«La Sociedad Comprometida»

He tenido la inmensa fortuna de pasar una semana (¡apenas una semana!) en el Sáhara. Viviendo en uno de los campamentos de refugiados en los que malviven miles y miles de saharauis… huérfanos de su tierra y olvidados del mundo. Al Sur de Argelia, en uno de los paisajes más áridos y más terribles de los que existen en nuestro planeta.
Y mi fortuna ha sido inmensa, como os decía, porque he recibido tremendas dosis de cariño y de generosidad precisamente de las personas más pobres que nunca había conocido…
Y porque aún estoy sorprendido de las altas dosis de dignidad y de responsabilidad colectiva que atesoran las gentes de la antigua colonia española del Sáhara Occidental. Porque, a pesar de que pueden encontrar todo tipo de argumentos para sentirse agredidos por unos (Marruecos) y olvidados por el resto (de lo que España tiene una gran responsabilidad histórica), estas gentes rezuman auténtico patriotismo, y tienen un proyecto común, una ilusión colectiva, conseguir volver algún día a casa, a su casa… únicamente armados con la fuerza de la razón y de la moral, la del derecho internacional, con paciencia, mucha paciencia, y siempre a través de procedimientos pacíficos… convencidos de que más pronto que tarde se hará justicia…
Pero mientras tanto, el pueblo saharaui lleva, por tanto, 35 años arrinconado en el lugar más inhóspito del desierto viviendo exclusivamente de las ayudas internacionales y de la solidaridad de muchos ciudadanos, ONGs e instituciones internacionales de todo el planeta, porque allí no tienen agua, no tienen alimentos, no tienen recursos… ¡No tienen nada!

Por eso, aún estoy sobrecogido por sus ganas de vivir, por su esfuerzo titánico para mantenerse unidos, por el respeto que profesan a sus tradiciones, por la manera con la que veneran a sus ancianos, y sobre todo por la alegría de los miles de niños saharauis… que son la única garantía de que otro futuro es posible, pero cuyas condiciones de vida están muy por debajo de las que nosotros admitiríamos para uno solo de nuestros compatriotas… pero como solo sabemos mirarnos el ombligo, las vidas de todas esas personas, la existencia de todos esos niños, en realidad, no nos importa nada…
España y Europa los han olvidado. La alta política internacional ha olvidado a toda estas personas… o quizás, simplemente las ha sacrificado en beneficio de acuerdos geopolíticos o económicos con Marruecos, el país invasor y opresor, ¡Qué sé yo!… Y no importa nada que la ONU les dé la razón, porque el tiempo y el desierto más atroz juega en su contra… ¿Cuantos años más podrán aguantar así?
Como participante del Maratón del Sáhara, un proyecto solidario, yo les he llevado una migaja de solidaridad, y ellos, como os decía, me han regalado su corazón… que yo quiero mostrároslo a través de sus miradas: limpias… alegres… inocentes…
Yo no quiero olvidarlos, y nos los voy a olvidar… y estoy seguro de que la fuerza de las personas es mucho mayor que la fuerza de los estados, y que por tanto tu y yo, todos nosotros, debemos formar una ola de solidaridad a favor de esta gente olvidada que sin embargo, día a día, nos da verdaderas lecciones de dignidad… En el Sahara viven miles de Aminetou Haidar.
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LAS MIRADAS DEL SÁHARA |
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