España arrastra una losa que amenaza con acabar con el estado de bienestar que tanto esfuerzo ha costado conseguir durante varias generaciones. Un lastre fruto de las desacertadas políticas de conciliación y planificación familiar, que pueden poner en jaque todas las prestaciones sociales y sanitarias actuales, y comprometer seriamente la viabilidad económica del país. Esa carga que ningún gobierno logra desatar, lleva grabado el nombre de ‘Tasa de Fertilidad’, que en nuestro país es una de las más baja de Europa y del mundo: 1,35 por ciento. Una cifra insuficiente para mantener el crecimiento de la población al estar por debajo de 2 puntos, lo que augura un envejecimiento y pérdida de habitantes cercano al medio millón de habitantes en un par de lustros.
De hecho las consecuencias ya son perceptibles en la actual pirámide poblacional, en la que su base decrece a partir de las generaciones menores de treinta años, dejando entrever que la estructura tiende al colapso demográfico para antes del 2050, si no se toman con urgencia medidas que reviertan la situación. De hecho, para ese año España necesitará 12 millones de inmigrantes para poder mantener el actual equilibrio entre cotizantes y jubilados. Sin embargo, la brecha demográfica en la base de la pirámide, no se va a cubrir con flujos migratorios que además, envejecen, sino que inevitablemente necesitará medidas políticas y sociales para fomentar la natalidad y evitar que en España mueran más personas de las que nacen.
Afortunadamente existen a lo largo de todo el mundo y en la misma Europa, medidas aplicadas en otros países que parecen corregir este desequilibrio, por lo que nuestros políticos no tendrán que inventar nada, sino más bien, legislar para aplicar en nuestro país todos aquellos incentivos a la natalidad que mejores resultados han conseguido en otros países. No será fácil porque cualquier medida que se implante, supondrá un incremento del presupuesto social que tendrá que compensarse con cargas impositivas o reducción de otras prestaciones sociales. Se trata, como con las pensiones, de un pacto intergeneracional para, precisamente, garantizar la viabilidad de nuestro estado del bienestar.
Cinco medidas para comenzar
La disminución de la fecundidad que no garantiza el reemplazo generacional, el retraso en la edad de la primera maternidad, el aumento de las familias monoparentales sin ingresos estables y el incremento de la esperanza de vida, son retos a los que otros países ya han plantado soluciones, como se señala en el informe ‘Family policy and demographic change’, del Comité Económico Social Europeo, que repasamos en los siguientes medidas:
- Equiparar permisos de maternidad y paternidad: Si algo se ha avanzado en la lucha por la igualdad es que la responsabilidad de un hijo se reparte a parte iguales entre la madre y el padre. Por ello es necesario que en los primeros meses ambos tengan cubierta las espaldas para poder atender debidamente a su prole. Además, supone una conquista social de la mujer en el campo laboral, ya que su capacidad profesional deja de estar cuestionada por su vocación maternal. Los países nórdicos son los referentes de estas medidas con Suecia a la cabeza, donde el permiso por nacimiento de hijo se extiende hasta los 13 meses con una remuneración del 80 por ciento del salario. Una adaptación de esta medida fue implantada en Alemania en 2007, sin distinguir entre madre o padre de cara a corresponsabilizar a ambos en la crianza de los hijos y garantizar la igualdad profesional.
- Horarios orientados a la conciliación familiar: Los horarios laborales en España son un verdadero problema tanto para las empresas como para las familias. Son innumerables los estudios que demuestran las empresas que aplican un horario flexible son más productivas y sus empleados se comprometen más con ellas. Apostar por unos horarios racionales y flexibles, facilita la conciliación, la igualdad y la productividad en el trabajo. Los Países Bajos tienen una larga tradición de horarios flexibles, siendo el país de la UE donde los padres utilizan más la jornada parcial. Curiosamente, su economía está entre las más productivas de Europa. En otros países como Finlandia se ha llegado a equiparar las horas laborales a las horas escolares de los hijos para que los padres puedan implicarse con los estudios de sus hijos, e incluso, fuera de Europa, Nueva Zelanda estudia acortar la semana laboral a cuatro días para facilitar la vida familiar.
- Ayudas fiscales: No hay mejor incentivo para cualquier iniciativa que el dinero, nos guste o no. A la hora de tener un niño, hoy en día con los sueldos actuales, 1.200 euros el más normal, cualquier ayuda fiscal supone un estímulo para poder afrontar con solvencia los primeros años de los niños, en los que los gastos se multiplican. Aplicar generosas deducciones en la Renta, introducir un factor multiplicador en las cotizaciones de los padres, o facilitar una subvención por hijo, como ya se hizo con el famoso ‘Cheque Bebé’, son medidas que otros países como Noruega o Finlandia aplican con éxito.
- Guarderías y comedores subvencionados: Uno de los primeros gastos que los padres tienen que afrontar a los cuatro meses es el pago de una guardería. Ello supone un desembolso de 300 euros de media. Habrá quien pueda tirar de la familia para ahorrar esa cantidad, pero por lo general, a la hora de hacer números, esta cifra se dispara en el presupuesto familiar, sobre todo, cuando son más de uno. La situación también se repite en los comedores escolares, indispensables si ambos progenitores trabajan, que es lo más habitual. Facilitar la gratuidad o la subvención de parte de estos gastos ayudarían a que las familias españolas elevasen su ‘Tasa de Fertilidad’ de un punto a dos. En España tener más de un hijo es todo un sacrificio que cuesta más que en el resto de Europa. De hecho las familias españolas afirman tener menos hijos de los deseados. En este aspecto, nuestra vecina Francia es el ejemplo a seguir, con una política familiar caracterizada por una gran estabilidad, que ha permitido crear una extensa red de guarderías y escuelas públicas en las que el almuerzo es un derecho como la educación. El resultado es que Francia es uno de los países europeos con índices más altos de empleo femenino y de fecundidad.
- Los autónomos también: Todas estas medidas no tendrían sentido si sólo recayeran sobre una parte de la población laboral, por lo que es necesaria extenderlas a los trabajadores autónomos, que suponen casi el 20 por ciento de la población ocupada en España. Medidas como la racionalización de los horarios comerciales, bajas laborales, vacaciones, permisos por hijo, y todas las prestaciones que cualquier trabajador por cuenta ajena tiene, son necesarias extenderlas a este colectivo, con ayudas públicas que permitan al pequeño empresario conciliar su negocio con su familia.
Seguro que habrá más medidas, y posiblemente otros países con problemas demográficos a corto plazo ya estén planteando otras. De momento, éstas cinco son un buen inicio para comenzar a trabajar por nuestro bienestar. ¿Cuáles son las tuyas?