«El Territorio Comprometido»
Con la tercera y ultima entrega sobre el libro «We are the landscape» («Somos el Paisaje»),finalizamos este pequeño paseo en el que hemos profundizado sobre el concepto de paisaje en su sentido mas amplio y rico.
Las reglas del juego
Proteger lo que es espectacular y nos ha dado la historia. Gestionar de la mejor manera los lugares “corrientes” donde vivimos. Planificar de nuevo aquellos lugares donde la historia nos ha dejado poco o nada, o cuando lo que quedaba ha sido borrado. Proteger, gestionar y planificar: son los tres principios básicos del Convenio Europeo del Paisaje. Podemos llamarlas la “reglas del juego”: reglas que se pueden aplicar de diferentes maneras según las necesidades pertinentes.
Los cambios sociales, económicos y ambientales se reflejan directamente en el paisaje, que es el espejo de nuestras acciones y las de la naturaleza. Los cambios en un territorio deben ser vistos como algo positivo, ya que representan el crecimiento y desarrollo de las personas que viven allí, sin embargo, cuando se construye algo nuevo, la gestión de estos cambios en el paisaje es fundamental, se deben observar constantemente para que las nuevas construcciones estén en armonía con lo que ya existe.
La construcción del futuro
Los paisajes siempre han sufrido cambios y seguirán haciéndolo. El objetivo debe ser acompañar a esos cambios, reconociendo la diversidad y la calidad de los paisajes que hemos heredado y haciendo un esfuerzo para conservarlos o mejorarlos, para enriquecerlos en lugar de convertirlos en ruinas. Por supuesto, no es tarea fácil, ya que hoy en día, el territorio se utiliza constantemente, pasando a través de él todos los días, en el viaje de casa a la escuela o al trabajo, o los fines de semana, e incluso los lugares más tranquilos son utilizados con fines turísticos. Hoy en día, hay muy pocos lugares inexplorados, donde el hombre no haya estado. Todo esto se llama desarrollo, y no es negativo en sí mismo. Sin embargo, por desgracia, a menudo ocurre que algunas personas actúan por su propio interés, sin ningún respeto ni consideración por la calidad de los paisajes.
La calidad del paisaje
¿Cómo podemos saber la diferencia entre un paisaje de calidad y un paisaje degradado? ¿Cuándo decidir sobre qué hacer con él? En primer lugar tenemos que identificar los paisajes que conforman nuestro territorio, ver cuántos y qué tipos existen. A continuación, analizar sus características, estudiar su historia, entender, a través de los signos todavía visibles, el pasado que han tenido, qué personas vive allí, cuáles son las actividades que se han realizado en él. Con todas estas cuestiones, vamos a ser capaces de entender que la mejor solución para un paisaje es… Una tarea que recae en los habitantes y las autoridades públicas, quienes, después de haber identificado los paisajes y su dinámica en el tiempo, deben convertirse en portavoces de las necesidades y aspiraciones de las personas a las que les concierne.
El concepto de calidad del paisaje incluye la naturaleza, la cultura, la sociedad, la estética, pero también la economía. La calidad no sólo está en la belleza sino en encontrar un equilibrio entre las necesidades sociales, económicas y ambientales. Se entiende, pues, que la calidad de un área es decidida por las personas que viven allí, quienes conocen sus recursos.
¿Cómo participamos?
Si el paisaje es un bien común, las decisiones deben involucrar a todo el mundo, desde los poderes públicos a las organizaciones, a los ciudadanos. Las tareas de las autoridades públicas de los municipios, regiones, provincias y países son la sensibilización, participación e información a los ciudadanos sobre su territorio, para que sean más capaces de percibir su paisaje, entender su valor, y participar en las decisiones que le afecten. Los ciudadanos pueden desempeñar un papel activo, así lo espera el Convenio, si están preparados para dar una opinión y expresar su posición, las decisiones serán realmente eficientes y responderán a las necesidades de todos. Los políticos y los expertos están trabajando para hacer que el papel de los ciudadanos sea más específico, en relación, al paisaje.
Ahora que concluye la tercera, y última, entrega del libro “We are the landscape”, comprenderéis que el paisaje no es sólo algo que se puede aprender a conocer, sino algo que nos preocupa de todo corazón. No sólo por forma parte de nuestra vida cotidiana, sino también porque su futuro, tu puedes y debes decidir. Esta es la esencia del Convenio Europeo del paisaje: los lugares donde vivimos y donde viviremos en el futuro, son la expresión de lo que somos, de lo que fueron nuestros padres, nuestros abuelos y nuestros antepasados más lejanos. Y como ellos, también, nosotros podemos cambiar el lugar en el que vivimos. Esto se puede hacer con pequeños gestos, como el respeto al medio ambiente y la naturaleza, también con una nueva herramienta, que a diferencia de nuestros antepasados, tenemos y debemos usar: la posibilidad de participar en las decisiones públicas relativas a la planificación de nuevos espacios arquitectónicos y naturales. Sólo de esta manera, estar involucrados en primera persona, nos hará sentir que los lugares donde vivimos forman una parte esencial y que siempre, serán una parte de nosotros.
María Jesús Arrebola Miranda, Ambientóloga de GRarquitectos