaña?
Ponerse una prenda del revés es un acto simbólico que está al alcance de todos y quiere significar que es posible darle la vuelta a determinadas situaciones. Además, las personas que quieran pueden colaborar en la elaboración de un mosaico colgando fotografías en nuestra web, y haciendo aportaciones a las ONG.
¿A qué consideran que hay que darle la vuelta?
En todas las situaciones que generan pobreza, hambre, injusticia, problemas medioambientales, falta de acceso a la educación … para construir un mundo más justo y solidario.
La web de la iniciativa es www.somosasi.org y las 35 ONGs que conforman “Somos” son las siguientes:
Con la tercera y ultima entrega sobre el libro «We are the landscape» («Somos el Paisaje»),finalizamos este pequeño paseo en el que hemos profundizado sobre el concepto de paisaje en su sentido mas amplio y rico.
Las reglas del juego
Proteger lo que es espectacular y nos ha dado la historia. Gestionar de la mejor manera los lugares “corrientes” donde vivimos. Planificar de nuevo aquellos lugares donde la historia nos ha dejado poco o nada, o cuando lo que quedaba ha sido borrado. Proteger, gestionar y planificar: son los tres principios básicos del Convenio Europeo del Paisaje. Podemos llamarlas la “reglas del juego”: reglas que se pueden aplicar de diferentes maneras según las necesidades pertinentes.
Los cambios sociales, económicos y ambientales se reflejan directamente en el paisaje, que es el espejo de nuestras acciones y las de la naturaleza. Los cambios en un territorio deben ser vistos como algo positivo, ya que representan el crecimiento y desarrollo de las personas que viven allí, sin embargo, cuando se construye algo nuevo, la gestión de estos cambios en el paisaje es fundamental, se deben observar constantemente para que las nuevas construcciones estén en armonía con lo que ya existe.
La construcción del futuro
Los paisajes siempre han sufrido cambios y seguirán haciéndolo. El objetivo debe ser acompañar a esos cambios, reconociendo la diversidad y la calidad de los paisajes que hemos heredado y haciendo un esfuerzo para conservarlos o mejorarlos, para enriquecerlos en lugar de convertirlos en ruinas. Por supuesto, no es tarea fácil, ya que hoy en día, el territorio se utiliza constantemente, pasando a través de él todos los días, en el viaje de casa a la escuela o al trabajo, o los fines de semana, e incluso los lugares más tranquilos son utilizados con fines turísticos. Hoy en día, hay muy pocos lugares inexplorados, donde el hombre no haya estado. Todo esto se llama desarrollo, y no es negativo en sí mismo. Sin embargo, por desgracia, a menudo ocurre que algunas personas actúan por su propio interés, sin ningún respeto ni consideración por la calidad de los paisajes.
La calidad del paisaje
¿Cómo podemos saber la diferencia entre un paisaje de calidad y un paisaje degradado? ¿Cuándo decidir sobre qué hacer con él? En primer lugar tenemos que identificar los paisajes que conforman nuestro territorio, ver cuántos y qué tipos existen. A continuación, analizar sus características, estudiar su historia, entender, a través de los signos todavía visibles, el pasado que han tenido, qué personas vive allí, cuáles son las actividades que se han realizado en él. Con todas estas cuestiones, vamos a ser capaces de entender que la mejor solución para un paisaje es… Una tarea que recae en los habitantes y las autoridades públicas, quienes, después de haber identificado los paisajes y su dinámica en el tiempo, deben convertirse en portavoces de las necesidades y aspiraciones de las personas a las que les concierne.
El concepto de calidad del paisaje incluye la naturaleza, la cultura, la sociedad, la estética, pero también la economía. La calidad no sólo está en la belleza sino en encontrar un equilibrio entre las necesidades sociales, económicas y ambientales. Se entiende, pues, que la calidad de un área es decidida por las personas que viven allí, quienes conocen sus recursos.
¿Cómo participamos?
Si el paisaje es un bien común, las decisiones deben involucrar a todo el mundo, desde los poderes públicos a las organizaciones, a los ciudadanos. Las tareas de las autoridades públicas de los municipios, regiones, provincias y países son la sensibilización, participación e información a los ciudadanos sobre su territorio, para que sean más capaces de percibir su paisaje, entender su valor, y participar en las decisiones que le afecten. Los ciudadanos pueden desempeñar un papel activo, así lo espera el Convenio, si están preparados para dar una opinión y expresar su posición, las decisiones serán realmente eficientes y responderán a las necesidades de todos. Los políticos y los expertos están trabajando para hacer que el papel de los ciudadanos sea más específico, en relación, al paisaje.
Ahora que concluye la tercera, y última, entrega del libro “We are the landscape”, comprenderéis que el paisaje no es sólo algo que se puede aprender a conocer, sino algo que nos preocupa de todo corazón. No sólo por forma parte de nuestra vida cotidiana, sino también porque su futuro, tu puedes y debes decidir. Esta es la esencia del Convenio Europeo del paisaje: los lugares donde vivimos y donde viviremos en el futuro, son la expresión de lo que somos, de lo que fueron nuestros padres, nuestros abuelos y nuestros antepasados más lejanos. Y como ellos, también, nosotros podemos cambiar el lugar en el que vivimos. Esto se puede hacer con pequeños gestos, como el respeto al medio ambiente y la naturaleza, también con una nueva herramienta, que a diferencia de nuestros antepasados, tenemos y debemos usar: la posibilidad de participar en las decisiones públicas relativas a la planificación de nuevos espacios arquitectónicos y naturales. Sólo de esta manera, estar involucrados en primera persona, nos hará sentir que los lugares donde vivimos forman una parte esencial y que siempre, serán una parte de nosotros.
María Jesús Arrebola Miranda, Ambientóloga de GRarquitectos
La segunda entrega sobre el libro «We are the landscape» («Somos el Paisaje»), que comenzamos la semana pasada, llega a la Ciudad Comprometida.
¿Quién defiende el paisaje?
Una ley para Europa
La idea de la importancia del paisaje, de la necesidad de reconocerlo, protegerlo, gestionarlo y renovarlo, ya que es de un gran valor para nuestra vida, se ha extendido en los últimos años. Tanto es así, que con el fin de que la sociedad sea más consciente sobre el tema, algunos países decidieron crear leyes específicas. Y es así como el Convenio Europeo del Paisaje (o, simplemente, ELC) nació. En general, un convenio es un acuerdo entre dos o más países sobre determinadas cuestiones o problemas de relevancia, para abordar un problema de la misma manera. También puede ser definido como un “pacto” y debe ser escrito. La escritura sirve para fijar mejor los términos del acuerdo y, sobre todo para evitar problemas o conflictos en el futuro. Esto significa que un convenio, como una ley verdadera y correcta, obliga a todos los países que lo han firmado a crear leyes basadas en sus principios. La idea de crear un convenio sobre el paisaje vino de dentro del «Consejo de Europa», organización internacional con sede en Estrasburgo, Francia, y que se compone de más de 47 países europeos (no sólo de la Unión Europea).
El Convenio establece principios que obligan, a los países que se han unido, a adoptar políticas que promuevan la calidad del paisaje, la participación de las personas interesadas en las decisiones que afectan a su área y también pretende aumentar la conciencia sobre el valor de los paisajes en los que vivimos todos los días. De hecho, hace hincapié en el derecho de las personas a identificarse con su paisaje y su deber de cuidar de él.
La historia del Convenio Europeo del Paisaje es la historia de la unión de dos iniciativas, una del norte y otra desde el sur de Europa. Hace unos años, una serie de organizaciones y países del norte de Europa, comenzaron a discutir la idea de un convenio para la protección de los paisajes rurales. Al mismo tiempo, algunas regiones del sur de Europa (Andalucía, en España, Languedoc-Rosellón, en Francia y la Toscana en Italia) estaban redactando la Carta del Paisaje Mediterráneo, que se aprobó en una conferencia celebrada en la ciudad de Sevilla en 1993. Y así, en 1994, el «Congreso de Poderes Locales y Regionales» del Consejo de Europa decidió formar un grupo de trabajo encargado de elaborar un convenio sobre el paisaje que reuniera los dos enfoques: el de Europa del norte y Europa del sur. El grupo estuvo de acuerdo en escribir un convenio que se aplicaría a todos los paisajes. El 1 de marzo del 2004, el Convenio Europeo del Paisaje entró en vigor en los países que lo habían firmado.
No es sólo una postal
El Convenio representa una revolución real y sincera: el paisaje ya no es sólo la mirada, la vista panorámica, la imagen de la postal bonita, sino también el resto del territorio que nos rodea, ese territorio, tan importante, que nosotros como habitantes, turistas o viajeros percibimos, por bello o feo que sea. El Convenio define el paisaje de una forma totalmente nueva:“Paisaje se entiende como cualquier parte del territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos.”
El paisaje es al mismo tiempo, tanto cultural como bien económico, que al fin cuenta con una situación legal que se extiende prácticamente a todo el territorio; es una entidad viva y activa en la que se coloca a la sociedad en el centro de la escena, regulado por un proyecto destinado no sólo a la protección, sino también la gestión y la renovación. El Convenio es prueba de cómo los paisajes europeos constituyen el centro de un renovado interés político y un deseo de intervenir activamente, proteger, gestionar y dar vida a proyectos de paisaje nuevos.
Paisajes excepcionales y paisajes cotidianos
Así como, para que las industrias no contaminen el aire se crean leyes, para el paisaje, debemos hacer leyes que eviten que la belleza que existe sea destruida, de modo que todo lo que se construya sea de calidad y que todo lo que se cambie sea coherente y se adapte bien a su contexto.
Hay lugares que tienen un valor único y exclusivo, debido a sus componentes naturales, por la historia que representan y por el prestigio que el hombre les ha dado, como el Gran Cañón en Estados Unidos, las pirámides de Egipto o la torre Eiffel. Estos lugares representan lo que podríamos llamar “paisajes excepcionales”. La calle donde vivimos o el área industrial donde trabajan nuestros padres, no tienen el mimo prestigio como, por ejemplo, el Gran Cañón, sin embargo, son los espacios donde pasamos más tiempo y lo que podríamos llamar “paisajes de la vida cotidiana”.
Las carreteras, los edificios, todos los espacios físicos de la ciudad deben ser protegidos para que no se conviertan en lugares inhabitables, cubiertos de suciedad, sin jardines para caminar, sin espacios para aparcar, etc. Por último, también hay lugares que la gente ya ni reconoce, ya que han cambiado por completo su carácter original y donde, incluso, se ha hecho imposible vivir. Éstas son áreas comprometidas, que, con el fin de encontrar un valor para que sean reconocidas de nuevo y puedan ser percibidas por la población, tienen que ser transformadas y reorganizadas.
Todos somos actores
El paisaje que vemos hoy es el resultado de muchos cambios y muchos eventos que se han superpuesto. Estas transformaciones no sólo son naturales, sino también producidas por los seres humanos. Cada sociedad, cada grupo de personas ha dejado su huella en el paisaje. Alguien cultiva los campos con métodos particulares o construye aldeas, calles, presas; alguien ha modificado el terreno de acuerdo a las necesidades y requerimientos de la época, la recuperación de humedales, desviación de los ríos, la construcción de carreteras, vías férreas… pero el paisaje también nos cuenta otra historia. La historia escrita por una vida normal, incluso por los eventos más comunes y sin importancia aparente. Esta es la historia de nunca acabar. Por lo tanto, el paisaje se convierte en el escenario para las acciones del hombre, la sociedad, las generaciones. ¡Un escenario compuesto por muchos cambios en el que las vidas de las personas acaban, incluyendo la nuestra!
María Jesús Arrebola Miranda, Ambientóloga de GRarquitectos
¿Qué es el paisaje?, ¿Quién defiende el paisaje? , ¿Por qué es importante el paisaje? Todas estas preguntas, que quizás deberíamos hacernos a menudo debido a la gran importancia que éste tiene en nuestro día a día, nos las responde el libro llamado “We are the landscape- understanding the European Landscape Convention” (Somos el paisaje- comprender el Convenio Europeo del Paisaje), auspiciado por la Red Europea de Autoridades Locales y Regionales para la Aplicación del Convenio Europeo del Paisaje (RECEP-ENELC) y cuyas autores son Cecilia Berengo y Sara Di Maio.
Durante los próximos tres lunes tendremos la ocasión de disfrutar con una síntesis de esta entretenida publicación. El propósito del libro es explicarnos, de forma amena y sencilla, el Convenio Europeo del Paisaje y ayudarnos a comprender, cómo gestionar y respetar nuestros paisajes y territorios.
El Convenio Europeo del Paisaje, también conocida como Convención de Florencia, promueve la protección, gestión y ordenación de todos los paisajes europeos. El convenio fue elaborado por el Consejo de Europa, que lo aprobó el 20 de octubre de 2000 en Florencia (Italia) y entró en vigor el 1 de marzo de 2004.
¿Qué es el paisaje?
“Paisaje”… seguramente, hemos oído numerosas veces esta palabra y podemos decir que la conocemos, pero sabríamos cómo responder la pregunta: ¿qué es el paisaje? Esto parece fácil, pero no lo es. El paisaje es lo que nosotros vemos cuando dejamos la casa cada mañana, cuando caminamos al colegio, cuando vamos a algún lugar en moto, coche o autobús. Inevitablemente, en el recorrido que hacemos cada día, nos encontramos con un paisaje. Pero, no sólo esto: ¿qué es lo que vemos cuando miramos fuera de la ventana de nuestra habitación? Edificios, calles, árboles, jardines, fábricas, monumentos, terrenos, gente, coches, bicicletas… Vamos a mirar hacia fuera y pensar sobre esto por un momento: ¡todo esto es el paisaje!
Es suficiente parar un minuto y observar lo que está a nuestro alrededor para ver que estamos rodeados por paisajes, a veces de extraña belleza, a veces degradados o abandonados. El silencioso paisaje de campos cultivados, un paisaje caótico de una zona suburbana industrial o el centro de una ciudad ruidosa y congestionada, es algo muy complejo: la naturaleza dio la materia prima y los seres humanos la han cambiado a lo largo de la historia. A menudo, fue el hombre quien produjo los cambios más profundos, año tras año.
Percibiendo el paisaje
Una playa llena de gente hablando, escuchando música alta y jugando en el agua, no parece la misma playa cuando la vemos desierta, atardeciendo y oyendo solo el sonido de las olas. Esto es porque, cuando nosotros miramos un monumento, no sólo lo apreciamos con nuestra vista, también oímos los sonidos que lo rodean o el silencio en el que está envuelto.
Intenta mirar fuera de la venta en una mañana de lluvia. Lo que ves fuera, ¿es lo mismo que viste el día de antes cuando, quizás, estaba soleado? El hecho, es que nuestro estado de ánimo también puede influenciar en la imagen que construimos de un lugar.
En realidad, el paisaje es el resultado de las intervenciones del hombre y el curso de la naturaleza, pero también el producto de nuestra percepción. El paisaje solo existe en el momento que se observa y se experimenta. Hay muchos factores que pueden influir en nuestra forma de experimentar y recordar paisajes. Entre ellos, a parte de nuestro estado de ánimo en ese momento, también es la idea que tenemos de ellos desde nuestra propia cultura.
¿Por qué es importante el paisaje?
La palabra landscape (paisaje) y land (tierra) tienen el mismo origen, ya que están estrechamente vinculadas: a menudo, un paisaje es la propia imagen de un país. Los rascacielos nos hacen pensar inmediatamente en Nueva York, así como el desierto y las dunas de arena nos llevan al África Subsahariana o las playas de arena blanca a las islas del Caribe. A través del paisaje podemos entender la historia y las condiciones económicas de una sociedad, podemos imaginarlo como una especie de “código genético” de un área. Todo refleja la sociedad que habita allí, la comunidad que vive allí, el cuidado que la comunidad tiene respecto a su territorio. El paisaje es un elemento fundamental del bienestar individual y colectivo del ser, un paisaje bien cuidado es una indicación de la civilización. La calidad del paisaje, por lo tanto, debe ser un derecho para todos: el derecho a disfrutar de paisajes agradables, armoniosos y no degradados, que representan a los que viven allí y los que los crearon.
María Jesús Arrebola Miranda, Ambientóloga de GRarquitectos