Entre la conspiración y la chapuza siempre me quedo con lo segundo. Hace un tiempo que me contaron una teoría extraña, un complot antinatura entre una cuerda oficial del PSOE de Granada y otra oficialista del PP con el objetivo de desgastar al presidente provincial de los populares. A los piratas no les importa hundir el barco para quedarse con los restos del naufragio.
De entrada, no me creo estos pactos, porque me alimento de rumores más que de leyendas. Pero se han ido sucediendo algunas cosas que me han hecho recapacitar.
Llama la atención que, con José Torres Hurtado en su peor momento político en trece años, los socialistas le permitan salvar los días sin asfixiarle.
Ha pasado un mes desde que el gobierno municipal intentara subir el IBI un 10% a hurtadillas pero, en esta ocasión, los socialistas todavía no han puesto una mesa en la calle para recoger firmas, como hicieran en 2004.
El PSOE está personado en el ‘caso Serrallo’ pero apenas si hace ruido y se ha preocupado más de salpicar a Sebastián Pérez que de implicar a Torres Hurtado.
Otro ejemplo: tuvo que ser el concejal de IU Paco Puentedura quien pusiera en entredicho la construcción del bloque de pisos donde vive el alcalde. Los socialistas están sobre el tema pero han transcurrido dos semanas y han dejado que la noticia muera por sí sola.
Y antes incluso de que el alcalde se pusiera nervioso por la moción de censura con la que amenazó Luis Salvador, fueron los socialistas quienes se anticiparon a rechazarla.
Y en estas estaba, negando que el PSOE se prestara a revivir a Torres Hurtado con tal de debilitar a Sebastián Pérez, cuando la secretaria provincial, Teresa Jiménez, emitió el domingo por la noche un comunicado pidiendo explicaciones a Sebastián por la denuncia que el alcalde puso contra los concejales socialistas y que finalmente ha terminado archivada.
Otro día le pondré nombres a la teoría de la conspiración. No me los han contado, los he visto.
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