Si alguna vez tuviera un cargo público -cosas peores se han visto, no muchas-, y me viese en la obligación de hacer pública mi declaración de bienes, actividades e intereses, seguramente tendría que ocultar algunos por poco decorosos e inconfesables; básicamente, en el capítulo de intereses.
Lo que no me ha sucedido desde que era un chavalín abstemio al que le echaban algo en la bebida, ha sido encontrarme en contra de mi voluntad con un cargo de apoderado en una empresa; ni tampoco se me ha pasado desapercibida por insignificante una finca de tres hectáreas.
Es lo que que les ha sucedido a los diputados provinciales Francisco Rodríguez Ríos (Ciudadanos) y a Luis de Haro -de Podemos y okupa en ‘Vamos, Granada’-. Ninguno consideró pertinente reflejar en sus declaraciones que en el Registro Mercantil -a este lunes- aún figuraban con intereses en varias sociedades. Empresa por sorpresa.
Podemos -a nivel provincial pero no todo- ha excusado a su diputado provincial aunque le ha pedido que enmiende su descuido, mientras que Ciudadanos ha evitado hacer declaraciones.
Por lo visto, que un político -que tiene voz y voto en adjudicaciones públicas- no haga constar en su declaración que persiste -aunque él no quiera- como apoderado de una empresa, a la dirección regional de Ciudadanos le pone naranja pero no le sonroja.
Traían otra forma de hacer política. No mintieron.