Estoy completamente abochornado. Lo que ayer lunes al punto de la mañana se vivió en el salón de plenos del Ayuntamiento de Armilla no puede pasar despercibido para nadie que tenga al menos todavía un soplo de conciencia ciudadana, un cierto amor a la libertad conquistada, un tenue amor por la democracia.
Más allá de los dimes y diretes entre el gobierno y la oposición, que pronto pasarán a ser la oposición y el gobierno, a tenor de la nueva mayoría que nació ayer, ciertos comportamientos que ocurrieron deberían ser condenados ahora, e impedidos para siempre.
Bien es cierto que no se habla en este artículo de todos los vecinos de Armilla, sino de aquellos que, contaminados por tal sangre de siglas, saca lo peor que una persona alberga en su interior y lo hace público en un lugar sagrado para la democracia: el pleno municipal de su pueblo. La primera línea de defensa de la Democracia en una sociedad enferma de crisis, sí; pero también de valores.
Y critico también aquí a quien ayer lo permitió. A los gallos de corral malencarados que se dirigen al público para alentarlo o que, simplemente, en su dejación de funciones impiden, el alboroto que acaba, encendidos ya los ánimos, en una suerte de concurso de insultos soeces, gracias casposas y reproches vanos.
Queda lo de las mayorías, pactos, tripartitos y partidos independientes que no son mucho más que escisiones de medio pelo a la izquierda y a la derecha de la voluntad popular.
En el caso de Armilla todo cobra su protagonismo más atávico en el tío de la vara, en el tío que da la vara de mando municipal de Armilla o que luego la quita. En un concejal de IDEA que pactó en junio de 2011 para dar el gobierno municipal al Partido Popular de Antonio Ayllón y que ahora se lo quita para devolvérselo al PSOE, que llevaba hasta hace año y medio 28 años mandando en Armilla.
Es J. L Castillo, el tío que da la vara de mando y que también la quita. Pero lejos de ser el malo de esta película, es quizá el único que está en el justo medio de la razón y son todos los demás, los que permiten este festival del voto ajeno, los verdaderos responsables de secuestrar la voluntad de una Armilla de oro y rabia que, en la peor crisis de su historia, solo quiere ser gobernada por gente trabajadora y honrada como ellos mismos.
MÁS INFORMACIÓN
-Crónica en Ideal.es con vídeos
-Un Storify con la tuitcrónica desde el salón de plenos de Armilla
CRÉDITOS
-La fotografía es de Alfredo Aguilar y aparece el edil independiente J. L Castillo recibiendo improperios de un grupo de vecinos
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