“La Ciudad Comprometida”
Comenzamos una nueva serie en la que de manera más o menos periódica compartiremos material audiovisual que en nuestra opinión merezca la pena ser difundido, pues, de una u otra forma, entroncan con todos aquellos temas que tratamos en La Ciudad Comprometida.
Para inaugurarla os dejamos el enlace a un video titulado “La Ciudad Jubilada”, que complementa la publicación «La Ciudad Jubilada: Breve diccionario sobre los huertos informales en los ríos de Barcelona”, que podéis consultar aquí.
El día a día de uno de los muchos jubilados que autocultivan sus propios huertos en tierras residuales que no les pertenecen, entre los ríos, las autopistas o las vías de tren de la periferia de Barcelona. Explorar y conocer estos huertos es un modo de aproximarse a una de las muchas prácticas autónomas que, desde su ‘desobediencia’, también dan forma a la ciudad contemporánea. Prácticas que, lejos de ser anecdóticas, nos dan muchas pistas sobre lo que ocurre detrás del supuesto orden urbano. El trabajo se centra en la dimensión social de estos huertos autoconstruidos, entendidos aquí como una lección de autonomía en una sociedad que insiste en asimilar ‘Jubilación’ a inutilidad y dependencia.
BARCELONA, CUIDAD JUBILADA. Es atrevido este enunciado porque llama a un profundo tema político-social y una verdadera tesis de estudio. Y no toca esto para mí. Creo que la ciudad es un ejemplo ibérico en cuanto a una gestión ciudadana de la continuidad, que ha dado muchos frutos en cuanto a la planificación urbana, de servicios, de equipamiento de barrios periféricos, renovación de equipamientos, atención a la estética de su arquitectura ciudadana e histórica, con dimensiones que se acercan a la estética y la utilidad practica. Y con todo lo dicho, para desarrollarlo necesitaría conocimientos académicos y no tengo.
La ciudad es un núcleo vivo de integración social, porque el ciudadano es un personaje comprometido. Uno de los objetivos principales y no siempre conseguidos, quizá y puede que acierte en apuntar, porque una planificación urbana siempre choca con el frente político donde las mejores ideas, son frenadas por la diversidad de objetivos que prioritariamente el ejecutivo tiene en cartera. Es difícil la unión del urbanista y el político.
Esta ciudad, cercana a las influencias europeas, por su proximidad y mimada por los políticos nacionales, en cuanto a la radicación industrial, ha tenido tres grandes hitos que encumbran su prevalencia.
El primero fue la creación de su industria textil, que gozó de privilegios (en perjuicio de otras regiones) y que le posibilito de grandes recursos laborales, con protección oficial. El segundo hito, fue cuando Cerdá tuvo el invento de una ciudad cuadriculada, bien protegido por el gobierno central de Madrid, donde la imaginación de este urbanista diseñaba las vías de circulación en previsión de que los trenes tuviesen ancho suficiente en sus cambios de dirección, dando origen a los “chaflanes”, muy característico de una ingeniera de prevención futura, o las manzanas de viviendas con ajardinamiento interior, que se perdió por la necesidad de una propiedad privada que todo lo alteraba y pese a ello fue un proyecto muy valorado y copiado en Europa, quedando Cerdá, arruinado con los gastos del levantamiento topográfico de Barcelona. Y el tercer hito barcelonés, es un milagro del urbanismo nacional, (es un milagro porque he llegado a saber que el URBANISTA, realmente no existe en España) y las Olimpiadas en la década de 1980 transformaron Barcelona urbanísticamente con un fruto de alto reconocimiento en Europa, con lo que las grandes aéreas ciudadanas de Montjuic-Diagonal-Vall d’Hebron-Poble Nou, se adhirieron a la Villa Olímpica, que fue creada desbaratando un viejo núcleo de industrias muy pequeñas y sobre este solar están las grandes vías olímpicas a la vera de una playa de inmejorable diseño.
Y finalmente, y como comentario principal, en Barcelona no solo se encuentran huertos a la vera de las rieras o entre-vías, si vistáis la ciudad condal, tendréis el asombro en una plaza del barrio de la Ciutat Vella y en los entornos de la calle Trafalgar, un pequeño huerto cultivado por la vecindad, en el centro de una placida plaza. O un “huerto vertical” cubriendo la nula fachada de dos calles, sostenido por soportes metálicos, con vegetación dedicada al nido de pajarería. Barcelona no es ciudad jubilada, es una ciudad muy viva. GRACIAS