Lo peor para un político es tener edad para ser delfín y verse convertido en un elefante. Mario Jiménez aspiraba a ser el delfín de José Antonio Griñán, pero se ha quedado -de momento- en un paquidermo al que Susana Díaz tiene que recolocar dentro de la cacharrería.
Para la lideresa, Mario Jiménez es su “amigo” y para Griñán su “amigo del alma”, que viene a ser una categoría superior pero menos rentable.
Por más que pretendan enmarcar lo sucedido dentro de la normalidad, ni siquiera dentro de la lógica política se entiende que en tres meses se haga una cosa y la contraria.
Mario Jiménez estaba llamado a conquistar Madrid y a rescatar al PSOE de sus propios errores, pero se vuelve de la Villa y Corte antes de que se le pegue el acento. Al Senado retorna el hasta ahora portavoz socialista en el Parlamento, Francisco Álvarez de la Chica, que probablemente haga historia al conseguir ser dos veces senador dentro de la misma legislatura. Paco salió del gobierno andaluz porque tuvo que hacer hueco a María del Mar Moreno y ahora deja su puesto en el Hospital de las Cinco Llagas porque un elefante se ha querido escapar del cementerio. Por dos veces ha sido sacrificado, nunca por los deméritos de su gestión, siempre por las necesidades del partido.
Dicen que lo de Susana y Mario ha sido un choque de trenes. Que el onubense pretendió continuar como hombre fuerte del partido en Andalucía pero se encontró con que la sevillana no quería alimentar a delfines con sus mismas aspiraciones. Cuentan que el “amigo del alma” de Griñán llegó a amagar con volverse de Madrid con las manos vacías y esperar su oportunidad entre bambalinas. Susana Díaz no tuvo más remedio que devolverle su puesto de portavoz en el Parlamento.
A partir de aquí, Susana tiene las manos libres para hacer una ejecutiva a su media.
Sin delfines ni elefantes.
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