«Me siento traicionado por unos compañeros que no conozco demasiado». Fue el lamento que dejó Paco Tarifa tras anunciar el martes una dimisión que nadie había reclamado públicamente; ni siquiera el PSOE.
Resulta cuando menos curioso que el día en el que el juez Ruz apuntaba que el PP se lucró supuestamente de la trama Gürtel; la misma jornada que Mercedes Alaya tiraba del hilo de la madeja de la corrupción para detener a otra treintena de presuntos comisionistas y trincones; la mañana en la que el vicealcalde de Valencia se atrincheraba a su sillón pese a estar cada vez más cerca del banquillo por el caso Noos; ese mismo martes que la Fiscalía anticipó la denuncia contra Artur Mas, solo dimitiera un diputado de provincias por la revuelta de unos cuantos concejales.
Es evidente que Paco Tarifa no se ha marchado tan solo por esto. De hecho, gran parte del expediente lo llevan otras dos personas.
La clave la dio el propio diputado cuando enjuagaba en lágrimas su despedida.
En efecto, a uno le cuentan quienes son sus enemigos pero le suelen engañar cuando le presentan a sus compañeros. De hecho, hay políticos que conocen mejor al piloto del avión que a sus colegas de partido. Y Tarifa no ha sido más que la “cabeza de turco” de una estrategia chusca donde unos y otros rivalizan por colgarse una medalla a costa de la Alpujarra.
Entre la conspiración y la chapuza me quedo siempre con lo segundo.
Es demasiado pretencioso el PP cuando interpreta que lo sucedido ha sido una premeditada maniobra socialista para tumbar la iniciativa de Sebastián Pérez. De hecho, en Torre de la Pólvora ni siquiera conocían el domingo que los concejales populares andaban apoyando la moción que pide a la Junta que frene la tramitación del documento.
Por supuesto, tampoco se habían percatado en el PP, que ahora amaga con el paripé de abrir expediente a los traidores cuando es evidente que la reprimenda se cerrará sobre la marcha. Y si acaso se inicia el expediente es porque algún instigador -pongamos que yo- preguntará dentro de unos meses qué fue de este anuncio.
Pensar que los ediles populares han votado a favor de la moción del PSOE porque han sido manipulados por los socialistas es presuponer que los mismos concejales se tirarían por el barranco de Poqueria si sus convecinos se lo pidieran.
Tampoco el PSOE puede regodearse en la rebelión de la Alpujarra cuando -teóricamente- los estamentos socialistas apoyan su declaración como patrimonio de la humanidad.
Y en estas estábamos cuando Paco Tarifa pasó por allí y sirvió de “cabeza de turco” a quienes les interesaba creer en la conspiración.
Cuando, en realidad, todo obedeció a una chapuza.
Foto: Ramón L. Pérez
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