Siete meses después de la ‘Operación Nazarí’, el Juzgado de Instrucción número 2 ha levantado el secreto de sumario. El auto, de folio y medio, apenas aporta nada nuevo. Al contrario, apunta que habrá que esperar otro medio año para tener los informes sobre las operaciones urbanísticas bajo sospecha. Unos podrán interpretar que denota la inconsistencia del caso. Otros justificarán la tardanza por la complejidad de la presunta trama.
El auto de la jueza -por definición, una resolución motivada- debería haber aportado más información en un caso de tanta repercusión pública. Sobre todo, para despejar tantas dudas y especulaciones se han alimentado en este tiempo. A quiénes se investiga, por qué, qué delitos, cuáles fueron los indicios que justificaron las detenciones… Habría beneficiado a todas las partes.
Pero estamos asistiendo al secreto del levantamiento del secreto. ¿Hasta qué punto la transparencia obliga también a la Administración de Justicia? ¿Deben ser los sumarios accesibles cuando se investigan supuestos delitos cometidos por cargos públicos en el ejercicio de sus funciones?
No es bueno que las decisiones judiciales arrojen dudas. Y de la judicatura a la fiscalía. Porque también el lunes, aunque aún faltaban días para que cumpliese el plazo, la Fiscalía Provincial -que depende de la Superior pero que es distinta- emitió un comunicado para informar de que no recurrirá el archivo de las diligencias de la Casa Ágreda.
Y es inevitable que llame la atención que la misma fiscalía que presentó la denuncia se conforme con cerrarla sin que se practiquen la mayoría de las pruebas que solicitaba en su decreto.
O no estuvo justificada la denuncia o ahora ha preferido mirar para otro lado. También lo debería explicar el fiscal que ha llevado este caso.
O los fiscales -en plural- que hayan intervenido.
A lo mejor la explicación sobre el extraño actuar de los fiscales está en lo que público en su día en un día digital Isabel Nieto (el 15 de agosto de este año):
«Nadie menciona que existían más asociaciones interesadas en la cesión de la casa Agreda, pero sin aportar ni un euro, con la pretensión de hacer un mínimo lavado de cara al edificio y el peligro de utilización en condiciones deficientes. La Real Academia de Bellas Artes, presidida por el Fiscal Superior de Andalucía, Mujeres por Granada, Asociación de Vecinos, todos querían el edificio, pero nadie quería aportar un duro. Nadie menciona que hubo reuniones con otros interesados y que nadie quiso presentarse al concurso, según la portavoz de alguna de las asociaciones interesadas, porque “con un millón se arregla”. A 300 euros el metro, incluyendo climatización y accesibilidad, carpinterías, artesonados, cubiertas …»
Un buen tema para investigar Sr. Chirino
Quiero hacer un comentario que sólo toca este tema de forma tangencial, pero espero que no os moleste.
En el pasado me habré cruzado con Torres Hurtado, a lo largo y ancho de la ciudad, tres o cuatro veces y siempre me pareció un hombre tranquilo y feliz (esto es una apreciación puramente personal).
El otro día iba sumido en mis cosas cuando vi un matrimonio que se me acercaba de frente, me sonaban y que no conseguía recordar de que, podía quedar como un maleducado si me paraban para charlar. Di un pequeño respingo cuando caí en que era el exalcalde con su mujer y entonces es cuando ellos se fijaron en mí (un ciudadano anónimo que había reparado en su presencia) y vi miedo en sus ojos cuando se cruzaron conmigo. Supongo que pensaron que iba a insultarles en plena calle o incluso algo peor…
(Esta historia no tiene moraleja).
Chirino, ¿cuando le vais a preguntar a Don Sebastián por la operación Nazarí, que se le ha ido de las manos?.