El poder desgasta y corrompe

El poder siempre desgasta y si alguien lo duda que se lo pregunte a Mariano Rajoy. Otra cosa es que responda al más puro estilo gallego o se vaya por los cercanos cerros de Úbeda. El presidente del Gobierno y, lo doy por incuestionable, líder del Partido Popular se siente sumamente satisfecho de haber logrado iniciar la recuperación en esta crisis, aunque haya sido a costa de haber tomado determinadas medidas dolorosas pero obligadas. Considera todo un mérito, y posiblemente lo sea, haber evitado el rescate, que la prima de riesgo esté controlada, y España goce de la confianza de los mercados. Incluso que hayamos podido plantar cara a los ‘hombres de negro’, por haber cumplido bien los deberes dictados por la Europa merkeliana, una señora que pide lo que no hace en su casa. 

El PP ha sufrido por primera vez en su historia una fractura. Algunos militantes significados, como Ortega Lara, el ex funcionario de prisiones víctima del más largo secuestro de ETA, Vidal-Quadras, nada menos que vicepresidente del Parlamento Europeo, o el ex parlamentario vasco Santiago Abascal, forman parte de un nuevo partido llamado Vox, que viene a intentar ocupar quizá los espacios abandonados por el PP. Casi al mismo tiempo, Jaime Mayor Oreja, ex ministro de Interior y con gran peso político, anunciaba su renuncia a encabezar nuevamente la lista a las elecciones europeas. Y encima, el gobierno de la Comunidad de Madrid sufre un serio revés judicial que hace fracasar la privatización de hospitales.
Con todo este bagaje, el PP iniciaba este viernes una convención nacional, bajo el lema ‘España en la buena dirección’, con la ausencia de José María Aznar, lo que ha desatado todo tipo de especulaciones. Si la secretaria general María Dolores de Cospedal negaba cualquier tipo de ruptura o división en el seno del partido, qué les voy a decir cuando los asistentes escuchen los fervorines de sus dirigentes, especialmente el de Rajoy hoy en la clausura. Seguro que todos salen este domingo de la capital castellana persuadidos de que lo peor ha pasado, que van por buen camino y con bajar los impuestos lo tienen fácil para mantenerse en el poder. Pueden creer que lo de Cataluña no será problema, ni lo del caso Gürtel, tampoco la supuesta financiación ilegal de su propio partido y que saldrán bien parados con la nueva ley del aborto. Pero sobre todo ello no se ha escrito el último capítulo. Cuentan con alguna ventaja, como tener enfrente a una oposición en la que Alfredo Pérez Rubalcaba ha cumplido ya dos años, pero no es capaz de encontrar su lugar. Además, los socialistas iniciarán a finales de año un proceso, el de las primarias, que nadie sabe cómo acabará.
Me temo que estas reuniones partidistas a quienes sólo llegan es a sus mismos dirigentes y a sus militantes. Se trata de convencer a los convencidos. Lo malo es que ahora el PP hasta tiene enemigos dentro. Pero si el poder desgasta peor es que se corrompa, a la vista de las ultimas denuncias de la Cámara de Cuentas Andaluzas, otra más de tantas. ¿No les parece?