Yaser Arafat, presidente de la Organización para la Liberación de Palestina, y Simón Peres, ministro de Asuntos Exteriores de Israel, dieron en Granada un nuevo impulso al proceso de pacificación en Oriente Medio en un encuentro auspiciado por Federico Mayor Zaragoza, director general de la Unesco, que los invitó a participar en un congreso de intelectuales con el título «La paz, el día después», que se celebró en la Alhambra del 8 al 10 de diciembre de 1993. Momentos antes habían recibido las llaves de oro de la ciudad de Granada de manos del alcalde, Jesús Quero. Cuando Arafat recibió la cajita de taracea con la llave dentro pidió que fuera «la que abra la puerta de la paz en Oriente Medio». Tras el acuerdo para la autonomía de Gaza y Jericó firmado entre el líder palestino y el primer ministro judío Isaac Rabin en septiembre de ese mismo año en Washington, con Clinton como testigo, el líder palestino y el israelí aseguraron en Granada que nada ni nadie les haría retroceder en el camino hacia la pacificación: «Tenemos que construir la paz. No podemos dejar pasar esta oportunidad».
Nelson Mandela 1918-2013
La histórica figura de Nelson Mandela a través de las portadas de IDEAL
12 de febrero del 90, Mandela es un hombre libre tras pasar 27 años en prisión
11 de diciembre de 1993, comparte con De Klerk el Premio Nobel de la Paz
9 de mayo de 1994, Mandela es elegido presidente, el primero de una Sudáfrica plenamente democrática y el primer negro que dirigía el país
La reconstrucción del Arco de las Orejas
El 30 de noviembre de 1933, IDEAL publicaba en su portada una fotografía de los trabajos de reconstrucción del Arco de las Orejas en «el paseo central de coches del bosque de la Alhambra». Leopoldo Torres Balbás, arquitecto conservador del monumento, fue el responsable de la reedificación que se llevó a cabo por orden de la Dirección General de Bellas Artes y a propuesta del Patronato del Tesoro Artístico Nacional.
El Arco de las Orejas, también conocido como Puerta de Bib-Rambla, del Arenal, de las Manos, de los pesos falsos y de los pesos y medidas, se encontraba en la calle que hoy lleva su nombre, junto a la de Salamanca. De hecho, Manuel Gómez Moreno en su «Guía de Granada» la llamaba de «Bibalfarax», cuya traducción es Puerta del Caballo, porque así se llamó a esta última calle.
De construcción árabe, muy parecida a la puerta de la Justicia de la Alhambra, constaba de dos partes: un arco de herradura, que se abría en un muro, y otro arco más pequeño sobre el que había un balcón. Los Reyes Católicos pusieron en dicho monumento un valioso cuadro de Nuestra Señora de la Rosa, nombre que recibió por una flor que el Niño tenía en la mano. Más tarde, los soberanos mandaron construir una tribuna y un altar que ocultaron parte de la decoración del arco. Por el lado de la plaza se leía una inscripción en caracteres góticos, escrita sobre un tablero de mármol blanco alusiva a cierta capilla que hubo encima de la puerta, edificada en 1507 por el bachiller Millán de Olivares, capellán de la reina Isabel, en recuerdo de la fiesta del Corpus, capilla que servía para que oyeran misa los vecinos de la plaza y el Zacatín.
Desde que a mediados del siglo XIX comenzara la reordenación del entorno de Bib Rambla, el Arco estuvo amenazado. No se destruyó hasta 1884, con la bendición de las autoridades municipales y a pesar de que tres años antes había sido declarado monumento nacional. En un principio, los restos se dejaron olvidados en un rincón del Ayuntamiento. Algunas de las piedras se perdieron, otras «fueron utilizadas, por manos de ignorantes y analfabetos, para construir, por ejemplo, un tapón de cauchil», cuenta el antiguo ejemplar de IDEAL. Con el paso del tiempo se dispuso el traslado de los restos a un local de la calle Alhóndiga y luego a las naves del Pósito hasta que, finalmente, alguien decidió que su sitio era el Museo Arqueológico.
En el 31 se planteó su reconstrucción. En un primer momento se pensó en levantar el Arco en el recinto del Secano de la Alhambra, pero se desistió de esta idea por ser un lugar poco frecuentado. Finalmente se eligió el rincón que hoy ocupa con la idea de construir un paseo peatonal que discurriera bajo la Puerta y que llegara a la de la Justicia.
Sin embargo, para el redactor del periódico, con la reconstrucción el monumento había perdido su «arrogante aspecto»: «La mayor parte de su arco grande ha desaparecido y, para formar este, ha sido necesario emplear ladrillos con los que se han construido casi en total, pues solamente en su lado izquierdo posee las piedras auténticas en la proporción de un tercio. Los sillares están completamente formados por piedras de las que se emplean en las construcciones rústicas, traídas de ríos y canteras. El arco pequeño conserva mejor sus elementos primitivos y solo en el lado derecho ha sido preciso sustituir aquellos por ladrillos, aunque no en gran proporción. Algunos de los bloques están algo fraccionados y faltan los trozos finales. Por último, la pared o fachada está reconstruida con abundancia de elementos ajenos a su época y estilo».
Para más información, aquí tienen el enlace al artículo El Arco de las Orejas y la polémica nacional por su derribo por Juan Ramón Olmos, periodista de IDEAL.
Y si todavía quieren más, yo he leído Guía de la Granada Desaparecida de Juan Manuel Barrios, Andar y ver de Juan Bustos y la Guía de Granada de Manuel Gómez Moreno
Las elecciones generales de 1933
El 19 de noviembre de 1933, España celebró la primera vuelta de las elecciones generales para las Cortes de la Segunda República, que se había proclamado el 14 de abril de 1931 (la segunda vuelta se realizaría el 3 de diciembre). El país llegó a los comicios con el gabinete de Azaña desgastado por una grave crisis política y económica, así que no sorprendió a nadie el cambio de color en el gobierno. La Confederación Española de Derechas Autónomas, la CEDA, de José María Gil Robles, fue el partido ganador, seguido por el PRR de Alejandro Lerroux. Lejos quedó PSOE de Largo Caballero que consiguió 59 escaños. En Granada, el día amaneció lluvioso, lo que quizá contribuyera a la elevada abstención. La coalición de radicales, derechas y agrarios aventajó a los socialistas, con 10 escaños frente a 3, escaños que se repartieron José Pareja Yébenes, Juan Félix Sanz, José Cazorla Salcedo, Manuel La Chica Damas, Francisco Roca Yébenes, Julio Moreno Dávila, Rafael Montes Díaz, Ramón Ruiz Alonso, Enrique Jiménez Molinero, Carlos Morenilla, Fernando de los Ríos, María Lejárraga y Ramón Lamoneda.
Estas elecciones, las primeras generales en las que la mujer pudo votar, se recuerdan en Granada por el triste suceso que costó la vida a veinticuatro simpatizantes del PSOE que fallecieron en un accidente de tráfico cuando el camión en el que viajaban se despeñó por el puente de Duda en Huéscar.
El grupo regresaba de un mitin electoral en Castril en el que habían participado Juan Carreño Vargas, María Martínez Sierra y el alcalde de Huéscar, que hablaron a los asistentes desde el balcón de la casa del médico de la localidad, Juan Granero Liñán (que luego fue alcalde de Castril y al que asesinaron durante la Guerra Civil). El camión rompió el pretil de la carretera y se despeñó por el tajo de más de setenta metros de profundidad. Solo uno de los viajeros, Pascual Fernández Ramos, de 17 años, logró salvar la vida. Era el ayudante del conductor, y cada día hacía el camino a Castril para vender pescado. El accidente vistió de luto a la localidad de Huéscar de donde eran las víctimas y entre los que se encontraba una mujer, Jerónima Carallor.
Francis Dumont y el récord de locuacidad
En aquel frío mes de noviembre, en la plaza Bibrambla volvió a montarse el quiosco de la Tómbola de la Caridad que en 1963 recaudaba fondos a beneficio de la guardería infantil de Santa Escolástica. A pesar de que los granadinos solían volcarse en este tipo de obras benéficas, ese año hacía falta un empujón final para animar a la participación. Y el broche de oro que se eligió, lo protagonizó Francis Dumont, un chico de veinticinco años y locutor de Radio Granada que, a pesar de su juventud, ya era todo un veterano de las ondas y un personaje muy querido en la ciudad. Nacido en Tánger, hijo de padre francés y madre malagueña, trabajaba como locutor desde los 13 años y en radio Granada participaba en los programas ‘La hora del Sol’, ‘Paréntesis romántico’, ‘La historia de una canción’ y ‘Dos manos sobre la mesa’. Francis se propuso batir el récord de locuacidad, que hasta la fecha, ostentaba un tal Thomas Choley. Para lograrlo, debía superar las 24 horas y 45 minutos hablando sin parar. Dumont se adueñó del micrófono instalado en la rifa benéfica el 10 de noviembre a las cinco de la tarde y continuó hablando 25 horas y cuarto sin interrupción.
Es una pena que la crónica publicada en el periódico sobre la hazaña no cuente de qué hablo el muchacho. Sí dice que la gente no paró de animarle durante el tiempo que duró la prueba, que dos importantes empresas se comprometieron a entregarle 5.000 pesetas si superaba las veinte horas de charla, 10.000 pesetas que consiguió y que el locutor entregó en la tómbola. También cuenta que no le faltaron espectadores, y que algunos le acercaban comida y bebida para que no desfalleciera en el intento. La gesta de Dumont en la Tómbola de la Caridad tuvo repercusión nacional. Quizás se haya olvidado aquel récord, oculto por la dilatada trayectoria profesional del locutor, que hoy es recordado por el programa ‘La hora de los locos’, que emitía la SER, y en el que se inspiró Jesús Quintero para su ‘Loco de la colina, un hito en los programas radiofónicos nocturnos. Y los más jóvenes seguro que lo reconocen por su voz, la del gruñón del tío Phil en el doblaje del ‘El príncipe de Bel Air’.
Granada a través de sus refranes y coplas (I)
En la memoria de los más mayores aún se conservan sentenciosos refranes y líricas coplas en los que la protagonista es Granada. Este post es una pequeña recopilación de algunos de estos dichos, publicado en un artículo de IDEAL el 2 de octubre de 1953
La situación topográfica de Granada no puede ser señalada más poéticamente que por esta copla:
«Al pie de Sierra Nevada
se crían las granadinas
con esos ojos gachones
y esas caras divinas»
Y después de esta galantería, en otra copla nos da su cancionero más detalles
«Granada sobre la Vega,
sobre Granada la Alhambra,
sobre la Alhambra la Torre
y en la Torre, la campana»
La campana de la Torre de la Vela ha inspirado otros versos:
«Quiero vivir en Granada
porque me gusta de oír
la campana de la Vela
cuando me voy a dormir»
Sonido que habla más al alma que al oído:
«En lo alto de la Vela;
hay una campana de plata;
cuando suenan sus metales
dice que, ¡viva Granada!»
Como saben, las chicas que tocan la campana de la Vela el 2 de enero, encuentran marido ese año:
«La que toca el dos de enero,
la campana de la vela
se casa dentro de un año…
… si no se queda soltera»
Permítanme que incluya una un poquito más actual…
«Me encontrarás de noche en la carretera
O en lo más alto de la Torre de la Vela
Búscame allí
Iré donde tú quieras
Porque tal vez
Nos lleven nuestras piernas hasta el mar»
(La Torre de la Vela. 091)
Penetremos en la ciudad. Nuestros primeros pasos tendrán este feliz encuentro
«A la entrada de Granada,
lo primero que se ve:
la Virgen de las Angustias
y el Molino de papel.»
La patrona a evocado muchas cancioncillas. Aquí una romántica…
«La Virgen de las Angustias,
la que vive en la Carrera,
que esa señora me falte
si no te quiero de veras»
Y llegamos al Darro de nuestro lírico paseo. Las crecidas inspiraron más de una copla…
«Pensamientos tiene el Darro
de casarse con el Genil,
y le ha de llevar de dote
Plaza Nueva y Zacatín»
El nombre de Zacatín es de origen árabe y se refiere a la antigua aduana de la seda y mercado árabe de ropavejeros. Su fama perdura en coplillas como esta…
«Tres cosas tiene Granada
que no las hay en Madrid:
la campana de la Vela,
la Alhambra y el Zacatín.
Tres cosas tiene Granada
que no las tiene Madrid:
el Zacatín y la Alhambra,
y el puente del Genil»
La comparación con la capital se repite en otros versos:
«La Calle Mayor parece
a todas las de Granada:
hay casas que valen mucho,
y otras que no valen nada»
A los que no saben aprovecharse de las oportunidades se les dice:
«¿A qué fue Antón a Granada? A nada»
O la más conocida
«Como el que tiene un tío en ‘Graná’ que ni tiene tío, ni tiene ‘ná'»
Irónica esta otra que critica a los que presumen de trotamundos:
«Mira si he corrido tierras
que he estado en el Albaicín,
en la Carrera del Darro
y en el puente del Genil»
Esta otra, a pesar de lo antigua que es, no desmerece a la actualidad:
«Tres cosas hay en Granada
que duran el año todo:
nieve en la Sierra Nevada,
arrebol para la cara,
y en la calle Elvira… lodo»
… y no lo digo por la nieve en la Sierra…
(Continuará)
Del ‘Cine Granada’ a la discoteca ‘Granada 10’
De salas de cine, a discotecas. Ese ha sido el destino de muchos de los locales de exhibición de la ciudad desde que se habla de crisis en la industria del cine. Pasó con el Príncipe, ha pasado con el multicines Neptuno, con el Aliatar, y pasó con el Cine Granada, protagonista de la efeméride que hoy ocupa esta sección.
Hace ahora treinta años, los propietarios de los pubs ‘Taifas’ y ‘Marylin’ se asociaron para remodelar y llevar la gestión del viejo cine de la calle Cárcel Baja. Adaptaron su uso a sala de fiestas, siguiendo el estilo de las macrodiscotecas tipo ‘Pacha’ de Madrid, o ‘La Paloma’ de Barcelona, que era lo que estaba más a la última en los primeros años de la década de los ochenta. La intención de los promotores con la reforma del edificio era devolver al local, que databa de los años 40, los elementos que fueron característicos en su origen y que, con el paso del tiempo, fueron desapareciendo, o estaban deteriorados. De las varias decenas de millones que supuso su remodelación y el equipo técnico de sonido e iluminación que requería la nueva sala, en la información que entonces publicó IDEAL se detalla que más de un millón y medio de pesetas se destinaron a la pintura en pan de oro del interior. En el proyecto que presentaron los futuros gestores, se aseguraba que en la reforma no se tocaría ni fachada, ni la decoración interior. Sí desapareció el patio de butacas que fue sustituído por plataformas de diverso nivel, que descendían a medida que se acercaba al escenario. En ellas se colocaron comodos sillones dorados de ‘skay’ alrededor de mesas. Se respetó la pantalla, y bajo ella, se colocó el escenario y la pista de baile.
El Cine Granada, propiedad de los empresarios del Olympia, abrió sus puertas en diciembre de 1945 con el estreno de la película ‘Edison el hombre’ protagonizada por Spencer Tracy. Era un amplio local de 700 butacas y decorado con un gusto exquisito, al estilo de los grandes salones de cine. En la planta superior instalaron un semicírculo de palcos y se invirtió en su construcción tres millones de pesetas. Al estreno acudieron, con invitación, las primeras autoridades granadinas y las señoras fueron obsequiadas con un ramo de flores.
En aquellos años, su competencia era el teatro Cervantes, el Príncipe, el Olympia, el teatro cine Nacional, el Liceo de Granada y el Aliatar Cinema. Ofrecían tres sesiones, entre las cuatro de la tarde y las 10 y media de la noche, aunque un aviso publicado en este periódico recodaba al público que debido a las restricciones de energía eléctrica y a la escasez de carburante, las salas se veían obligadas a suspender algunas sesiones en determinados días de la semana, «por lo que se ruega al público en general que estén atentos a los horarios que se anunciarán diariamente en las carteleras de los respectivos cinematógrafos». En la pantalla del Cine Granada se proyectaron películas como ‘Dumbo’ (1946), ‘Bailando nace el amor’ con Fred Astaire y Rita Hayworth (1947), ‘Yo confieso’ de Montgomery Clift (1954), ‘Espartaco’ en 1961 o ‘Casablanca’ (en 1966). El domingo 6 de noviembre de 1983, el Granada se despedía con el estreno de comedia italiana ‘Culo y camisa’, y unos días más tarde se anunció su reconversión en discoteca.
El 1 de febrero de 1991, volvía a abrir sus puertas como cine en las horas que no se ocupaba como sala de fiestas. El Príncipe se cerró 1987. Poco después lo hizo el Alhambra, y el Granada 10, junto al Aliatar, tomaron el relevo de exhibir en sus pantallas películas de autor. ‘Átame’ de Pedro Almodóvar, fue la cinta programada para su estreno.
Para entonces quedaban en la ciudad el Madrigal, los multicines Centro y el Astoria, que se había recuperado para el cine comercial tras varios dedicado al cine X. El ‘Granada 10’ puso en 2007 su particular ‘The end’. Poco después cerró el Aliatar. Ambos habían sobrevivido al vídeo, a la ferocidad del top manta, al Emule… pero no pudieron con el Kinépolis que llegó en 2004. Muchos lo echamos de menos y eso que la calidad de la imagen y el sonido estaba muy lejos de la perfección del HD o el 3D, o el Dolby ‘nosequé’… Entrar en la sala del Granada 10 y acomodarte en uno de esos dorados sillones despertaba un sentimiento romántico que no se definían con siglas.
¡¿Nos invaden los marines?!
El 27 de octubre de 1983, precisamente el día en que se informaba sobre la supresión de la Capitanía General de Granada, que, por cierto, fue un trauma para la ciudad, no solo porque se eliminaba la más antigua de las Capitanías españolas (la fundaron los Reyes Católicos tras la conquista) si no también porque pasaba a integrarse en la II Región Militar con sede en Sevilla, lo que se consideró un nuevo agravio histórico para esta ciudad que sentía este órgano como uno de los cuatro pilares de su historia, junto al Arzobispado, Universidad y la Chancillería. Bueno, vuelvo a la anécdota que me ha traído hasta aquí… Aquel día nos invadieron los marines norteamericanos. Eso, según la televisión soviética, que cuando informaba a sus telespectadores de la invasión de la isla caribeña de Granada, apareció en pantalla un mapa de España en el que estaba señalada en un círculo la provincia. Nuestra Granada fue, por unos minutos, tierra invadida por el ejército yanqui. ¡El primer día sin Capitanía y nos invaden! Chascarrillo hubo para rato…
Por cierto, unos días más tarde se realizó un acto de protesta en el Paseo del Salón en contra de la invasión norteamericana de la isla, que contó con la presencia de Carlos Cano, el escritor Marcos Ana y Celia Guevara, la hermana del Che, entre otros. En la protesta se declaró persona non grata al embajador norteamericano en España y nuestra ciudad se hermanó simbólicamente con su homónima caribeña.
Cuando Lou Reed sonrió en la casa de Lorca
- El cantante norteamericano Lou Reed ha muerto a la edad de 71 años. Yo no fui una de las afortunadas en disfrutar de aquel concierto que ofreció en la Huerta de San Vicente, pero seguro que fue inolvidable. Aquella noche del 1 de octubre de 1998, Lou Reed se emocionó y emocionó a los trescientos afortunados que le escucharon. Preocupado por el limitado número de espectadores de tan especial auditorio, el músico se ofreció a dar un concierto más al día siguiente abierto a todo el que le quisiera escuchar, pero su equipo lo descartó pues suponía un gasto extra. Esta fue la crónica que publicó IDEAL el día del concierto. Cuentan que le vieron sonreir y que el músico demostró su interés de empaparse del espíritu lorquiano.
En el año 2003, Lou volvió, esta vez al palacio de Congresos, para presentar su último álbum ‘NYC Man: The collection’.
El último tramo del embovedado del Darro
En el mes de octubre del año 1933, el Ayuntamiento estudiaba el proyecto más adecuado para finalizar la obra del Embovedado en el último tramo que quedaba al descubierto, el comprendido entre el Puente de Castañeda y el río Genil. Mucho se escribió sobre la conveniencia o no de la construcción de la cubierta del Darro. Las opiniones a favor y en contra, salpicaban las páginas de los periódicos desde aquel lejano 1854, cuando comenzaron las obras de la cubierta del río. En otoño del 33, una vez que el Ayuntamiento dio luz verde a la última fase de la obra, IDEAL publicó un artículo que hoy, 80 años después, llama la atención de cualquier curioso del tema: lo firmaba E. Mendoza y recordaba las discusiones que se vivieron en la ciudad con motivo de las obras del Embovedado. Se detenía en las opiniones contrarias a la cubierta que ya se comentaban en los años 80 del siglo XIX, cuando se trabajaba en el tramo entre el Puente del Carbón y la Plaza Nueva. La crítica más importante hacía referencia a que el Ayuntamiento debía de tener en cuenta que la calle Méndez Núñez (así se llamaba al tramo desde Plaza Nueva a la del Carmen) se convertiría algún día en una arteria con mucho tráfico, «y que ningún embovedado, por resistente que fuera, aguantaría años y lustros, la trepidación constante a que había de sometérsele […] Al sentir sobre el adoquinado el ruido trepidar de los tranvías, autobuses, motobombas, camiones, carros de carga y demás vehículos que, durante las horas del día y de la noche, desmoronan poco a poco y grano a grano, por el interior de la obra, la trabazón del ladrillo». Por otro lado, no había que olvidar la terrible avenida ocurrida en mayo de 1886, que arrancó más de veinte metros de bóveda y que, de milagro, no ocasionó víctimas, aunque sí importantes daños: «el peligro de la repetición de ese trágico suceso –continuaba Mendoza– puede asegurarse que no se ha tenido en consideración. Más tarde o más temprano se repetirá» (palabras proféticas, recuerden que casi veinte años después el Darro reventó en Puerta Real).
Ya lo decía la canción:
Ha prometido el río Dauro
el reunirse con el Genil
y llevarle de regalo
Plaza Nueva y Zacatín
Eso sí, a favor de la obra estaba la acuciante necesidad de cubrir aquel foco insalubre en el que se había convertido el cauce del río. También se habló de desviar su caudal, pero es otra historia… Casi treinta años duró la primera fase de la construcción de la bóveda. En 1884 llegaba hasta el Puente de Castañeda. El primer tramo cubierto fue el comprendido entre la Plaza del Carmen y Puerta Real. Más tarde, se erigió el trecho entre Plaza Nueva y Sierpe Alta y finalmente hasta la plaza del Carmen. Pero Granada quedó con su mejor plaza mal rematada, la calle Reyes Católicos sin su firmeza y los vecinos expuestos a enfermedades por las emanaciones pestilentes del río que quedaban sin cubrir. El embovedado entre Puerta Real y el Puente de Castañeda se realizó en 1866 y finalmente entre julio del 36 y el 38, el tramo de la Acera del Darro hasta el Humilladero, que se inauguró una vez terminada la guerra.