Van ganado los grafitis. Van perdiendo las pintadas. El arte urbano que representan los primeros debe permanecer. La falta de educación y de ciudadanía debe desaparecer con las segundas, las malditas pintadas que afean la ciudad. El debate debe ser sobre los grafitis. El consenso sobre las pintadas. Hay que ayudar a los artistas urbanos, a los escritores, a que desarrollen su creatividad. Hay que articular soluciones, buscar espacios, crear protocolos y aprovechar que Granada es una potencia en arte urbano y está reconocida internacionalmente como tal.
Es cierto que los grafiteros son como un grito de rebeldía y que pintan o escriben, como dicen ellos, para expresarse. también es cierto que más allá del quebranto de las leyes, saben que su arte, por definición es efímero y sujeto a las inclemencias meteorológicas, al paso del tiempo. O, directamente, a que te repinten encima, como ha pasado tantas veces. La última, por señalar, el ‘ecce homo’ que han hecho al retrato de Joe Strummer de los Chas en su propia placeta.
Otro reto que hay que resolver y que es asimismo peliagudo es el derecho que tiene cualquier ciudadano a privatizar un espacio público. Es decir, por qué un grafitero puede pintar en tal pared y a un ciudadano que pase por allá todos los días le tenga que gustar, tenga que aceptarlo y transigir. Si el espacio de la ciudad es de todos, todos podrán opinar sobre lo que se ahce con él. Sin ánimo de polémicas pero con ganas del debate, ánimo a crear un espacio de discusión al respecto. Y aviso que me pondré de parte de los grafiteros, por supuesto.
Para demostrar mi posición, me he pillado mi cámara de fotos y he fotografiado unos cuantos que me parecen que tiene cada uno de ellos y a su manera, un toque especial. Que habría que buscar la forma de protegerlos y de que tengan todas las bendiciones de las administraciones, sí; pero también de los vecinos que van a convivir con ellos.
Claro, lo que me interesa es saber tú qué opinas