Desde principios de este año he vuelto a sumergirme en el mundo de la bolsa tras muchos años retirado de ella. La última vez que operé en el mercado secundario lo hice por teléfono y a través del bróker que me ofrecía mi entidad bancaria. Entonces fue para vender mis últimas acciones de Argentaria, que por entonces ya eran de BBVA. Saqué pasta, pero tengo que admitir que lo que se hacía por entonces no tiene nada que ver con lo que hoy en día hay. Mi primer contacto tras mi retorno me dejó asombrado. Era como volver a descubrir un mundo en el que ya habías estado pero en el futuro. Para empezar, los nuevos productos financieros, (CFDs, ETFs, warrants, opciones, futuros…); la cantidad de herramientas informáticas que ahora se pueden utilizar para poder tomar decisiones y que antes, simplemente, eran meros conceptos teóricos; pero sobre todo, la gran facilidad para poder operar desde Internet y con unas comisiones mucho más comedidas.
Es evidente que todo lo que hasta entonces sabía necesitaba una profunda renovación y es por ello que me puse a leer todo lo que había publicado sobre las nuevas técnicas y tácticas de operativa bursátil. Uno de los libros que hace poco pasó por mis manos fue el de Ignacio Sebastián de Erice (@bolsakrak), profesional de la bolsa desde hace 12 años, -más o menos el tiempo que llevo sin operar-, y asesor de www.bolsakrak.com, que en su ejemplar ‘La Bolsa y la Vida. Confesiones de un Jornalero’, derrocha un sinfín de experiencias personales en su operativa intradía que valen tanto o más que todos los conceptos teóricos que uno puede asimilar sobre Fibonacci, Bollinger, medias móviles, soportes, resistencias o velas japonesas.
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Un ejemplar imprescindible para los que comienzan en el apasionante mundo de la bolsa por su enfoque más estratégico que teórico, e indispensable para evitar los errores más comunes gracias a las valiosas experiencias operativas que el autor va desgranando a lo largo de todo el libro. Un manual por tanto, más pensado para “educar” la psicología del inversor que para incrementar aún más su formación técnica y fundamental. De hecho el autor invita a los lectores a profundizar la teoría en otros libros más especializados, dado que su propósito no es otro que conseguir, desde su dilatada experiencia, que el lector asimile determinados comportamientos a la hora de entrar en la bolsa, para evitar liquidar en un tiempo récord su patrimonio. Consejos muy prácticos y que como indica Ignacio, hubiera agradecido que alguien se los hubiera enseñado cuando él comenzó.