Categoría: Granada

Albaicín, Pintadas, Cámaras y La vida de Brian

Romani Ite Domun

La escena es un clásico del Séptimo Arte y sirve para explicar lo que sucedió ayer en el Albaicín. Someramente, Torres Hurtado se plantó en el Arco de las Pesas y propuso poner cámaras de videovigilancia para evitar las pintadas (lee en este link la info de M. V. Cobo).

La instalación de este tipo de videovigilancia en espacios públicos tiene que ser autorizada por el TSJA. La propuesta, viva la Hemeroteca de IDEAL, tampoco es nueva. Ya se le ocurrió hacer lo mismo en el centro en 2008, pero para evitar los robos. El TSJA le respondió más o menos que también podía servir para evitar el deterioro del patrimonio y le dejó la puerta abierta. Pero nada ocurrió.

Un paseo por el barrio del Albaicín sirve para tomar el pulso a la medida en boca y sangre de sus vecinos, quienes certifican que les da igual «que las pongan, que no las pongan o que las dejen de poner, porque no va a servir para ná».

Igualmente, otros vecinos sostienen que «lo que pretenden es matar dos pájaros de un tiro y tenerlos controlados». Algo que no les gusta nada. Sí es verdad, que otros dicen que si sirve para evitar los robos, los tirones y las pintadas, «pues que bienvenido será».

En cualquier caso, el sentir y el dato cierto es que el Albaicín sigue abandonado por las instituciones y que nadie se explica cómo esto es posible.

Quizá, y solo quizá, la próxima vez que pillen in fraganti a un pinturitas de estos haciendo pintadas de las suyas, puedan emplearse a fondo con él cual decurión romano y obligarle a escribir cien veces por todo el Albaicín algo así como «No volveré a ensuciar con pintadas el Albaicín», con el resultado clásico que todos conocemos de la película La vida de Brian. Tiene pintas de que va a ser más efectivo.

DEBATE
¿Qué harías tú para evitar la plaga de las pintadas en el Albaicín y en Granada?

 

 

 

El Gato Gordo y Naranja que se mudó del Realejo a Manhattan

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El Gato Gordo y Naranja que vivía pintado en la fachada de una de las casas de la Cuesta del Realejo se ha mudado al corazón de Nueva York.

Granada no es precisamente el país de las maravillas para la vanguardia cultural y tiene que abrirse paso a duras penas en terrenos tan venturosos como el street art y los grafiti, el pop y la música independiente, el cómic o el compendio de locales diseminados por todos los barrios de la ciudad donde germina el espíritu de una cultura distante de la oficial que crea trabajo y esperanzas bajo la forma de microteatros, cuentacuentos, ludotecas infantiles, todo tipo de muestras y exposiciones y, en fin, conciertos, sesiones y recitales desenchufados a media luz que se ‘cuecen’ en sótanos y en azoteas a la luz de las vela bajo el influjo de cada luna llena.

El Gato Gordo es el paradigma de todas ellas. Una suerte de cooperativa basada en la economía compartida donde todos parecen salir ganando en un modelo que en el mundo occidental denominan ‘win-win’.

Donde ‘win’ en inglés es ganar y la aliteración implica que ganan las dos partes. Someramente y bajo contrato legal, un grupo de gente joven alquila un edificio en mal estado y se compromete a reformarlo a cambio de poder vivir en él durante un periodo de tiempo.

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En el interior, todas las formas de nueva economía compartida y las modas se dan cita en una suerte de laboratorio social incomparable. Hay menúcompartido para la ‘familia’, hay gente que duerme en los sillones un par de días y retoma el camino, hay gente que se ayuda entre sí y conecta con otras fibras de la ciudad y, los jueves y viernes, hay acción cultural bajo la forma de microteatro, música, maquillaje, cabaret y lo que toque.

Las entradas se han reservado vía Facebook y, por supuesto, la entrada es gratis hasta completar aforo.

El resultado es que desde el otoño pasado, cuando comenzó el curso, siempre se ha llenado y mucha gente se ha quedado en la puerta sin poder ver el espectáculo.

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La guinda a este torrente creativo fue un grafiti que ocupaba toda la fachada de la casa de la Cuesta del Realejo.

Un Gato Gordo y Naranja que simbolizaba lo que sucedía puertas adentro.
Sin embargo, el Ayuntamiento, so pena de multa de 3.000 euros, ordenó que se cumpliera la ordenanza y que se repintara de blanco la fachada.

Así se ha hecho. Pero el grafitero El Niño de las Pinturas sorprendía a todos al publicar en Facebook una foto del gato naranja pintado en Manhattan donde, además, acaba de decorar la fachada de un hotel en el corazón del Soho de Nueva York, donde se ve al gato naranja muy enfadado sobre un busto de García Lorca.

Lo que no quiere Granada luce en Nueva York con todos los respetos.
Para pensar.

MÁS INFORMACIÓN
Hay un Gato Gordo y Naranja por los tejados del Realejo, sobre la casa compartiday su actividad y moradores (Leer el link en el blog Cableados)

De las siglas Federico Lorca García o de la Feria de Granada del Libro

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Estaba paseando por la Feria de Lorca de Granada cuando me di cuenta, de repente, como si una nube de alacranes me comiera las sientes, que no estaba leyendo los carteles de forma correcta. Pretendía llegar a la Feria de Lorca de García y estaba en la Federico del Libro de Granada.

Claramente, algo no funcionaba.
Seguí paseando y rumiando.

Me volví a detener mientras las sienes plateaban como olivos en la noche que noche nochera y el trasunto seguía impertérrito y el cartel decía: Feria del Libro de García. Me froté los ojos como en los tebeos de cuando era un niño y cual piedra ardiente en el lugar del pecado tomé una fotografía.

feria-libro-granada-11-grandeCuando comprobé los detalles alí estaba, registrada digitalmente para siempre: Federico de la Feria de García. La borré de inmediato y tomé una nueva foto. Al comprobarla se leía: Feria de Granada de Lorca. Volví a intentarlo, un nuevo click y a comprobar: Feria de Lorca de Granada.

FGLOKEsto me empezó a tranquilizar.
Volví a leerlo: Feria del Libro de Granada
Se me paró el corazón.
¿Y Lorca?
Volví a mirar en la cámara y se podía leer: Federico García Lorca
¿Y la Feria del Libro?

¿La feria era mutante? ¿Lo era Lorca? ¿Lo era mi cámara? ¿Acaso lo era yo?
Es primavera y las siglas se enamoran, me susurró al oído uno que piensa.

La FLG y FGL estaban haciéndose el amor.
Como yo a ti con mis versos.

CRÉDITOS
-La fotografía es del puesto de libros de Carmen Córdoba y Miguel Ángel Arcas, de los Cuadernos del Vigía

El Albaicín a la vera de la Alhambra

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Hay lirios azules en los jardines de la Casa del Chapiz. Una bailarina danza en el Bañuelo creando unas imágenes sugerentemente bellas. El cuentacuentos de la Casa de Zafra embelesa a los niños y a los niños que llevan dentro sus padres. Hay música en la casa morisca del Horno de Oro y el palacio de Dar al-Horra cobra vida con los sones y los bailes.

Los grupos de turistas cruzan a primera hora de la mañana las enormes puertas de la iglesia de Santa Ana, alfa y omega del Albaicín, mientras grupos completos, jadeantes, llenan la sala de espera para comenzar la visita a la Abadía del Sacromonte.

Algo está pasando y la contemplación de Granada desde el Sacromonte es inhumana, bestial. Es una saturación de los sentidos: golpea la primavera a la puerta, mece la brisa los pensamientos, acarician los rayos del sol las mejillas y brillan las colinas sobre las que penden bellos los palacios nazaries y los callejones y rincones albaicineros.

Sólo se entiende el sueño de Granada desde la vetusta Abadía, que también abre hoy sus puertas a una iniciativa que une los dos polos de tracción turística y cultural, la Alhambra y el Albaicín, con la ciudad. Así que lo que pasa es que de alguna forma los granadinos y los turistas están conociendo el Albaicín a la vera de la Alhambra.

El Día Internacional de los Museos permite, al menos ayer sábado, poner a prueba la ilusión de un turismo culto y receptivo que vive Granada. Lejos de la ‘parquetematizacion’ y del viaje organizado de aluvión y tentenpié que nos volvemos antes de que anochezca, esta iniciativa muestra los tesoros de una ciudad que hay que aprender de nuevo y que hay que volver a visitar.

Ya no se trata de ver la Alhambra y de hacerse un selfie en San Nicolás. Se trata de reservar un par de noches y comprender la riqueza de una ciudad única. Es el sueño de la Dobla de Oro, que une el monumento de la Alhambra con un conjunto de visitas a cual más atractivas en el Albaicín que logran unir, por fin, el Patrimonio de la Humanidad que está formado por la Alhambra, el Albaicín y el Sacromonte.

Se ahuyenta así el turismo depredador. No vale ni el ‘balconing’ ni las despedidas de solteros y de solteras con toda la parafernalia cursi de sexshop. En la otra esquina, el botellón a tutiplén, hace que, a todas luces, la Dobla de Oro como ruta culta, lúdica, artística y divertida se convierta en la posibilidad real de que Granada sea más Granada que nunca.

El objetivo, «compartir una jornada que nos servirá a todos para reflexionar sobre la importancia cuidar y proteger nuestro patrimonio más cercano», explica la directora dle Patronato de la Alhambra, Mar Villafranca.

 

Fiesta de la Primavera: Un botellón light

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El botellón de la fiesta primavera necesita algo más que agua de lluvia para limpiar los excesos. Por esta razón, los operarios de la empresa Inagra, concesionaria del servicio de recogida de basura en Granada capital, cumplieron con la segunda parte del ritual y todavía de madrugada limpiaron el recinto y recogieron una decena de toneladas de residuos en el recinto del botellódromo, donde este pasado viernes se celebró la fiesta de la primavera, cuyo dato es casi la mitad que en el 2014.

Con estas cifras en la mano se comprueba que por un año el botellón de la fiesta de la primavera ha resultado de lo más ‘light’ tanto en participación de jóvenes como en generación de residuos, un buen indicio que mide no se sabe bien si la diversión o si la bacanal, ya que se tratan de botellas de refrescos y de botellas de alcohol para combinarlas. Y frutos secos y compañía, todo sea dicho.

Al final, la participación se ha quedado en la mitad. El tirón de esta convocatoria se ha demostrado con la edición de este viernes que tiene su ‘suelo’ en estas 12.000 personas que concurrieron, cuando en ocasiones anteriores han llegado a ser 21.000, como el año pasado, o 20.000, como en las cinco ediciones anteriores, con una generación de desperdicios que luego recogieron los operarios de Inagra que ha llegado a ser hasta cinco veces la del viernes:50.000 toneladas.

La clave es el mal tiempo combinado con el ‘efecto llamada’, es decir, con los otros 10.000 asistentes que proceden de fuera de Granada que esta vez, por la lluvia y el frío, decidieron quedarse en sus lugares de origen.

CRÉDITOS
De la fotografía @fermimius