Autor: Javier F. Barrera

31 días de agosto: BBQ (Día 23)

Los amigos son los que te esperan para comer aunque llegues a las cuatro de la tarde. Y no solo te esperan, sino que además te han preparado una barbacoa. Y encima te la han preparado como a ti te gusta, con su morcilla de Burgos, su panceta y sus chuletitas de cordero. Y una buena ensalada para el desengrase. Y un poco de vino tinto para trasegar. Y una buena conversació y una buena sombra bajo los árboles. Una maravilla.

Las barbacoas son amistad y son verano. Son el punto de inflexión donde el calor de de la amistad se combina con el de la leña y las carnes llegan en su punto justo. Si no, mira la foto que hay justo aquí debajo.

Recuerda. Hay que besarse más. Y en verano, mucho más

Todos los posts de #31diasdeagosto
-Día 1: Los 400 golpes
-Día 2: A todo gas
-Día 3: The Motorcycle Boy Reigns
-Día 4: On the road
-Día 5: Trece Rosas
-Día 6: Easy rider
-Día 7: The Last Waltz
-Día 8: Martin Rock and Roll Scorsese
-Día 9: Travis, Luke, Beatrix, Catherune y Léon
-Día 10: Natalie
-Día 11: BB
-Día 12: París
-Día 13: Sex
-Día 14: Un Negroni
-Día 15: Poke
-Día 16: Moloko
-Día 17: Tarantino Sound
-Día 18: Nick
-Día 19: Corto Maltés
-Día 20: Distopías
-Día 21: Baricco
-Día 22: La Estrella

 

31 días de agosto: La Estrella (Día 22)

La Estrella es un bar de Granada en el que por las noches se entremezclan cuatro generaciones de forma acompasada al principio y volcánica al final. Para los que no conozcan el bar, se encuentra enclavado en la zona de Plaza Nueva, en una de las esquinas de la calle Cuchilleros. Por más señas, detrás de La Trastienda. Rojo infierno y estrecho, tiene la difícil categoría de antro, de zulo, de agujero e incluso, de garito; lo que para toda una parroquia extensa de granadinos, visitantes, estudiantes, pijos, cuarentones, adictos, bellezas, progres, hippys, modernos, pibones y despistados es el máximo atractivo que una doble puerta en una calle en penumbra puede deparar. La Estrella y sus clientes forman una parroquia, decíamos, líquida y entrañable. Unida en conexión eléctrica con los camaretas del enjuto bar, unos tipos y tipas que canción a canción ha logrado convertir la visita a su bar en un clásico de la noche de Granada. De esa noche granadina curiosa y embriagadora que entre todos consigue que la ciudad de la Alhambra sea tan entretenida, tan sugerente y tan deseada por todos los jóvenes y universitarios de media España y, eso sí, toda Europa y parte del extranjero.

Sí, anoche acabé en La Estrella. Estaban Pedro, Pili y Nat y, claro, fui feliz.

Recuerda. Hay que besarse más. Y en verano, mucho más

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-Día 1: Los 400 golpes
-Día 2: A todo gas
-Día 3: The Motorcycle Boy Reigns
-Día 4: On the road
-Día 5: Trece Rosas
-Día 6: Easy rider
-Día 7: The Last Waltz
-Día 8: Martin Rock and Roll Scorsese
-Día 9: Travis, Luke, Beatrix, Catherune y Léon
-Día 10: Natalie
-Día 11: BB
-Día 12: París
-Día 13: Sex
-Día 14: Un Negroni
-Día 15: Poke
-Día 16: Moloko
-Día 17: Tarantino Sound
-Día 18: Nick
-Día 19: Corto Maltés
-Día 20: Distopías
-Día 21: Baricco

 

31 días de agosto: Baricco (Día 21)

Hay tres tipos de hombres: los que viven frente al mar, los que se internan en el mar y los que logran regresar, vivos, del mar.
Faltan los hombres que aman.
Alessandro Baricco dejó escrito en Océano Mar el mejor compendio de sentimientos que un hombre puede aflorar. Junto a él, un compendio de adjetivos listos para ser lanzados en cualquier crónica periodística de postín.

Hoy no hay preguntas.
Deja si quieres un sentimiento.

Y ven. Sigo aquí.

-Océano Mar
Hace muchos años, en medio de algún océano, una fragata de la marina francesa naufragó. 147 hombres intentaron salvarse subiendo a una enorme balsa y confiándose al mar. Un horror que duró días y días. Un formidable escenario en el que se mostraron la peor de las crueldades y la más dulce de las piedades Hace muchos años, a orillas de algún océano, llegó un hombre. Lo había llevado hasta allí una promesa. La posada donde se paró se llamaba Almayer. Siete habitaciones. Extraños niños, un pintor, una mujer bellísima, un profesor con un extraño nombre, un hombre misterioso, una muchacha que no quería morir, un cura cómico. Todos estaban allí buscando algo, en equilibrio sobre el océano. Hace muchos años, estos y otros destinos encontraron el mar y volvieron marcados. Este libro explica el porqué, y escuchándoles se oye la voz del mar. Se puede leer como una historia de suspense, como un poema en prosa, un conte philosophique, una novela de aventuras. En cualquier caso, domina la alegría furiosa de contar historias a través de una escritura y una técnica narrativa sin modelos ni antecedentes ni maestros.
El tono de Océano mar no tiene comparación posible en la narrativa italiana, por la ascensión fantástica que no conoce pausas, por la gama emotiva que proyecta. En efecto, se pasa de la ironía más descarada a la melancolía más profunda, de la comicidad más sanguinolenta al pathos más comprometedor y menos patético. Esta novela, en la que proliferan ecos y alusiones -Conrad y Melville, Joyce y Beckett, Valery Larbaud y Perec, el Schumann de las variaciones y La balsa de la Medusa de Géricault- es la indiscutible confirmación de un talento original, capaz de insólitas sabidurías literarias y de inéditos abandonos. Mientras que Seda estaba construida siguiendo un único registro estilístico, en Océano mar se utilizan una gran variedad de técnicas: «a cada historia debe corresponder una música particular», en palabras del narrador y musicólogo Baricco.

Negresses Vertes
Formed in 1987, is a French music group that is best described as a fusion of world music and some aspects of alternative rock. Tracks often feature acoustic guitar and accordion, with some containing other traditional instruments such as piano and brass. The group’s style is fairly upbeat and energetic on the majority of its tracks, with unusual rhythms, vocals delivered with a generous dose of zeal and vibrant energy, and accompaniment melodies ranging from lilting and distant to eccentric and fast-paced. These two factors give many of the group’s pieces a strong sense of direction.

Recuerda. Hay que besarse más. Y en verano, mucho más

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-Día 1: Los 400 golpes
-Día 2: A todo gas
-Día 3: The Motorcycle Boy Reigns
-Día 4: On the road
-Día 5: Trece Rosas
-Día 6: Easy rider
-Día 7: The Last Waltz
-Día 8: Martin Rock and Roll Scorsese
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-Día 19: Corto Maltés
-Día 20: Distopías

 

31 días de agosto: Distopías (Día 20)

Hoy estoy tan contento que me voy a echar en brazos de Cioran y de las distopías. Así, por molestar. Ya que no puede ser que uno se conserve como Brad Pitt porque simplemente no es Brad Pitt, seguiremos de mano con razonamientos inversos y nos volveremos a dar cuenta que no hay nada más importante que despertarse feliz y descansados por la mañana y esperar a que esos ojos que buscas te encuentren, que alguien te regale una canción, que la comida esté rica.

La alienación humana, el más destacado de los temas presentado por Jean-Paul Sartre y Albert Camus, es formulado en 1932 por el joven Cioran: «¿Es posible que la existencia sea nuestro exilio y la nada sea la casa?» (De lágrimas y de santos). Es darle la vuelta completamente a toda la línea de pensamiento. Y cada vez me parece que es más así. La casa es la nada. Y esto de la vida es la contingencia. O como se diga. Hay que pensar que las obras de Cioran abarcan muchos y variados temas: el pecado original, el sentido trágico de la historia, el fin de la civilización, la negativa del consuelo por la fe, la obsesión por la vida eterna, como una expresión del hombre metafísico o el exilio.

Por tanto, reciclo de pensamientos anteriores publicados en este mismo blog y creo que hoy podemos definir la vida como una distopía. Donde la utopía no sería ya la vida eterna que se concibe en la religión, sino que la utopía sería el amor, ese magma que te quita los problemas y te hace feliz. Es decir, una distopía o antiutopía es una sociedad ficticia indeseable en sí misma. Esta sociedad distópica suele ser introducida mediante una novela, ensayo, cómic o cine (Leer la entrada en Wikipedia). Y en el caso que propongo, se introduce con un beso. ¿Me sigues? El beso que nace en la distopía para huir a la utopía del amor. El beso que nace en la inexistencia para construir algo que nos libre de la nada.

Algunas distopías de la primera mitad del siglo XX o a mediados de siglo advertían de los peligros del socialismo de Estado, de la mediocridad generalizada, del control social, de la evolución de las democracias liberales hacia sociedades totalitarias, del consumismo y el aislamiento (1984 de George Orwell, Un mundo feliz de Aldous Huxley y Fahrenheit 451 de Ray Bradbury).

Personalmente, la distopía más allá del concepto no es más que un producto cultural,mejor dicho, contracultural.

La distopía será entonces un exoesqueleto en el que podamos colgar nuestros experimentos cerebrales para luego ver del resultado qué pedir en un menú del día, por ejemplo. Va en serio.

La distopía es también el componente del metaverso (leer la explicación del concepto): «Los metaversos son entornos donde los humanos interactúan social y económicamente como iconos, a través de un soporte lógico en un ciberespacio que actúa como una metáfora del mundo real, pero sin las limitaciones físicas allí impuestas».

Pero sobre todas las cosas, la distopía es un término cyberpunk (Leer la explicación de Cyberpunk en este link), lo peor de nosotros, el lado tenebroso, el que a nosotros mismos nos da miedo pero, al final, brilla la esperanza porque la distopía es como un espejo de dos caras que te guiña y que, sin quererlo, te engulle, avaricioso, hasta que reconoces tus sombras y brillos, frágil como el tiempo. Es la Oscuridad de un mundo mal hecho que quiere vengarse de todos. En la distopía perfecta la bandera es de color negro esperanza

En mi distopía perfecta esa bandera negra lleva los huesos cruzados sobre la calavera del último pirata honrado. El del último beso robado.

Las vacaciones son el remedo cualificado e inútil de la distopía veraniega. Y los besos. No me canso de decirlo este verano.

-Un beso francés, con lengua, que te propone Blondie

-Un beso macho alfa de Tom Jones

-Y estos, que ya no sé ni cómo definirlos

Recuerda. Hay que besarse más. Y en verano, mucho más

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-Día 2: A todo gas
-Día 3: The Motorcycle Boy Reigns
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-Día 8: Martin Rock and Roll Scorsese
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-Día 18: Nick
-Día 19: Corto Maltés

 

31 días de agosto: Corto Maltés (Día 19)

 

He quedado esta noche con Corto Maltés. No nos vemos desde el verano, que pasamos la velada paseando por París, por la orilla del Sena, al atardecer, cambiando cromos de nuestras vidas extrañas, almas complejas, flores rotas. Me gusta cómo acompasa las ideas con las aventuras sin inmutarse. Me gusta cómo, pase lo que pase, cumple sus reglas a rajatabla. Mejor dicho, su única regla: «No me gustan las reglas, pero respeto solo una, la de no traicionar nunca a los amigos».

Estaba Corto Maltés preparando unos mapas y unos papeles y me pasó su autobiografía. Me dio tanta rabia no haberla escrito yo mismo que os la pongo por aquí. Ya me diréis entonces que estáis haciendo con vuestras malditas vidas.

«Me llamo Corto, Corto Maltés. Nací en Malta el 10 de julio de 1887, o al menos eso me han contado. De mi primera infancia recuerdo una bandera llena de cruces y una barba roja, la de mi padre. ¿Mi madre? Una gitana de Sevilla. Era tan hermosa que el pintor Ingres se enamoró locamente de ella; no sé si será verdad, pues ella nunca hablaba de estas cosas. Recuerdo una casa preciosa con su patio lleno de flores junto a la mezquita de Córdoba, y recuerdo bien el día en que una amiga de mi madre me tomó la mano izquierda y la miró con horror, pues me faltaba la línea de la suerte. No lo pensé mucho, tomé una navaja de afeitar de mi padre y yo solo me tracé una, larga y profunda. No creo que aumentase mi dosis de suerte, pero siempre he sido libre y eso es suficiente. Mi padre desaparecía continuamente y volvía cada vez menos. Era oriundo de Tintagel, en Cornualles, un lugar lleno de hadas y magos. Afirmaba ser nieto de una bruja de Man que tenía un gato rojo, y decía una barbaridad de cosas cuando se perdía entre las botellas. Estudié en la escuela judía de La Valeta y luego en Córdoba con el rabino Ezra Toledano, que fue quien me inició en la Torá y me contó otras historias ocultas. En cualquier caso, lo que mejor recuerdo fue el día en que salí de Malta y me embarqué en el Vanidad Dorada, un magnífico buque de tres palos, y desde entonces navego dando vueltas por el mundo. Conocí a Rasputín, a Jack London y a tantos otros, aprendí a bailar el tango en Buenos Aires, en las Antillas y Brasil conocí a Esmeralda y los ritos del vudú. Y luego fueron las Indias, la China, las islas del Caribe entre apacibles verandas y tiroteos, y las del Pacífico, con Escondida, la más extraña de todas, entre monjes y piratas. He visto un tren cargado de oro precipitarse en un lago helado de Mongolia, he compartido los silencios del desierto con un guerrero, el verde y las lágrimas con una hermosísima hada irlandesa, he buscado joyas y sueños imposibles por los canales y sobre los tejados de Venecia».

-Si quieres bailar navegando nada mejor que Los Rodríguez

Recuerda. Hay que besarse más. Y en verano, mucho más

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