El 17 de febrero de 1987, José Antonio Perea, un estudiante de Informática de 21 años volvía a su casa en el número 46 de la calle Buensuceso cuando fue asaltado por unos desconocidos. Al joven apenas le dio tiempo de pulsar el timbre del portero automático de su piso, que compartía con otros tres compañeros, cuando recibió un disparo que le provocó la muerte. Llevaba quinientas pesetas en el bolsillo y una cadena con una cruz de plata que fue encontrada en la acera. El caso, que conmocionó a la opinión pública granadina, fue complicado de resolver, ya que no hubo testigos y tampoco existía un móvil aparente. No obstante, en marzo de ese año la policía detuvo a Francisco Javier Butgardo “El Quisco”, de 24 años, como autor del disparo. Junto a él, cinco jóvenes más pasaron a disposición de la justicia implicados en delitos de robo, homicidio, tenencia ilícita de armas y encubrimiento. En el juicio, que se celebró en marzo de 1990, tres de los seis jóvenes acusados fueron absueltos, entre ellos, Juan Jiménez Muñoz, que fue declarado inocente tras pasar tres años en la cárcel. Los tres procesados por el crimen fueron condenados a penas de 104 años de cárcel.

1 comentario en El crimen de la calle Buensuceso

  1. Quiero recordar que conocí al criminal. Un muchacho caido en la droga, hijo de una señora que regentaba un bar en una residencia de ancianos. Y curiosamente el arma que utilizo se la habia robado a un amigo mio… un 22 niquelado.

    Creo…

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