Hace unos días hablé con una de las maestras que tuve en esto del periodismo -evidentemente, ella no pudo elegir-. Me recordó que esta profesión de bribones siempre había conservado -aunque estaba a punto de perderlas- unas cuentas reglas no escritas que todos respetábamos como mandamientos de tinta.
Quizás una de las principales sea que cuando uno pretende entrar a matar primero llama al aludido para que tenga la oportunidad de defenderse, aunque después le hinque el colmillo, porque son los periodistas -y no los vampiros- quienes se alimentan de sangre.
Eso hice ayer con el Ayuntamiento de la capital antes de publicar hoy un auto del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que le obliga a pagar a la Junta 155.000 euros todos los meses hasta saldar su deuda por la obra del metro. Poca interpretación cabe. Tan poca, que probablemente el Ayuntamiento ni recurra.
Nadie del gobierno municipal quiso hablar -cuestión que respeto- pero esta mañana el amigo Curro Ledesma ha ofrecido una rueda de prensa donde ha aprovechado -cómo no- para dar una lección de periodismo y disertar sobre el significado del verbo embargar. Pero como la suya ha sido una copia chusca ha olvidado la regla básica que impera entre periodistas y entre caballeros: llamar al aludido para que pueda defenderse.
Y esto último nos tiene ‘embargados’ de la emoción. Que viene a ser otro metafórico del término.
Dice Curro que lo contado no es nada nuevo, aunque sorprende entonces que le haya sorprendido tanto algo que de sobra conocía. Si era tan viejo, quizás el alcalde tendría que haber remitido a los medios de comunicación el escrito del TSJA junto a la carta que escribió a la consejera Elena Cortés con un ultimátum que ha quedado en bravuconada. Y para ser algo tan poco novedoso llama igualmente la atención que Curro haya esperado precisamente hasta hoy para replicar a la Junta.
Hasta tal punto dieron por hecho que todo el mundo lo sabía, que a Curro y a Torres Hurtado se les pasó por alto contarlo.
Hoy le ha faltado el valor necesario para en lugar de responder a los periodistas enmendar a los magistrados que redactaron el auto.
Pero esto es precisamente lo único que no es nuevo.
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