El PP forzó que los plenos de Santa Fe fuesen a la misma hora que los de Diputación para hacerle la puñeta a José María Aponte -concejal y diputado-, que mientras haya atasco no será capaz de estar en dos lugares al mismo tiempo.

Sin embargo, lo que han conseguido los populares es que Aponte se convierta en noticia y el cuerpo se haga cuadro, que es la manera más discreta de estar los sitios sin meter la pata. Ante la imposibilidad de quedarse dormido con los ojos abiertos, la fórmula del retrato es la mejor para pasar desapercibido en una conferencia.

Pero no basta con plantar la estampa sin más. Para que parezca más real, sus compañeros han colocado junto al lienzo de Aponte dos botellitas de agua por si al diputado se le secara la garganta en el fragor del debate.

El cuadro entraña a su vez su hilo de misterio. No se consigue descifrar si el punto de la solapa es un pin o una pegatina por haber hecho un donativo a la asociación de amigos del alcalde mileurista de Santa Fe, por ejemplo.

Me pongo en el pellejo de Sebastián Pérez y comprendo lo que tiene que haber sufrido para resistir la mirada de Aponte impertérrita, retando al presidente a un duelo por ver quién se ríe primero.

Sebastián podía colocarle de frente un cartel de los suyos del Senado.

De los que le haya sobrado en Churriana, por ejemplo, donde curiosamente ha sido el candidato menos votado de los tres del PP.

Por cosas como esta, Sebastián también se habrá quedado de cuadro.