Este es el elocuente título del artículo que publica elpais.com. El gran aumento de la población mundial hace dudar sobre la capacidad del planeta para asumirlo. Las ciudades van ganando terreno a lo rural, pero son necesarias fórmulas que garanticen su sostenibilidad:
En poco más de un siglo la población de la Tierra se ha multiplicado por cuatro y seguirá creciendo de forma vertiginosa todavía otro medio siglo más, hasta alcanzar los 9.000 millones. Hasta hace poco, Naciones Unidas consideraba que ese sería el cénit y que, a partir de esa cifra comenzaría una lenta y progresiva reducción de la población. Sin embargo, ahora sostiene que el planeta albergará 10.000 millones de personas a finales de este siglo. El desafío no es solo la alimentación sino muy especialmente organizar ciudades para darles cabida.
Urbanistas, arquitectos y decenas de miles de expertos estudian cómo hacer frente al reto de adaptar las urbes a semejantes volúmenes de habitantes. Cuentan, además, con otro flujo añadido: los 3.000 millones de personas que en las próximas décadas abandonarán el campo para buscar un futuro supuestamente mejor en la ciudad. Y todo ello dentro del temor cada día más generalizado al cambio climático y a las catástrofes naturales que desencadena, desde horrendas sequías a salvajes inundaciones que se vuelven más frecuentes conforme la Tierra se calienta y aceleran la huida del campo a la ciudad.
Hasta ahora, las ciudades solo ocupan el 2% de la superficie terrestre. Pero la alarma desatada por el aumento experimentado por los precios de la alimentación en los tres últimos años, al no haber crecido la producción tanto como el consumo, ha levantado las voces de quienes denuncian que el cemento arrasa suelos fértiles.
La mayoría de los urbanistas consultados no ven el crecimiento poblacional como una lacra sino como una oportunidad para utilizar mejor y con más sabiduría los recursos que tenemos y para estudiar y aplicar las innovaciones tecnológicas. Además, apuntan que la ciudad actúa como un exitoso método de control de natalidad, ya que al mejorar el nivel de vida y tener acceso a la salud se limitan voluntariamente los hijos sin necesidad de medidas coercitivas, como en China, ni esterilizaciones forzosas, como las que llevaron a la primera ministra de India Indira Gandhi a perder el Gobierno en 1977.
En la actualidad, el 50% de la población es urbana y en 2050 ese porcentaje habrá aumentado al 75%. «Pero también es importante tener en cuenta que las ciudades ya crean 80% de la riqueza total», destaca Ezquiaga.
Para el arquitecto Alejandro Zaera, , que cuenta con uno de sus textos incluido en The Endless City, una de las principales obras teóricas de la arquitectura mundial, del británico Ricky Burdett y de Deyan Sudjic, afirma que «el gran reto es la sostenibilidad de las ciudades». Esto requiere de forma urgente «disminuir su consumo energético, fomentar el transporte público y eliminar el vehículo privado». En este sentido, apuesta por urbes con una alta densidad de población, como Nueva York, Shanghai, Tokio, Hong Kong o Barcelona.
Zaera apuesta por «modelos de vida con una mayor tolerancia al frío y al calor», de manera que con edificios «mucho mejor aislados, con un mejor comportamiento y que se verticalizan de forma natural» pueda prescindirse en gran medida de la calefacción y el aire acondicionado. Para luchar contra el cambio climático que nos afecta a todos defiende que la comunidad internacional imponga una tasa sobre las emisiones de dióxido de carbono, ya que, por ejemplo, «los ciudadanos de EE UU emiten cuatro veces lo que deben para ser sostenibles».
La Unión Europea financia estudios y centros dedicados a investigar sobre las llamadas «ciudades inteligentes», en las que la conectividad desempeña un papel muy importante para garantizar «la creación de riqueza, la sostenibilidad social y el medioambiente», afirma Panagiotis Tsarchopoulos, director de Urenio, un instituto de Salónica (Grecia). Añade que ya tienen diseñado el proyecto de la futura Salónica inteligente, que incluye seis distritos con servicios diferentes y plena conectividad, a través de sensores y sistemas de software. Y lamenta que la crisis económica haya impedido a la municipalidad financiar la puesta en práctica del proyecto.
En esta línea se encuentra también Agenda Futura: El mundo en 2020, un proyecto en el que participan numerosas empresas para estudiar las posibilidades que brinda el crecimiento de la población en los próximos 10 años.
Zaera señala que en el futuro «tal vez sea necesario prescindir» de los grandes templos que se construyen ahora, «como la Ciudad de la Cultura de Valencia», en aras de la «sostenibilidad y de dedicar los recursos financieros a estructuras urbanas que hagan las ciudades más vivibles». Este es el gran objetivo de urbanistas y expertos: que aunque se conviertan en megalópolis de hasta 100 millones de habitantes sigan ofreciendo a los ciudadanos trabajo y esperanza en un futuro mejor.
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Lamento disentir de mis colegas Ezquiaga y Zaera, porque a parte de otras cosas, a mi me parece un drama y un fracaso local y global ese crecimiento vertiginoso de las ciudades, paralelo al abandono de las zonas rurales y de sus sistemas de explotación racional y ancestral. Porque las ciudades que mas crecen son verdaderos focos de marginalidad y de baja calidad de vida, y porque los territorios mas comprometidos con la sostenibilidad, con la cultura y el paisaje, con la explotacion racional de lis recursos, con la calidad de vida en definitiva, suelen estar organizados a partir de un sistema de ciudades equilibrado y bien jerarquizado… Precisamente lo contrario de lo que se está dando dn tantos y tantos lugares. Sobre todo en los lugares mas pobres menos equitativos del planeta.
«El gran reto es la sostenibilidad de las ciudades». Yo creo que es imposible avanzar en ese sentido si no hay equilibrio con lo rural. No puede haber ciudades sostenibles sin atajar el problema con una visión global.