ARQUITECTURA Y ARQUEOLOGÍA: NI CONTIGO NI SIN TÍ

«La Arquitectura Comprometida»

Hace unos días tuvimos nuestros habituales foros de los jueves, donde recibimos la visita de los compañeros arqueólogos que están colaborando con GRarquitectos en las obras derivadas del Plan Director del Conjunto Conventual de San Antón de Granada. Compartimos la reflexión que nos han enviado acerca de dicho foro y la relación entre arquitectura y arqueología.

Son pocos los profesionales de la arquitectura que, a día de hoy, no asumen con naturalidad que en ciertas actuaciones arquitectónicas es necesaria la intervención del arqueólogo, sobre todo, en aquellos casos en que se actúa directamente sobre un bien patrimonial. Muchos de ellos, asumiéndolo como un “mal necesario”; no tantos, como una oportunidad de enriquecimiento científico tanto del proyecto de actuación como del desarrollo y resultado final de la intervención arquitectónica.

Estudios arqueológicos en el Convento. S.XVII . FUENTE: M.I. Mancilla Cabello y  J. M. Román Punzón, arqueologos
Estudios arqueológicos en el Convento. FUENTE: M.I. Mancilla Cabello y
J. M. Román Punzón, arqueologos

Afortunadamente, comienzan a ser incontables las experiencias de colaboración entre arquitectos y arqueólogos, que han demostrado que las aportaciones de estos últimos al proceso constructivo es fundamental, y no sólo en fase de intervención, sino también, en la de elaboración del proyecto arquitectónico. Esta evidencia, cuando se interviene sobre bienes integrantes del patrimonio histórico construido, es especialmente importante, pues no debemos olvidar que toda actuación patrimonial supone un proceso de conocimiento, una oportunidad única de desentrañar el complejo proceso histórico que desemboca en el estado actual del edificio analizado.

El conocimiento que posee el arqueólogo del desarrollo histórico de un territorio, así como de sus registros subterráneos, permite evaluar de un modo más preciso su potencial arqueológico, ajustando de este modo, los plazos de ejecución y los costes que tendrá el mismo en las fases iniciales. Es decir, contribuye de manera muy notable a la mejor gestión del presupuesto de la obra, disminuyendo considerablemente los frecuentes incrementos de costes, no sólo materiales sino también derivados de los retrasos en los plazos de ejecución, que devienen de inexactas evaluaciones del potencial histórico-arqueológico del área a intervenir.

Por tanto, el arqueólogo que se integra en el equipo técnico del proyecto como una pieza más  del engranaje del proceso arquitectónico (como geólogos, urbanistas, delineantes o documentalistas), bajo las órdenes de la Dirección Facultativa, colabora eficazmente en la mejora de la calidad, la gestión y la eficiencia del diseño de dicho proyecto.

Estudios arqueológicos en el Convento.  FUENTE: M.I. Mancilla Cabello y  J. M. Román Punzón, arqueologos
Estudios arqueológicos en el Convento. FUENTE: M.I. Mancilla Cabello y
J. M. Román Punzón, arqueologos

Posteriormente, ya en fase de ejecución, la intervención arqueológica aporta valiosa información del edificio objeto de actuación, así como de su interacción con fases históricas precedentes, enriqueciendo de este modo el proyecto de rehabilitación, ya que se obtiene una visión más completa y precisa del desarrollo y la evolución histórica del mismo, sirviendo de base, por ejemplo, para la elección de soluciones y acabados. Incluso, informando de patologías del edificio, lo cual permite solucionarlas en su origen. Es decir, nuevamente, contribuye de manera esencial a la calidad del resultado final de la actuación de rehabilitación ejecutada.

Experiencias de este tipo, como las que se están desarrollando en el Convento de San Antón de Granada, al amparo del Plan Director de dicho conjunto monumental, dirigido por el Estudio de Arquitectura García de los Reyes, vuelven a demostrar la idoneidad de conformar equipos multidisciplinares, entre cuyos integrantes se cuenta el arqueólogo, para el correcto análisis y  actuación sobre bienes integrantes del patrimonio histórico arquitectónico, contribuyendo de esta manera a su mejor conservación, protección y puesta en valor, y basadas en una actuación arquitectónica cuyos criterios de intervención están regidos por el rigor científico, y la obtención de la eficacia y la calidad constructivas.

María Isabel Mancilla Cabello

Julio M. Román Punzón

Queremos agradecer a estos dos grandes profesionales la  impartición del foro sobre las intervenciones arqueológicas en el Convento de San Antón que tanto nos ilustró.

4 Comentarios

  1. Yo tengo la suerte de trabajar con estos dos profesionales y puedo asegurar que es todo un privilegio. Ya que contando con ellos se puede dar un vuelco muy acertado a las intervenciones llevadas a cabo durante las distintas obras y por tanto tomar decisiones, por ejemplo en los acabados, mucho más acordes a los materiales y soluciones llevadas a cabo durante el paso de los años.

  2. Yo tuve el placer de estar presente durante el foro que dieron estos arqueólogos y me gustó muchísimo. Creo que es necesario pararse a escuchar al resto de profesionales que pueden intervenir en las fases de una obra para saber apreciar la importancia de la labor de cada uno. Fue muy enriquecedor. Gracias!!

  3. Lo primero que hice el día en que me hacía cargo del asesoramiento de la obra del claustro de S. Antón, fue dirigirme a Maribel que por entonces empezaba a sacar a la luz restos arqueológicos del jardín y de la galería. Para mí era lo natural: ella era la que me podía aportar datos literalmente fundamentales: Con el paso de los días lo comprobamos, en la galería nos aparecieron los enterramientos de las familias granadinas que a final del s. XVII hicieron posible la construcción del convento pagando por su enterramiento allí…fechas de enterramiento que empezaron a grabarse a principio del s. XVIII en las lápidas de piedra de Sierra Elvira, más abajo, en el jardín, aparecieron los restos de las atarazanas de las que ya informaban los Anales de Hernández de Jorquera y ya fuera, y aún más abajo de cota….no se encontraron los restos de un ramal de la la acequia de Romayla que se intuía en la plataforma de Ambrosio de Vico. Toda esa información hallada (incluso la no hallada)y descrita ya científicamente por Maribel es una riqueza no solo para el proceso de una obra como ésta sino para la propia historia de la ciudad, por lo que debe ser difundida.

    Estoy convencido de que ese trabajo científico nos aporta a los arquitectos datos clave para entender mejor el edificio a restaurar o a rehabilitar y nos permite aportar buenas soluciones, mejores aún si la intervención arqueológica es previa a la obra. A mis alumnos les traslado ésto para que desde la Escuela entiendan la labor del arqueólogo no como una carga que hay que soportar sino como una pieza clave en la comprensión del inmueble, tan importante como los informes que nos facilitan los historiadores del arte, disciplinas ambas que nos dan las primeras claves para redactar buenos proyectos de intervención sobre edificios con valor histórico y patrimonial.

    Maribel, Julio: un placer trabajar con vosotros. Gracias

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