Ya ha quedado claro que Susana Díaz se desenvuelve perfectamente fuera de Andalucía. Punto.
La reciente visita a Marruecos ha sido otro artificio político de alguien que ha conseguido ser -mayoritariamente- creíble cuando se autoproclama roja como las candelas, cuando se reúne con un rey o cuando se fotografía con algún gerifalte del Ibex.
Susana tiene su agenda y en ese calendario personal no deja de ser una casualidad que celebre un mitin-cumpleaños 24 horas después del primer comité federal de Pedro Sánchez o que comparezca en el Parlamento andaluz en plena efervescencia del proceso soberanista catalán. Coincidencias.
Pero quizás Susana Díaz se haya olvidado de que donde llega la hija del fontanero no alcanza la presidenta andaluza.
Y aquí, que también manejamos nuestra propia agenda, tenemos por vicio marcar los días que saben a deuda.
4 de abril. Premios Juan Cuenca, en La Chana. Susana Díaz le promete a un vecino del Zaidín que estará en los festivales de rock de septiembre.
Personalmente le dije a la presidenta que se lo recordaría llegado el momento. Y aquí lo tiene.
Comprendo que una audiencia con Mohamed VI pueda resultar más excepcional que una paella en el Zaidín. Pero mal haría la líder de los socialistas andaluces si abandona la calle por la corte y deja desasistidos a sus compañeros ahora que llegan las municipales.
Y esto último no soy yo quien lo dice; aunque sea quien lo cuente.
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